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Las primeras grietas del Gobierno de Trump empiezan a asomar en medio del caos

Donald Trump en la Casa Blanca el 6 de marzo de 2025.

Antònia Crespí Ferrer

Washington —
7 de marzo de 2025 22:21 h

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En la corte de Donald Trump, la principal norma a seguir es muy sencilla: asiente y sonríe. Aunque cumplirla no es garantía de salvar el cuello ante los caprichos del presidente. La volatilidad de su talante va en contra de la imagen de un gobierno unitario y decidido que él mismo quiere proyectar.

Trump se ha propuesto enturbiar las aguas de Washington lo máximo posible para que no se pueda discernir lo que pasa dentro del estanque. Pero después de un mes y medio de mandato, ya empiezan a aparecer las primeras grietas en el Gobierno del republicano. Algunas por mano del mismo Trump. 

Durante su discurso ante el Congreso esta semana, Trump elogió a casi todos los miembros de su gabinete. Pero el secretario de Estado, Marco Rubio, fue el único que entre sonrisa y sonrisa recibió una advertencia: “Buena suerte, Marco. Ahora, sí sabemos a quién culpar si algo sale mal. No… Marco ha sido increíble y va a hacer un gran trabajo”, dijo Trump en referencia a sus aspiraciones expansionistas sobre el canal de Panamá. El dardo salía de la boca del presidente y la curva ascendente en la cara del jefe de la diplomacia estadounidense se tensaba en una línea prieta. El rostro volvía a traicionar a Rubio en menos de una semana.

Cuando Trump y su vicepresidente, JD Vance, acorralaron al mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, en el Despacho Oval el día 28 de febrero, Rubio estaba allí. Sentado al lado de Vance, el hispano asistía mudo a una escena nunca antes vista en la Casa Blanca. Aunque más que sentado, el secretario de Estado estaba hundido en el sofá y parecía mirar al vacío. La imagen, en contraste con el lenguaje verbal y físico agresivo de Vance, rápidamente llamó la atención de comentaristas y analistas. Incluso fue carne de meme y montajes en redes. El secretario de Estado, que casi no medió palabra durante el estallido, poco después cerró filas con Trump y salió a defender el acercamiento de Washington con Moscú.

Rubio, frustrado y aislado

El griterío del Despacho Oval fue un punto de inflexión para Zelenski y puede que también para Rubio. Su imagen corporal solo revelaba el malestar que hace tiempo siente el secretario de Estado. Republicanos de dentro de la Casa Blanca revelaban a la publicación Vanity Fair esta semana que Rubio está frustrado por su falta de influencia en las decisiones que el presidente toma sobre la política exterior, a pesar de que él es el jefe de la diplomacia estadounidense. Incluso, comentaba una de las fuentes, parece que Rubio a veces es el último en enterarse de las decisiones que toma Trump y su círculo íntimo. 

Si Vance debe aceptar tener que vivir a la sombra de Elon Musk, a Rubio le pasa algo parecido con los enviados especiales y asesores de Trump. Cuando Joe Biden era presidente, la referencia en las negociaciones para un alto el fuego en Gaza era el entonces secretario de Estado, Antony Blinken. Ahora es el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff, el que Trump cita constantemente y el que dirige las conversaciones. De hecho, Wiktoff está adoptando un rol clave como negociador de Trump en los dos grandes conflictos internacionales del momento: Gaza y Ucrania. 

El promotor inmobiliario de Nueva York también ha asistido a las reuniones bilaterales con Rusia para decidir el futuro de la guerra en Ucrania. Otra figura que le hace sombra a Rubio es el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, que también se ha erigido como otra voz destacada frente a Ucrania. Mientras Rubio tiene que resignarse a compartir dos de las cuestiones más importantes de su cartera, Trump le ha dejado liderar las conversaciones con Panamá y el resto de Latinoamérica. Ejemplo de ello, es su reciente visita a El Salvador, donde el presidente Nayib Bukele le ofreció a Rubio poner sus prisiones al servicio del sistema de deportación estadounidense. 

Las mismas fuentes explicaban a Vanity Fair que Rubio está incómodo con el hecho de que todos los enviados especiales designados por Trump tienen un despacho en la Casa Blanca, lo que hace pensar que tienen más acceso al presidente que el mismo Rubio. El secretario de Estado tampoco lleva bien que Elon Musk desmantelara la agencia de cooperación USAid, la cual está bajo control de su Departamento.

Cuando Trump lo nombró como su secretario de Estado, muchos apostaban en Washington a que Rubio sería el primero en ser despedido por el presidente. A principios de enero, diplomáticos y congresistas auguraban en declaraciones al medio Politico una corta trayectoria para el hispano en la Casa Blanca. A pesar de haberse convertido al trumpismo en los últimos años, nunca ha sido bien recibido en la órbita MAGA; durante el primer mandato de Trump, se alineó con los republicanos tradicionales y criticó duramente al magnate. 

