Cada semana cambiamos de verso pero todos riman en la métrica política de un Gobierno de Cantabria que apenas consigue controlar la agenda pública. Lo último en generar un incendio ha sido la 'autopista' turística, la cicatriz de asfalto que pretende conectar Polaciones con Potes y Reinosa para favorecer la entrada directa por la Meseta a los que vienen de visita.
Desde el Ejecutivo dicen que los opositores al proyecto hacen el “idiota”. Ya no es que el Gobierno de Buruaga no controle la agenda, es que no controla ni la lengua del consejero Roberto Media, que provoca nocivos efectos secundarios para sí mismos: ahora, los insultados, además de estar en desacuerdo, están enfadados y movilizados.
Hace tres semanas leímos la letra pequeña de la ley estrella de Simplificación Administrativa que, contra su propia esencia nominal, se ha hecho cada vez más compleja. Estamos ante un fármaco que alivia algunos males administrativos a costa de graves efectos secundarios como desproteger el suelo rústico y regalárselo incluso a la iniciativa privada para que haga negocio con él, mientras al propietario del terreno se le queda cara de tonto con el cheque de la expropiación en mano.
La semana siguiente se inflamaron los ánimos con los 809 millones de deuda, más otros 20 de intereses anuales, que el Estado propone 'perdonar' a los cántabros, como apéndice de la amnistía para todas las comunidades ejecutada para poder favorecer también a Cataluña. La presidenta Buruaga, obedeciendo órdenes del PP, se apresuró a rechazar el dinero e intentó convencernos de que es lo mejor para Cantabria. Cuando, en realidad, es lo mejor para Feijóo.
Para justificar su negativa dice que la deuda “no se evapora” y que, por tanto, la vamos a seguir pagando. No como cántabros, pero sí como españoles. Es extraño, porque la del rescate de los bancos sí que se evaporó. El Partido Popular no tuvo tantos remilgos cuando tragó con que no devolviesen el dinero que les prestó el Estado, pese a tener beneficios millonarios.
Qué vamos a esperar cuando los intereses privados se colocan por encima de los públicos. La colaboración público-privada que tanto se predica está normalizando situaciones en las que se cogobierna ya con decidido protagonismo
El principio físico de evaporación aleatoria, en idénticas condiciones ambientales, es sin duda un fenómeno científico digno de análisis. Las deudas con el Estado solo se evaporan si el deudor beneficiado es privado. Ahí sí que podemos regalar sin consecuencias el dinero de todos.
Qué vamos a esperar cuando los intereses privados se colocan por encima de los públicos. La colaboración público-privada que tanto se predica está normalizando situaciones en las que se cogobierna ya con decidido protagonismo. El Gobierno de Buruaga también confía en el banco, en este caso el Santander, para una gran mayoría de sus iniciativas. Incluso ese extraño viaje a México, sin testigos de los medios, fue organizado por la entidad.
La influencia en el escaparate público llega hasta el punto -ciertamente jocoso- de que el Banco Santander patrocina hasta los monumentos públicos de la ciudad que lleva su nombre y donde tanta influencia tiene, especialmente urbanística.
La Policía Nacional quiso hacer un monumento discreto en su sede de La Albericia para conmemorar los 200 años del Cuerpo. Pero el Banco tomó la iniciativa y la criatura de piedra lleva ahora grabado su sello en un lateral y yace cerca de su Centro Botín, desde hace años ridículamente envuelto en una redecilla que sostiene sus almendras cerámicas ante el riesgo de desprendimiento. Expresiva metáfora.
Sobre este blog
Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
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