Las sucesivas borrascas que atraviesan la península, asociadas a lluvias intensas y a la bajada de las temperaturas, han hecho resucitar los argumentos 'cuñados' en las redes sociales -algunos de ellos a cargo de conocidas estrellas mediáticas- en los que se cuestiona sin sonrojo la existencia del cambio climático, como si las condiciones meteorológicas de una zona concreta en un periodo concreto (en este caso, la península ibérica y en este mes de marzo) fueran representativas de la situación planetaria. Sin embargo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirma que 2024 fue el año más cálido jamás registrado, al superar en cerca de 1,55°C los niveles preindustriales. Si echamos un vistazo a la gráfica de la evolución de la variación de la temperatura media con respecto a 1950, se comprueba que esta curva se hace cada vez más pronunciada, alejándonos de la media de año en año. Además, los últimos siete años han sido los más cálidos desde que se tienen registros.
El cambio climático se refiere a la variación global del clima, a un cambio en los patrones climáticos por los cuales se producen olas de frío cuando no toca, incendios a gran escala, aumento de las precipitaciones masivas, como las DANA que asolan nuestro país, tal y como ha desvelado el Informe de Riesgos Climáticos de la Región de Murcia, coordinado por el catedrático en Geografía Física de la Universidad de Murcia (UMU), Carmelo Conesa García. Este informa revela que el cambio climático dará lugar a un incremento en la magnitud e intensificación de la fuerza de las lluvias y a una relativa mayor frecuencia de estas DANA.
Otros signos palpables de las consecuencias de este fenómeno global son el retroceso y la desaparición de los glaciares, como ya está ocurriendo en los Pirineos, el aumento de la temperatura del Mediterráneo, cuya consecuencia primera es la intensificación de las lluvias torrenciales, o el aumento de casos de enfermedades tropicales como el dengue o el virus del Nilo, como se ha comprobado recientemente en Tarragona o Sevilla, entre otros.
La ultraderecha continua negando la existencia del cambio climático, calificándolo de “fanatismo climático”. Pero lo más grave es que el Partido Popular se ha sumado a esta postura, a través del pacto alcanzado entre el PP valenciano de Mazón y Vox para aprobar sus presupuestos. Para ello, el presidente valenciano no tiene empacho en hablar de una “agenda ambientalista mal concebida” en Europa, de la aplicación de un “pacto verde radical” o en eliminar todas las partidas destinadas a Agenda 2030 y Desarrollo Sostenible. Eso sin hablar de otros temas como la inmigración o la memoria histórica, asumiendo como propio el ideario xenófobo y negacionista de la ultraderecha, todo ello con el beneplácito de Génova, tal y como ha afirmado su portavoz Borja Sémper, al admitir que están de acuerdo con ese pacto, todo en aras de la “estabilidad” en el gobierno, aunque eso implique una deriva reaccionaria.
Pero lo más grave en relación a nuestra región es que el PP espera que esos pactos se reediten en otras Comunidades Autónomas como Aragón o la Región de Murcia. En la Región planea, por tanto, la amenaza de ese pacto entre PP y Vox que incluirían los mismos puntos que el pacto valenciano en relación al Pacto Verde, la inmigración y la memoria histórica, retrocediendo en la lucha contra la contaminación atmosférica, problema muy grave que sufrimos los murcianos y murcianas, la recuperación del Mar Menor, el reconocimiento de los derechos de los inmigrantes o la transmisión veraz de la historia reciente, sin dogmatismos ni falsedades.
La adopción por parte de la derecha española de los postulados de la ultraderecha es una muy mala noticia que confirmaría el retroceso en materias como la lucha contra el cambio climático y los derechos sociales. Sólo queda que la sociedad civil reaccione y no permita, de una manera democrática, esta involución.
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