La 'motosierra' de Elon Musk amenaza al histórico observatorio de Hawái que registra el aumento de CO2 desde 1958

La motosierra de Elon Musk amenaza con asestar un duro golpe a la ciencia climática global si los planes de la administración Trump siguen adelante y cancelan el arrendamiento de las oficinas donde trabajan los científicos que mantienen activo el histórico Observatorio de Mauna Loa, en Hawái.
Situado en la cima de un volcán, este es el lugar en el que desde 1958 los científicos recopilan datos de acumulación de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, para generar la famosa Curva de Keeling, un gráfico que muestra el aumento sin precedentes de las emisiones globales de dióxido de carbono asociadas al calentamiento global.
Tal y como adelantó The Washington Post, el Laboratorio de Monitoreo Global en Hilo, conectado al Observatorio de Mauna Loa y desde la que se lleva su mantenimiento, figura en la lista de edificios operados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) cuyos contratos de arrendamiento vencen este año. Según The New York Times, si siguen adelante los planes elaborados por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por el dueño de Tesla, esta oficina podría cerrar en agosto.
Un ataque al clima
Esta medida afectaría a un equipo de ocho personas que trabajan allí para el mantenimiento del observatorio, según el sitio web del laboratorio. Estos científicos y técnicos podrían quedarse sin destino y el observatorio quedaría paralizado, puesto que sus gastos aparecen incluidos en la hoja de cálculo para posibles terminaciones de contratos de alquiler elaborada por el DOGE.

Esta lista incluye al menos 19 contratos de arrendamiento de la NOAA, a lo que se suman las reducciones de personal. En febrero, 1.300 trabajadores de la NOAA fueron despedidos y se planean otros 1.000 despidos, hasta completar un recorte de la plantilla de la agencia de casi un 20%. También se están recortando envíos de globos meteorológicos a la estratosfera, fundamentales para el seguimiento climático y la predicción del tiempo.
Un grupo de políticos demócratas de la Cámara de Representantes envió recientemente una carta al Secretario de Comercio, Howard Lutnick, cuyo departamento supervisa la NOAA, solicitando información sobre el cierre de instalaciones y expresando su preocupación. “La NOAA proporciona información crucial sobre fenómenos meteorológicos extremos y peligros costeros, gestiona la pesca, conserva los recursos costeros y marinos, y protege a los pescadores y consumidores estadounidenses”, escribieron. “El cierre de las instalaciones de campo comprometerá la capacidad de la NOAA para prestar estos servicios y perjudicará a las comunidades y economías locales que dependen de ellos”.

