La tensión por el campo de fútbol de Nájera acaba con la oposición escoltada y una moción de confianza

Mucha crispación y tensión la que se ha vivido esta tarde en Nájera alrededor del pleno del Ayuntamiento que votaba los presupuestos municipales, a los que la oposición al completo, PSOE, PR+ e IU iban a votar en contra, según habían anunciado. Unos presupuestos que, tal y como se preveía, no han salido adelante y que incluían un nuevo campo de fútbol junto a la Plaza de Toros.

Jugadores, familias y aficionados habían convocado una concentración en la Plaza de España para reclamar que se desarrolle un proyecto que solucione las deficientes condiciones en las que juega la cantera del Náxara en el campo del cementerio, que se inunda y se convierte en un barrizal cada vez que llueve.

Antes del pleno, al menos dos concejales de la oposición habían recibido amenazas, por lo que la Delegación del Gobierno había decidido establecer un cordón policial y que la Guardia Civil escoltara a los concejales para entrar. Tras un pleno tenso, en el que el alcalde ha pedido una moción de confianza, la salida ha sido todavía más desagradable.

Varias personas seguían concentradas en la puerta del Ayuntamiento y a la salida, de nuevo con la intervención de la Guardia Civil incluso con escudos, han comenzado a proferir insultos a los concejales, tirarles huevos y proferir empujones y algunas patadas. Desde la oposición se ha afeado al alcalde de Nájera que no haya intervenido ni haya pedido mesura ante una situación de mucha crispación y que algún concejal del PP estuviera riéndose.

Los tres partidos de la oposición, que suman mayoría, han alcanzado un acuerdo para la remodelación del campo de La Salera, donde juega el primer equipo, el proyecto que ya planteó el PSOE cuando gobernaba y habían pedido una modificación presupuestaria para llevar a cabo este proyecto.

Mientras el Náxara exige una solución inmediata para sus instalaciones deportivas y la oposición ha dicho 'no' al proyecto que el PP ha incluido en los presupuestos por “no ser consensuada”. No obstante, el clima de crispación que se ha vivido hoy cambia el tablero de juego y deja poco claro el futuro de las instalaciones deportivas.