Ni gazpacho ni salmorejo: el plato típico andaluz que se sirve frío y es una delicia todo el año

El ajoblanco suele acompañarse con uvas en la provincia de Málaga

Aurora López

11 de abril de 2025 17:45 h

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En los calurosos meses de verano, las sopas frías como el gazpacho y el salmorejo son habituales en las mesas de los hogares españoles. Sin embargo, hay una sopa menos conocida que merece también la misma atención: el ajoblanco. Esta delicia andaluza, también popular en regiones vecinas, como Extremadura, ofrece una experiencia culinaria única que ha perdurado a lo largo de los siglos.

El ajoblanco es más que un plato frío, es un reflejo de la cultura gastronómica del sur de la península. Su sencillez, combinada con la riqueza de sus ingredientes, lo convierte en un plato atemporal que continúa adaptándose a los gustos y tradiciones de cada región. Ya sea en su versión tradicional o en alguna de sus múltiples variantes, el ajoblanco invita a ser descubierto y disfrutado en cualquier época del año.

Orígenes e historia en cada cucharada

El ajoblanco forma parte esencial de la gastronomía andaluza, especialmente en provincias como Málaga y Granada. Su origen se remonta a tiempos antiguos, con influencias de diversas culturas que han enriquecido su receta a lo largo de los siglos.

Aunque algunos historiadores sitúan sus raíces en la época romana, donde se elaboraban preparaciones con pan, vinagre y almendras, otros apuntan a una influencia más directa de la gastronomía árabe durante la ocupación musulmana de la península ibérica. La introducción de ingredientes como las almendras y el arroz por parte de los árabes pudo haber sido fundamental en la configuración de esta sopa fría.

Dónde y cuándo se suele comer ajoblanco

Aunque el ajoblanco es emblemático de la provincia de Málaga, su consumo se extiende a otras regiones de Andalucía y Extremadura. En Almería, por ejemplo, se elabora una versión más espesa, similar a una emulsión, que se consume como aperitivo o acompañamiento. Mientras que, en la Vega de Granada, es común disfrutarlo junto a una 'papa asá', adaptando la receta a los ingredientes locales. Por otro lado, en Badajoz, especialmente en Talarrubias, se acompaña de morcilla patatera o melón. Unos alimentos que le dan, sin duda, un toque diferente.

Todavía su origen exacto es debatido entre localidades como Huércal de Almería, El Puché y Viator, pero el municipio de Almáchar, en la comarca malagueña de La Axarquía, se destaca como cuna de esta sopa. Desde 1968, Almáchar celebra anualmente la Fiesta del Ajoblanco, reconocida como Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía, donde se reparten miles de litros de esta sopa entre lugareños y visitantes.

Cada primer sábado de septiembre, Almáchar celebra esta fiesta tan gastronómica como singular. Durante este evento, los habitantes del pueblo se unen para embellecer las calles y recibir a los numerosos visitantes. Los asistentes pueden degustar el tradicional ajoblanco, acompañado de uvas moscatel. Además, se ofrecen vinos y pasas de la región y se organizan actividades culturales y musicales que reflejan la riqueza gastronómica y cultural de Almáchar.

Preparación del ajoblanco: una receta sencilla y deliciosa

La versatilidad del ajoblanco permite múltiples adaptaciones. En algunas regiones se le añaden ingredientes como patatas o judías verdes. En otras, se acompaña con frutas de temporada, como uvas moscatel, melón o manzana, para aportar un contraste dulce que realce su sabor. Además, es apto para dietas veganas, ya que no contiene ingredientes de origen animal.

La preparación del ajoblanco es tan sencilla que la tendrás lista para comer en tan solo 15 minutos. Requiere, además, pocos ingredientes:

  • 150 gramos de miga de pan del día anterior
  • 500 mililitros de agua fría
  • 100 mililitros de aceite de oliva virgen extra
  • 100 gramos de almendras crudas peladas
  • Un diente de ajo
  • Dos cucharadas de vinagre, preferiblemente de Jerez
  • Sal al gusto

Aquí tienes la receta de ajoblanco paso a paso para que te quede una sopa fría para chuparse los dedos:

  • En primer lugar, corta la miga de pan en trozos y colócala en un recipiente con el agua fría. Déjala reposar durante unos minutos hasta que absorba bien el agua y resérvala.
  • Para preparar la emulsión, en el vaso de la batidora, añade la miga de pan remojada con el agua incluida, las almendras crudas, el diente de ajo, el vinagre y una pizca de sal. Tendrás que triturarlo hasta obtener la mezcla.
  • Con la batidora en marcha, incorpora el aceite de oliva poco a poco, al igual que se hace para preparar una mayonesa. Emulsiona bien hasta conseguir una textura cremosa. En algunas regiones, es común añadir un poco de leche para suavizar la textura y el sabor del ajoblanco.
  • En el caso de que no quede una textura a tu gusto, siempre puedes corregirla. La proporción de agua y pan puede ajustarse según la preferencia de cada uno; más pan para una textura más espesa o más agua para una versión más líquida.
  • Una vez listo, deja reposar el ajoblanco en el frigorífico durante al menos una hora antes de servir para disfrutarlo bien fresquito y para que los sabores se integren lo máximo posible.
  • A la hora de servirlo, pon el ajoblanco en cuencos o platos hondos y, si lo deseas, acompaña con uvas peladas y deshuesadas, trozos de melón o un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
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