Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Alcalde de la noche
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'Nachtburgemeester', 'maire de la nuit' o 'alcalde de noche'. En Europa tiene muchos nombres y poco a poco se va extendiendo por el continente esta figura singular. Barcelona es de las primeras ciudades españolas que acaba de dotarse de una alcaldesa de noche: Carmen Zapata ha sido nombrada Comisionada de la Noche. Pero, sea como sea el nombre, ¿qué es un alcalde (o alcaldesa) de noche?
Ahora que se aproxima el verano y con él pueblos y ciudades abandonan la adustez del invierno para transfigurarse con la cara más risueña para lugareños y turistas, no está de más echar mano de lo que por allá se hace y copiarlo acá. Al fin y al cabo, más que el I+Dii de la innovación lo que funciona de verdad es el I+D+c de la copia. Todo está inventado.
La figura del alcalde de noche no es política y su misión es la de asesorar. ¿Sobre qué? Pone de acuerdo todos los intereses que se concitan en una ciudad cuando cae el sol y las calles y establecimientos se pueblan con los que disfrutan del ocio nocturno o sencillamente se resisten a pasar una velada en casa viendo 'talk shows'. Es, por lo tanto, un mediador, pero lo singular de su figura es que su visión es global no sectorial.
El alcalde de noche suele ser elegido en votación (por lo general online) entre aquellos vecinos que quieran participar. Suele ser una figura de prestigio y preside o coordina un comité técnico, integrado por personas especializadas en determinadas áreas. Porque en la noche confluyen múltiples intereses y abordar las oportunidades y los problemas que ellos generan no tiene sentido hacerlo desde un único punto de vista, las más de las veces económico.
Los ayuntamientos, por lo general, ven la noche como una oportunidad de propiciar negocio, en esa escora cada vez más pronunciada de las economías locales hacia el sector servicios
En las calles más concurridas por la noche, se dan cita los que allí viven, los que allí trabajan y los que por allí pasan. Reducirlo todo a una mera incentivación del negocio hostelero, y allí se las compongan los demás, no solo es un error, sino una promesa de dolor de cabeza para los sufridores vecinos y las autoridades.
Los ayuntamientos, por lo general, ven la noche como una oportunidad de propiciar negocio, en esa escora cada vez más pronunciada de las economías locales hacia el sector servicios. Así que hay ordenanzas fiscales, ordenanzas de terraza y hostelería, ordenanzas sobre movilidad, ordenanzas sobre seguridad... y nadie que se encargue de todo a la vez, dando por descontado de que el alcalde (o alcaldesa) 'de día' tiene más cosas que hacer. ¿Dónde quedan los intereses de los vecinos? ¿Quién se ocupa de armonizar intereses entre los distintos sectores? ¿Quién propone nuevos espacios de ocio y en qué condiciones? ¿Quién regula los horarios y el transporte?
El alcalde de noche es un mediador que no aspira a ser un contrapoder que despierte la paranoia de todo alcalde ante cualquier iniciativa que le lleve la contraria. Las juntas de distrito fue otra buena idea que nunca tuvo virtualidad, una vez que fue penetrada, nada más nacer, por el partido en el poder de turno y desactivada. Llevan años en Santander y tienen menos vida que las comisiones de peticiones parlamentarias, que ya es decir. Crear un órgano que luego se va a arrinconar en el dique seco de la vida real no tiene sentido. Pero si se considera que puede ser un apoyo importante, que se meta en la harina de los problemas y destile soluciones, algún regidor (o regidora) puede verlo como una colaboración necesaria.
El alcalde de noche, por lo demás, haría que el ocio nocturno sea mucho más que consumir alcohol. Mientras el resto de un ayuntamiento gestiona sus ámbitos de interés concretos o, como mucho, tiene una mirada transversal, la mirada sobre la noche es temporal, acota las horas del día, y pone en juego todo lo que la concierna, con un propósito, si se quiere, didáctico, con una intención, segura, de aunar voluntades, limar asperezas y proponer nuevas alternativas que no se limiten a entrenar el hígado o desbarrar en la barra de un bar, nunca mejor dicho.
La noche son las vacaciones de a diario para muchos y ese tiempo de socialización puede ocuparse en lo cultural, al igual que existen cines u otros establecimientos no estrictamente hosteleros y cuya imbricación puede ser coordinada por una instancia que se centre única y exclusivamente en lo que ocurre tras el cierre de oficinas y comercios. Lo que se puede hacer, lo que se pueda comprar, lo que se pueda aprender o conocer son materia de este alcalde noctámbulo, porque la noche, tal vez no tenga fin, pero tampoco tiene por qué ser una fuente infinita de adocenamiento y quebraderos de cabeza.
En Barcelona, Rotterdam y Ámsterdam, La Haya, Londres, París, Zúrich, Mannheim y Aquisgrán, por citar unos ejemplos, hay ya consejos nocturnos que abordan la seguridad, en especial de las mujeres, los horarios de apertura de bares y discotecas, el transporte público y la designación de nuevos espacios ocio. Se han convertido, desde la independencia de los que participan en ellos, con o sin sueldo, con limitación de mandato y una habilidad especial para tocar todos los palos y mucha mano izquierda, en interlocutores válidos entre la ciudadanía y las autoridades.
Muchos son los intereses encontrados y muy necesaria es la figura de quien escuche, analice y haga propuestas. Estas pueden asumirse o archivarse en la papelera, pero si en otras partes se implanta y funciona, ¿por qué aquí no?
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