Leonel Díaz, cardiólogo deportivo: “En una carrera es más importante el desfibrilador que un chequeo previo”

Es una imagen impactante ver a un atleta desplomarse en medio de su prueba. Que ocurra dos veces en una misma carrera redobla el choque emocional. El pasado fin de semana, dos hombres sufrieron sendas paradas cardiacas durante la media maratón de Madrid. Uno falleció y el otro ingresó en el hospital en estado grave tras ser reanimado.
Las muertes súbitas en el deporte son muy llamativas, disparan alarmas y multiplican las preguntas en una época en la que el deporte popular de esfuerzos ha ganado adeptos: ¿Estaré pasando una raya grave? ¿Puede ocurrirme a mí? ¿Debo o parar o hacer algo diferente?
“El deporte es salud”, enfatiza el coordinador del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología, Leonel Díaz González, para revertir un posible temor sobrevenido a la actividad física a partir de casos mortales como el registrado en Madrid. El también cardiólogo del hospital La Paz recuerda en una charla con elDiario.es que la incidencia de estos accidentes “es muy baja” y que tener a mano durante las pruebas un desfibrilador puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
¿Dos fallos cardiacos en una misma carrera es algo muy raro?
Es raro que coexistan dos casos en la misma carrera, pero, al final, se trata de probabilidades. No es algo particular de esta carrera, sino que se dio así. Luego existen muchas carreras en las que no sucede nada.
Sin embargo, la incidencia de muertes súbitas durante la actividad deportiva es muy baja...
Efectivamente. Puede variar algo hacia arriba o hacia abajo según el tipo de prueba, pero la prevalencia no es alta en ningún caso. Normalmente, ronda 1 o 2 casos por 50 o 100 mil habitantes. Es cierto que se han desarrollado estudios que indican que con algunos deportes puede ser algo mayor, pero en general, esa es la prevalencia.
Cuando pasan cosas como las de este fin de semana, se trata de casos mediáticos que se ven mucho más y puede parecer que hay mucha alarma, pero es un fenómeno que ha ocurrido siempre y que sigue ocurriendo
Así que, en principio, no nos encontramos ante un aumento de casos
Cuando pasan cosas como las de este fin de semana, se trata de casos mediáticos que se ven mucho más y puede parecer que hay mucha alarma, pero es un fenómeno que ha ocurrido siempre y que sigue ocurriendo. Lo que pasa es que, a veces, toca a un deportista famoso o a un futbolista, por ejemplo, y salta la alarma.
Decía antes que algunos deportes pueden mostrar una incidencia mayor. Sin estigmatizar ninguna disciplina, ¿puede hablarse de alguna de mayor riesgo?
Depende un poco de dónde y cómo se mire. Algunos pueden tener un poquito más de riesgo por el tipo de deportista, los hábitos o la herencia genética. Por ejemplo, se ha visto que los negros que juegan al baloncesto y en ciertas categorías pueden presentar más peligro. Por eso depende de cómo pongas el foco sobre algunos grupos que tienen más riesgo o de la intensidad del deporte por lo que implica sobre la exigencia cardiovascular, pero –insisto– en general la prevalencia es baja.
Lo que sí parece más consolidado, a menos en el plano estadístico, es que afecta más a los varones
No se sabe aún bien el porqué. La diferencia entre hombres y mujeres es muy alta. La distancia en cuanto a muertes súbitas es muy grande y eso no se explica por la diferencia a la hora de practicar deporte. De hecho, hemos visto que las mujeres están entrando mucho en las carreras populares. Su proporción en el deporte no es tan baja como para explicar esta diferencia, así que parece que debe haber algún componente hormonal o de este tipo. No sabemos con exactitud qué predispone a los hombres a padecer estos accidentes.
¿Y qué se sabe sobre la edad? Porque ha llamado mucho la atención que entre los corredores afectados estuviera un atleta en la veintena.
Es cierto que a medida que se avanza en la edad es más probable que te ocurra algo. A partir de los 35 años cambia un poco el perfil. Pero también es verdad que siempre hemos tenido muertes súbitas de personas jóvenes: a partir de los 10 o 12 años es cuando comienza a aumentar un poco la probabilidad, porque es cuando empiezan a desarrollarse o a expresarse cardiopatías. Por lo tanto, sí que hay un porcentaje de deportistas jóvenes que pueden presentar estos eventos.
La mayoría de las veces los deportistas que padecen estos fallos tenían una enfermedad cardiaca previa aunque no se hubiera detectado.