Rubio era conocido por ser un halcón contra Rusia, aunque recientemente ha ido modulando sus principios en política exterior para granjearse un lugar en la corte de Trump. En el proceso de confirmación en el puesto en el Senado, algunos demócratas votaron a favor de Rubio con la esperanza de que hiciera de dique de contención a los volantazos diplomáticos del republicano. Ahora no solo parece que el jefe de la diplomacia no tiene influencia sobre Trump, sino que también va adoptando todos sus posicionamientos. Después de recibir esa advertencia velada en el Congreso, Rubio apareció esta semana en televisión con una cruz del Miércoles de Cenizas en la frente, mientras repetía mensajes sobre Ucrania calcados a los del Kremlin. 

Rubio dijo que la guerra de Ucrania es una “guerra proxy” entre EEUU y Rusia, algo que hace tiempo que defiende el presidente ruso. Incluso, este jueves el Kremlin confirmó que la visión de Rubio sobre el conflicto coincide con la de Vladímir Putin. Puede que tanto la escenografía religiosa como las declaraciones fueran una exhibición más de su alineación con las posturas de su jefe. 

La Casa Blanca se blinda legalmente

La otra grieta que ha aparecido en la fachada de la Administración Trump es el desacato general de los jefes de gabinete y altos funcionarios de las agencias ante Elon Musk y su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Cuando el multimillonario a cargo del DOGE –que no es un departamento como tal sino un grupo de trabajo– mandó un correo a los trabajadores federales amenazando con despedirlos si no explicaban qué habían hecho la última semana, muchos altos cargos dijeron a sus subordinados que no contestaran. Entre ellos, Rubio y también el director del FBI, Kash Patel. La razón es que tenían miedo a que se viera comprometida información confidencial. 

En respuesta al desplante, Trump llevó a Musk a la primera reunión del gabinete presidencial para proyectar una imagen de unidad. Por si había dudas, el presidente también dijo a los presentes que si alguien no estaba a favor, que se pronunciara. Lo único que se escuchó en la mesa fueron risas forzadas y elogios a Musk. Esa misma noche, para rematar el golpe, Trump firmó una orden ejecutiva que le daba más poder a Musk y ponía bajo supervisión del DOGE los contratos y subvenciones federales. Precisamente, buena parte de la fortuna que ha amasado a través de sus empresas proviene de contratos y subvenciones federales. 

A pesar de que Trump ordenara cerrar filas en torno a Musk, ha habido un último volantazo del magnate que ha hecho levantar algunas cejas en Washington. En medio del caos comercial, con una nueva prórroga de un mes para los aranceles del 25 % a México y Canadá, Trump ha firmado una orden ejecutiva en la que da a sus secretarios la autoridad sobre los recortes y relega a Musk a un papel de apoyo. A partir de ahora, ha dicho Trump, los recortes se harán con “bisturí” y no con el “hacha” de Musk. 

El cambio coincide con una reunión explosiva de los miembros del gabinete con Musk esta misma semana. Según revela el periódico The New York Times,el estallido se produjo principalmente entre Rubio y el multimillonario. El líder del DOGE le reprochó a Rubio no haber despedido a personal, mientras que este le respondió que más de 1.500 funcionarios aceptaron el plan de renuncias anticipadas. La conversación se fue caldeando mientras Trump observaba, recostado en la silla, como ambos miembros de su equipo intercambiaban reproches. Finalmente, el presidente salió en defensa de Rubio e intentó calmar los ánimos. Trump pidió a los secretarios (ministros) que cooperaran con Musk en la tarea.

A pesar de que Rubio es el que ha expresado más abiertamente su disconformidad con Musk, otros funcionarios y miembros del gabinete han criticado el estilo caótico del multimillonario. Algunos lamentan que tienen que estar arreglando los desastres que éste está provocando. De hecho, durante la primera reunión del gabinete, el mismo Musk intentó bromear reconociendo que, al pasar la motosierra, cortó sin querer el programa de prevención del ébola. “No seremos perfectos, pero cuando cometemos errores, los arreglamos muy rápido. Por ejemplo, con USAid, una de las cosas que cancelamos por accidente, durante muy poco tiempo, fue la prevención del ébola”, afirmó Musk, quien se quedó solo riéndose de su propio chiste.

Aunque el cambio en el cargo de Musk pueda parecer un desplante al multimillonario, hay otro factor que tener en cuenta: el conflicto de intereses. El hombre más rico del mundo, cuyas empresas han recibido millones de dólares de dinero público, es quien estaba encargado de decidir cómo se recorta el gasto federal. De cara a la galería, Trump y Musk han negado que exista tal conflicto y han defendido la transparencia, pero parece que dentro de la Casa Blanca los movimientos van en otra dirección para evitar posibles conflictos legales.

Hace unas semanas se publicó un documento judicial en el que la Casa Blanca decía que Musk no era el administrador legal del DOGE, sin aclarar quién era ese responsable. Desde que se creó el DOGE, Trump y todo su equipo han presentado a Musk como el líder, pero a nivel legal la Administración ha empezado a tomar distancias. La firma de esta última orden ejecutiva, poniendo a Musk como una figura de apoyo, se alinea con las declaraciones legales del Ejecutivo. 

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