Cinco cosas que puedes hacer para usar menos el móvil sin perder sus ventajas

Vivimos en el futuro, y el teléfono móvil inteligente que llevamos en el bolsillo como si fuera algo normal nos ofrece posibilidades que serían impensables hace tan solo un par de décadas. Ahora tenemos conectividad instantánea, podemos comunicarnos en tiempo real con personas en cualquier parte del mundo a través de videoconferencia y tenemos acceso a todo tipo de información en segundos. Además, los teléfonos inteligentes han facilitado el acceso al conocimiento con herramientas educativas, nos guían en nuestros desplazamientos, han transformado la forma en que trabajamos, facilitando el teletrabajo y la colaboración remota, y nos han traído un acceso ilimitado a música, películas, juegos y redes sociales.
Sin embargo, estos dispositivos casi mágicos también tienen un lado oscuro. El uso de ciertas aplicaciones del teléfono móvil, como las redes sociales, puede convertirse en una adicción. Obtenemos una gratificación instantánea cada vez que alguien pone un “me gusta” en nuestra publicación, hacemos una compra por impulso de algo que en realidad no necesitamos, y estamos permanentemente distraídos por los vídeos de TikTok, las series, películas y videojuegos de las diferentes plataformas.
Por eso se ha puesto de moda la idea del detox digital, que nos permita eliminar el uso de dispositivos digitales durante un tiempo para recuperar el equilibrio mental, reducir el estrés y reconectar con las personas en el mundo real. Hay gente que decide desconectarse completamente los fines de semana, mientras otras se toman vacaciones sin Internet de una o varias semanas.
Sin embargo, no todo el mundo puede permitirse esta desconexión radical. ¿Podemos hacer un “detox digital light”, encontrar un equilibrio que nos permita aprovechar las ventajas del móvil sin caer en la dependencia excesiva? Estas son algunas de las claves para conseguirlo.
Identificar las aplicaciones esenciales
¿Cómo utilizamos el teléfono y durante cuánto tiempo? Seguramente no seamos conscientes. Muchas veces, pasamos horas navegando en redes sociales, jugando o viendo vídeos que no aportan valor a nuestras vidas porque las aplicaciones y algoritmos que los ofrecen están diseñados precisamente para eso, para atrapar nuestra atención el máximo de tiempo posible. Sin embargo, también hay aplicaciones que nos ayudan a organizarnos, aprender o mantenernos en contacto con seres queridos. La clave aquí es identificar cuáles son importantes para nosotros y cuáles accesorias. Por ejemplo, en los teléfonos Android podemos acceder a la opción “Bienestar digital” o bien “Tiempo en pantalla” en iPhone para descubrir cuánto tiempo pasamos usando cada aplicación. Podemos llevarnos muchas sorpresas.
Establecer límites de tiempo
Una vez que hemos identificado las aplicaciones que consumen más tiempo, debemos establecer límites diarios para su uso. Por fortuna, los teléfonos actuales tienen herramientas integradas que nos avisan después de cierto tiempo de uso, o incluso permiten bloquear aplicaciones. En iPhone estas opciones se encuentran en “Ajustes - Tiempo de uso”, mientras que en Android las encontraremos de nuevo en “Bienestar digital y controles parentales”.
Otra opción importante es desactivar todas las notificaciones de las aplicaciones que no sean esenciales. Si estamos constantemente recibiendo notificaciones de Instagram, de TikTok o de Temu, nuestras probabilidades de distraernos se disparan. En combinación con esto, podemos designar momentos a lo largo del día en los que podremos revisar el teléfono, pero fuera de estos horarios es recomendable mantener el dispositivo en modo silencio o incluso en otra habitación.
Minimalismo digital
Uno de los motivos por los que los dispositivos móviles son adictivos es que resultan sensorialmente muy atractivos: nos presentan constantemente imágenes en movimiento y a todo color, música y efectos de sonido. Una opción para controlar mejor nuestro comportamiento es hacer estas interacciones más 'aburridas', simplificando la interfaz de nuestro teléfono. Por un lado, esto implica eliminar las notificaciones innecesarias pero, además, podemos organizar las apps en la pantalla para que aparezcan dentro de carpetas o en pantallas secundarias. Al no estar presentes todo el tiempo, nos ayudará a usarlas menos. Otra opción un poco más radical es la pantalla a escala de grises, lo que reduce el atractivo visual de las aplicaciones y nos ayuda a usarlas de manera más consciente.
Buscar actividades sin móvil
Si reducimos nuestro tiempo de uso del móvil, pero no encontramos otra actividad en la que emplear ese tiempo, la tentación de mirar el móvil de nuevo puede ser difícil de resistir. Es importante encontrar una alternativa que nos resulte gratificante, pero que no requiera del teléfono. Entre otras cosas, podemos leer libros en papel o en un lector de libros electrónicos que solo tenga esa función, practicar un hobby, hacer ejercicio o simplemente disfrutar de momentos de conversación con familiares y amigos. En todos estos momentos, el móvil no debería estar presente ni sobre la mesa.
Cambiar la relación con el móvil
No se trata solo de reducir el tiempo de uso con restricciones, sino de cambiar nuestra relación con el teléfono. Muchos de los comportamientos asociados al móvil (ver si tenemos 'me gusta' en nuestras redes sociales constantemente) se convierten en automáticos, y para evitarlos tenemos que hacerlos conscientes. Antes de desbloquear el teléfono, podemos preguntarnos: ¿realmente necesito hacer esto ahora? ¿Estoy usando el teléfono por hábito o porque tengo un propósito concreto? Al usar el móvil con mayor intencionalidad, evitamos caer en patrones automáticos y repetitivos. Podemos usar funciones como el modo “No molestar” o las aplicaciones de bienestar digital antes mencionadas para ayudarnos a hacernos conscientes en todo momento.
Como el autor Johann Hari explica en su libro El valor de la atención. Por qué nos la robaron y cómo recuperarla (Planeta), mucha gente que como él hace un detox digital radical, vuelve a usar el móvil tanto o más que antes. Por el contrario, si conseguimos encontrar un equilibrio y hacer más consciente su uso, es más probable que los beneficios sean más duraderos, podamos recuperar tiempo y energía, reconectar con el mundo fuera de la pantalla y hacer nuestra vida mejor.
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