En el New York Times, Ralph Keeling, investigador de la Universidad de California en San Diego e hijo de Charles Keeling, el creador de la famosa curva que muestra la acumulación de CO2 en la atmósfera global, manifestó su malestar. “Estos datos son nuestra visión del planeta”, aseguró. “Son datos de referencia vitales para saber cómo cambiarán las cosas en el futuro”.
Estos datos son nuestra visión del planeta, Son datos de referencia vitales para saber cómo cambiarán las cosas en el futuro
Hace solo una semana, el pasado 7 de marzo, la concentración de dióxido de carbono medida en el Observatorio de Mauna Loa alcanzó un nuevo récord: 430,6 partes por millón (ppm), un valor que no se alcanzaba en el planeta, según los registros, desde hace entre tres y cinco millones de años. Mientras tanto, la administración de Donald Trump, que niega la existencia del cambio climático y defiende abiertamente seguir extrayendo petróleo y emitiendo gases de efecto invernadero, sigue arrinconando a los científicos en diferentes ámbitos, incluido el de la salud.
El ataque a un símbolo
“Sería una mala noticia para la ciencia que se dejaran de tomar unos datos que son vitales”, asegura Francisco J. Tapiador, catedrático de Física de la Tierra en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). “Aunque este laboratorio concreto tiene un problema, y es que una erupción volcánica lo mantiene inaccesible y cerrado desde 2022. Sólo se están tomando un tercio de las medidas”, recuerda.
Para Emilio Cuevas, ex director del Observatorio de Izaña, en Tenerife, aunque lo que está amenazado es el centro de Hilo, en Hawái, y no el propio observatorio de Mauna Loa, se trata de una muy mala noticia para las ciencias atmosféricas. “Este fue el primer observatorio del mundo que inició la toma de medidas rigurosas de gases de efecto invernadero y otros parámetros, y que además inspiró a todos los demás observatorios, incluido el nuestro”, explica a elDiario.es.
Es un ataque a un símbolo, y su cierre parcial si puede ser considerado un ataque directo a la ciencia sobre los gases de efecto invernadero
Observatorios como el de Izaña están tomando medidas de CO2 de gran calidad desde hace décadas y podrían continuar su labor, recuerda Cuevas. “La famosa curva de Keeling lógicamente se vería alterada e interrumpida, pero esto ya ocurrió en noviembre del 2022 cuando la erupción del volcán de Mauna Loa, pero no por ello el registro dejó de existir”, apunta. “Además, las medidas de gases de efecto invernadero en Mauna Loa están duplicadas por el Instituto Scripps de Oceanografía, así que no creo que esto tuviera mucho impacto real. Pero sí es un ataque a un símbolo, y su cierre parcial si puede ser considerado un ataque directo a la ciencia sobre los gases de efecto invernadero, cuyo aumento produce el calentamiento global”.
Retroceder a tiempos oscuros
“La serie temporal de Mauna Loa es la más larga en cuanto a observaciones de CO2 atmosférico y por eso tiene un valor tanto científico como simbólico”, subraya Raffaele Bernardello, investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Centre (BSC-CNS). “Esta administración no ha escondido sus intenciones de desmantelar la infraestructura de lo que ellos llaman fake science del clima”, añade. “Mauna Loa es una víctima más del caos que están creando intencionadamente, en el que se incluye desmantelar USAID y la infraestructura científica en el ámbito del cambio climático para quedar bien con sus bases”.
José Manuel Gutiérrez, director del Instituto de Física de Cantabria (IFCA) y miembro del IPCC, es más pesimista. “El desmantelamiento de Mauna Loa, en Hawái, sería una muy mala noticia para la ciencia en general y sería un indicador de que hemos retrocedido en el tiempo, porque se trata de una serie histórica irreemplazable”, asegura. “Y ya no es un tema de financiación, porque representa una cantidad ínfima en el presupuesto de la ciencia en general en Estados Unidos”.
Estos recortes son fruto del fundamentalismo y nos llevan a épocas más sombrías de la historia humana
A Gutiérrez la situación le recuerda a la que se produjo cuando los talibanes empezaron a romper las grandes estatuas por puro fanatismo. “Esta serie es de un valor incalculable y su interrupción es un atentado contra la ciencia”, sentencia. “Y va en la misma línea del despido de científicos en la NOAA, que es un buque insignia de la ciencia en Estados Unidos y de la climatología a nivel mundial y de otros muchos recortes sectarios y fundamentalistas que nos llevan a épocas más sombrías de la historia humana”.
Valentina Sicardi, científica del clima del BSC-CNS, se teme, además, que esto solo sea el principio de otra serie de recortes a la ciencia climática por parte de la administración Trump. “Si eliminan un lugar tan importante como este es muy probable que sigan con otros, porque significa empezar a desmantelar el sistema por la cabeza”, asegura. “Y recortan porque no les conviene, ya que lo que se mide en Mauna Loa son las emisiones de CO2 de combustibles fósiles, que están superando todos los umbrales”. Este lugar, recuerda, es en el que se vio por primera vez que la Tierra está respirando, ya que se ven los ciclos estacionales de CO2. “Desmantelarlo forma parte de una ola de recortes que afectará al resto de científicos del mundo”, concluye. “Y sería una desgracia para todos”.
11