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CV Opinión cintillo

Esperar no es buena opción

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A Rajoy le criticaban que se sentara a esperar acontecimientos mientras leía prensa deportiva. Era solo un cliché porque tomaba decisiones de acuerdo con su ideario. El día a día desmentía la foto de periódico y puro. Además, los tribunales han demostrado que hacía otras muchas cosas, incluso cuando no se le reconocían por no ver su nombre completo. El recuerdo del ex Presidente del Gobierno viene tras contemplar cómo pasan los meses y hay pocos cambios en la mayoría de sondeos. Desde la dirección del PP en Madrid siguen pidiendo paciencia y aguante con Carlos Mazón y la Generalitat. Remiten a la demoscopia veraniega para tomar decisiones. Hay miles de valencianos indignados con el President y con sus jefes estatales pero la postura de unos y otros era previsible. La que tiene menos explicación y también enoja a muchos es la de la izquierda.

Las encuestas y la jueza decidirán el futuro de Carlos Mazón. Pero la historia política valenciana nos ha demostrado que confiar en la justicia para ganar elecciones no es buena opción. Hay muchos precedentes que demuestran que los votantes del PP no han cambiado de opinión por muchos imputados que hayan tenido. Sea por fidelidad a la derecha o por falta de ilusión en el centro izquierda. Y en ese punto, los botánicos deberían ponerse a trabajar, especialmente el PSPV. Algo falla cuando en este clima anti-Mazón, los socialistas no despegan y los apoyos que antaño recibió Ximo Puig siguen pareciendo un objetivo muy lejano. 

La justicia ha señalado en otros tiempos a dirigentes del PP sin que se resintieran en las urnas hasta que un pleno del Consell completo estuvo en los tribunales. Y ahora el relato y las redes pesan más que entonces. El camino para convencer a la gente de que los políticos son mártires de los jueces está marcado. Lo ha señalado Trump, lo está recorriendo Le Pen y lo pueden seguir también dirigentes locales que beben de esas fuentes. A todo eso sumamos que, pese a la tragedia, la negligencia, los cambios de versiones, las huidas de la calle y las manifestaciones, en las encuestas la izquierda no suma para volver al gobierno. Esto es, con una situación inimaginablemente favorable los partidos que ocupaban el Consell hasta hace poco más de año y medio no son capaces de movilizar a los suyos ni de recuperar el terreno perdido. Esa realidad merece una reflexión porque esperar no funciona.

El gobierno central gestiona y paga, con la incansable Pilar Bernabé y los ministros para hacérselo saber a la gente. La parte institucional funciona, aunque al ritmo de la administración, imposible de entender para quien tiene necesidades en su día a día. Son comprensibles las dos visiones. Menos lo es el papel del partido mayoritario de la oposición. El seguidismo del PSPV a lo que conviene en cada momento al PSOE le condena a la irrelevancia. Se siguen perdiendo en ser federación obediente, condena agravada por la estructura de ministros-secretarios generales. Entre mirar a Madrid y pelear con los propios se deja gran parte de la faena importante por hacer. Y mientras, los populares se regodean en cada cambio de opinión y discurso de los socialistas valencianos. No tuvo sentido ofrecer su apoyo para los presupuestos y, sobre todo, no se puede anunciar una moción de censura y luego tratar de convencer de que no es una buena opción. Para que al final la gran propuesta sea exigirle a Mazón que convoque elecciones. La respuesta pública es un no enorme. La privada tiene más calado y es la misma en Presidencia y entre muchos socialistas: ¿para perderlas? 

La izquierda no ganaría una moción de censura como no ha vencido en la batalla de los presupuestos, derrota agravada por la situación de Pedro Sánchez y su negativa a presentar cuentas. Compromís sigue en su techo postOltra y sin recuperar la preeminencia en plazas como València. Si la derecha se permite gobernar con la ultraderecha y con tránsfugas y los votantes no lo castigan es que algo falla en las alternativas. Esas que deberían conseguir aglutinar a los electores clave, los que se quedan en casa y los que se mantienen en opciones que siguen cayendo pero que aún deciden gobiernos. La guerra entre Sumar y Podemos y cómo interactúen con Compromís y el PSPV será decisivo otra vez para elegir quién ocupa el Palau de la Generalitat, sea pronto o tarde. Y si se anticiparan elecciones, cogerían a muchos mirándose el ombligo y esperando algún movimiento entre togas. Convendría levantar la cabeza y dejar de esperar el favor judicial, porque a falta de saber qué tiene de delictiva la gestión de la dana, cabe recordar que últimamente los tribunales han aportado a la política valenciana muchas absoluciones a imputados de la derecha y han borrado de las listas electorales a la mujer que podía aglutinar a gran parte de la izquierda. Esperar no es buena opción. 

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