Espacio de opinión de Canarias Ahora
El siglo de luz y aire de Alonso Quesada
El 4 de noviembre de 1925 se detuvo de pronto el aire en Santa Brígida. Aquella noche, la luna mantuvo su curso menguante. Incluso podría decirse que todo siguió igual. Pero no fue así. Aquel día se apagaron los pulmones y el corazón de Alonso Quesada. Y en el mismo instante comenzó a respirar la eternidad de su legado humano y literario. El rastro de ese aliento sobre el cristal de la memoria es precisamente el que nos convocó entre los libros de la Librería del Cabildo para anunciar los actos que, con motivo del centenario de su marcha, promovemos desde el Gobierno de la isla.
No se vieron alterados los acontecimientos cotidianos e íntimos como los que retrató en sus magistrales Crónicas de la ciudad y de la noche, habitadas por noctámbulos, panaderos, seres envueltos en el misterio que desaparecen entre las sombras y farolitos de luces anémicas, en irónico contraste con el resplandor creciente en el que se ha convertido la obra del escritor grancanario un siglo después de su muerte.
Es quizás la paradoja que aguarda a las personas destinadas a permanecer en el tiempo, incluso aunque abandonen la vida demasiado pronto.
No tuvo Alonso Quesada, seudónimo de Rafael Romero Quesada, una vida fácil. La temprana muerte de su padre hizo recaer sobre él el peso de sacar adelante a la familia. Desarrolló su vida en su ciudad de nacimiento, Las Palmas de Gran Canaria, donde fue, en palabras de la catedrática Yolanda Arencibia, un “eterno disidente”, con una combinación de actitud crítica y compromiso que es, igualmente, un faro que haríamos bien en no perder de vista en estos tiempos de tormenta, pero donde también nos acechan la inacción y la amnesia social. Precisamente por eso necesitamos mantener a flote el mensaje de autores y autoras capaces de agitar conciencias.
En este sentido, Alonso Quesada es uno de los escritores más importantes de la literatura canaria, como mostró en sus facetas de poeta, narrador, dramaturgo y periodista, con su estilo a la vez existencial e irónico. Era capaz de navegar con soltura por las aguas más profundas, remando entre los acontecimientos cotidianos, donde encontraba la verdad que continúa revelando su obra.
Su extraordinaria sensibilidad, su vocación universal, su amplia cultura, su aguda mirada de cernícalo sobre la realidad -desde el amplio cielo de su universo literario- y su conocimiento de las intimidades del paisaje humano hicieron posible que levantara todas las anclas. De este modo, ni tan siquiera las dificultades ni las amarguras pudieron impedir que Alonso Quesada se convirtiera en uno de los grandes renovadores de las letras en el archipiélago.
Un siglo después de que se fuera el hombre y ocupara su lugar la eternidad del poeta, el Cabildo de Gran Canaria, a través de la Consejería de Cultura, impulsa un amplio programa de actividades que se desarrollará en los diferentes equipamientos culturales de la institución insular con el objetivo de reivindicar el valor de la palabra y su poder transformador. El programa involucra a la Biblioteca Insular de Gran Canaria, a la Casa-Museo Tomás Morales, al Centro de Cultura Audiovisual, al Servicio de Ediciones, a la Sala Insular de Teatro, a la Librería del Cabildo y al Teatro Cuyás.
Desde hace medio siglo, la institución insular ha difundido el legado del escritor de diversas formas, adquiriendo también su biblioteca y archivo personal, que se conservan en la Biblioteca Insular. Y esta labor abarca, por supuesto, la publicación del patrimonio bibliográfico a través del departamento de Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, una editorial pública que presentó la primera edición facsímil de su obra teatral La umbría en 1974 y, posteriormente, publicó sus Obras Completas (en 1976 y 1986) así como la Biblioteca Alonso Quesada (2012) y los nuevos facsímiles de El lino de los sueños (2015) y La umbría (2022).
En el marco de este centenario, y con el mismo objetivo de preservar la memoria de Quesada y mantenernos fieles al compromiso en la difusión de su obra, presentaremos nuevas ediciones de sus textos, incluyendo material inédito, como es el caso de la pieza teatral ‘Doña Juana y sus hijos’. Quiero destacar también la instauración del premio de teatro que llevará su nombre.
Este gran árbol creativo a partir de las inspiradoras raíces de Quesada se ramificará también en exposiciones, documentales, rutas urbanas, representaciones teatrales, conciertos, talleres de rap, o actividades divulgativas, algunas de ellas dirigidas de manera especial al público más joven. Porque todo lo abarca y todo lo permite el infinito Alonso.
Todo ello, sin duda, obedece a una de las principales líneas de actuación del Cabildo por medio de su Consejería de Cultura: la transmisión de la centralidad de la lectura, la escritura y el uso de la palabra en la formación de una ciudadanía libre. Esta programación, a la altura de la importancia de un escritor sobresaliente, desea ser también un espacio abierto para la colaboración con otras instituciones, y con otros actores de la vida cultural del archipiélago, a quienes animamos a mostrar sus propuestas e iniciativas que proyecten al futuro el legado de Quesada y contribuyan al esfuerzo solidario para crear una ciudadanía libre.
Y precisamente en estos momentos, cuando una tecnocracia de tintes autoritarios aspira a gobernarnos con algoritmos que dejan de lado el respeto a la verdad o a los valores que enaltecen a las sociedades basadas en los principios democráticos, necesitamos mirarnos en espejos que nos reflejen tal y como somos, mostrando a la vez las luces y los rincones oscuros del alma, en lugar de idiotizarnos y distorsionar la realidad de manera intencionada.
Sumamos con estos argumentos nuevas y sobradas razones para declarar Hijo Predilecto de Gran Canaria a Alonso Quesada y, también, como Hija Predilecta a Pino Ojeda, como anunciamos el pasado viernes y como haremos oficial en el acto que tendrá lugar el próximo 14 de marzo con motivo del 112 aniversario del Cabildo. La elección de Alonso Quesada como protagonista del Día de las Letras Canarias es, desde luego, una decisión que avalamos y que nos alegra.
Será lo justo y lo necesario, porque las palabras de Alonso y de Pino fueron escritas en otra época. Sin embargo, nunca fueron pasado, porque nacieron para sonar siempre actuales, para emocionarnos y mantenernos alerta en el presente, como se demuestra cuando leemos sus textos. Ocurre lo mismo con Tomás Morales, cuya herencia cuidamos, estudiamos y difundimos en la casa-museo. O con Saulo Torón, del que conmemoramos el pasado año el 50 aniversario de su adiós con la edición de las Conversaciones noveladas.
Y así es. Mantenemos vivo el diálogo con quienes ensancharon los límites de nuestras reflexiones y sentimientos. Lo hacemos con la fe depositada en el verbo, agarrados a los restos del naufragio, los mismos a los que se aferró el propio Quesada en El lino de los sueños, cuando dejó que un rayo luminoso encendiera las aguas de su agitado océano para proclamar que su alma tendía sobre el mar dorado una esperanza de mejores tiempos. Reviviendo sus versos, obramos el milagro y retoma el aire su movimiento, batiendo con un viento a la vez pretérito y fresco la arboleda del pensamiento.
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