Sí. Lo que sabemos es que, muchas veces, detrás de una muerte súbita había una enfermedad cardiaca que no se conocía. En el músculo, en las coronarias... una enfermedad que predispone a este accidente.
Siendo así, ¿es útil hacerse un chequeo previo?
Esto siempre trae un poco de controversia. Para la población más joven, menor de 35 años, hacerse al menos un electrocardiograma nos mejora la probabilidad de detectar patologías importantes que podrían conllevar una muerte súbita. Otro tipo de pruebas como la ecografía o la prueba de esfuerzo depende un poco de lo que se vea en una exploración; de lo que considere el médico.
¿Y para los no tan jóvenes?
A partir de los 35 toma mucho más valor los factores de riesgo cardiovascular: el colesterol, la diabetes, si fuma o está pasado de peso porque se trata más de casos de arterioesclerosis. Aquí depende de lo que el paciente cuente para enfocar un poco cómo hacer ese reconocimiento previo a la participación deportiva.
Explicar al médico que se va a hacer deporte y que se tiene este u otro factor...
Exacto. Con eso puede hacerse una valoración del riesgo. En función de los síntomas que tienes, del tipo deporte y la intensidad que se pretende realizar. En muchos casos no va a hacer falta examinar gran cosa porque para una persona relativamente joven que va a hacer deporte de baja intensidad –como ir al gimnasio para tonificarse o entrenarte para estar en forma–, pues tal vez no haga falta ninguna prueba. Si pretendes completar una carrera de montaña de tres días igual conviene mirarte para comprobar que esté todo en orden.
En realidad, para la mayoría la población lo deseable es que haga más deporte, no menos. Incluso a personas con algunas enfermedades del corazón les recomendamos deporte
Tras casos muy llamativos como estos tan recientes en Madrid ¿corremos el riesgo de dar mala fama a la actividad física?
Lo que está claro es que el deporte es salud. Eso es lo principal porque el riesgo es bajo. En realidad, para la mayoría la población lo deseable es que haga más deporte, no menos. Incluso a personas con algunas enfermedades del corazón les recomendamos deporte. Adaptados a su cardiopatía, claro, pero recomendamos la actividad. Repito: el deporte es salud. Lo importante es cómo hacerlo.
Y una vez que se produce el fallo cardiaco, ¿qué hacer?
Lo fundamental es el desfibrilador. Tal vez incluso más que el reconocimiento previo. En esta última carrera la posibilidad de que el desfibrilador le quitara la arritmia al más joven, eso le salvó en ese momento la vida. En general, cuando la atención es rápida y se aplica el desfibrilador de manera precoz vemos que el porcentaje de recuperación es muy alto. La tasa de recuperación se va al 90% o 95%. Y una buena recuperación porque, más allá del corazón, el órgano más sensible a la parada cardiorrespiratoria es el cerebro.
Así que para estas personas que tienen una atención rápida lo normal es que haya una recuperación, también la neurológica, buena. Eso es lo que sería lo esperable.
El mensaje sería entonces que cuántos más desfibriladores haya distribuidos mejor.
Y que se sepa utilizarlos. Tenemos estudios recientes que muestran que en campos deportivos donde se hacen reanimaciones pero no se atreven a utilizar el desfibrilador la recuperación es mucho menor a las conseguidas que cuando sí se aplica. La diferencia es abismal.
Hay perderle el miedo al desfibrilador: es facilísimo de utilizar; son semiautomáticos, lo hacen prácticamente todo. Lo único que tienes que hacer es apretar dos botones
¿Es fácil de utilizar?
Sencillísimo. Hay perderle el miedo al desfibrilador, que parece que en ocasiones existe más temor al aparato que a la propia muerte del paciente. Causa respeto porque se piensa que se va a provocar un daño y hay que verlo como un aliado, ya que es facilísimo de utilizar. Son semiautomáticos, lo hacen prácticamente todo. Realmente lo único que tienes que hacer es apretar dos botones. No tiene más. Hace la interpretación, te dice si tiene que hacer la desfibrilación y no va a hacer nada que no esté indicado porque está diseñado para actuar solo cuando es necesario.
A las administraciones les toca la formación y la distribución.
Yo les recomendaría que impartieran cursos para toda la población porque es como usar un teléfono móvil. Además, son aparatos bastante baratos para lo que ofrecen. Deben estar en torno a 1.000 euros. Así que los generalizaría en grandes festividades o áreas comerciales porque no es un esfuerzo económico muy importante. Y sobre la formación, insisto en que debería enseñarse hasta en las escuelas.
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