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ENTREVISTA

Borja Cobeaga: “He vivido la contradicción de dar lecciones con mi película y cagarla como padre”

Borja Cobeaga en la redacción de elDiario.es para hablar de su nueva película, 'Los aitas'

Javier Zurro

19 de marzo de 2025 22:17 h

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Borja Cobeaga demostró hace más de 20 años con Vaya Semanita que se podía hacer bromas de todo. Hasta de ETA. Entonces no existía Twitter, pero da igual, porque sí que estaba activo cuando lo confirmó volviendo a reírse del mismo tema con Fe de etarras (2017) y en la menos conocida Negociador (2014) —una de las mejores comedias españolas de las últimas décadas—. Ahora lo ha vuelto a hacer tocando la monarquía en su nueva serie, Su majestad. Pero Cobeaga tiene poco de provocador. Simplemente, es una mente brillante, ágil y afilada. Siempre atento a lo que pasa como motor creativo para la comedia.

Hubiera sido fácil quedarse en el gag, en el chiste escandaloso, pero Cobeaga —que hace 20 años fue nominado al Oscar por su corto Éramos pocos— tampoco ha querido ir por ahí. Casi al revés. Su nueva película, la primera desde Fe de Etarras, es una comedia sobre la paternidad. Los aitas —que llega a las salas este viernes— habla de una generación de hombres que fueron tan malos padres como les habían enseñado. Cobeaga acude a un tono cercano a Alexander Payne para ofrecer una mirada tierna y sensible sobre lo que significa ser padre. Forma, incluso, un díptico precioso con otro de sus trabajos, la serie No me gusta conducir.

Cobeaga se destapa como uno de los pocos directores que ha puesto la paternidad en el foco. Cuesta encontrar películas que se planteen cómo han educado los hombres, cómo no han estado presentes. Los aitas lo consigue con el viaje de unos parados, despedidos de una fábrica de Euskadi en 1989, que tienen que llevar a sus hijas a una competición de gimnasia rítmica en Berlín. 

Desde 2017 no dirige una película, ¿por qué ha pasado tanto tiempo?

Bueno, ha habido una pandemia en medio. El año 2020 marcó bastante. Pero sí que es verdad que, de igual manera que otros compañeros o compañeras te pueden hablar de lo que han sufrido porque no salía un proyecto adelante, yo en general siempre que he planteado un proyecto se ha acabado haciendo. Lo que pasa es que todos los guiones que he escrito y se han acabado produciendo han sido los de televisión. No me gusta conducir es una serie que hice en 2022, y para mí tiene esa entidad de largometraje, no porque considere que sea lo mismo, sino porque es una historia muy personal, que podría haber sido un largo. Pero es verdad que hay otros directores que tienen más problemas a la hora de sacar adelante proyectos.

Ha mencionado No me gusta conducir, que creo que tiene un tono similar a Los aitas. Siempre se dice que una película habla del momento vital de su director, ¿de qué momento vital hablan en su caso?

Diego San José, con el que llevo escribiendo veintitantos años, dice que tiene que ver con ser padre, básicamente. Es verdad que Los aitas es justamente el primer guion que tiene que ver con esa cosa de la paternidad. Yo creo que es el primer guion en el que me planteo escribir algo sobre ser padre. Pero, por otro lado, pienso en otro guion que escribí después, que es Altas Capacidades, que se está rodando ahora mismo y que dirige Víctor García León, y es una versión súper oscura de la paternidad. Es decir, que de igual manera que No me gusta conducir y Los aitas tienen esa cosa como más luminosa y más tierna, estoy haciendo otras cosas que son todo lo contrario, que son muy oscuras.

¿La paternidad le ha cambiado como guionista?

Sí. Yo creo que de igual manera que antes a lo mejor estaba encasillado en el conflicto vasco, ahora estoy encasillado en la paternidad. No quiero comparar a ETA con mi hijo, pero yo ahí lo dejo. O sea que el Movimiento de Liberación Nacional Vasco y mi hijo de ocho años tengan cosas en común…

Ahí hay un guion también.

Lo estoy mencionando mucho en alguna entrevista reciente y es un guion que no consigo vender, que es la historia de un padre de familia que se da cuenta de que su hijo es la reencarnación de Hitler. Se titula Mi luchita. Pero no consigo colocarlo por algún motivo. La paternidad da mucho juego. Últimamente, se hacen muchísimas películas de directoras desmitificando la maternidad. Creo que la desmitificación de la paternidad por parte de los hombres es otra cosa pendiente.

Justo le iba a preguntar por la paternidad, no hay tantos directores que hayan hablado sobre ellos más allá de colocar al típico personaje que es un padre patoso en plan cómico.

De igual manera que Los aitas es un descubrimiento de esa paternidad creo que habría que hacer la versión desmitificadora, el descubrimiento de que en realidad te estás pasando de sobreproteger a tu hijo. El padre helicóptero horrible que está generándole traumas da bastante juego. Por lo menos yo me lo planteo. De igual manera que creces en el País Vasco en una situación donde hay una banda terrorista actuando y todo sucede a tu alrededor y tiene esa entidad, pues al final acabas escribiendo sobre lo siguiente, que a lo mejor es ser padre y vivir que tu hijo es una reencarnación de un dictador fascista, que es lo que a veces yo sentía en algún momento, pero bueno es muy majo eh, es muy majo mi hijo.

Escribe el guion con Valentina Viso, que también es coguionista de Salve María. No me acuerdo quién fue, pero me dijo que a los directores nunca os preguntábamos por la conciliación y a ellas sí. 

Yo he vivido eso que dices. A las mujeres muchas veces se le pregunta si ser madre les ha impedido rodar. Rara vez me han preguntado a mí si el hecho de ser padre ha influido en mi carrera. Y es verdad que ha influido y mucho. Sobre todo porque he vivido enormes contradicciones. Yo rodé esta inmediatamente después de Su Majestad. ¿Qué supuso eso? Que me perdí el festival del colegio de mi hijo. Estaba haciendo una película sobre la paternidad y sobre cómo redescubrir que simplemente no es que sea bueno para tus hijos, sino para ti mismo el estar presente en el crecimiento y en los acontecimientos de tu hijo y yo estaba siendo mal padre. O sea, estaba dando lecciones morales con la película y cagándola como padre.

A mí me encantaría no tener que volver a rodar una película en junio, que es cuando pasa todo esto. Cualquier padre que nos esté viendo sabe que tiene el festival del cole, el recital de piano, el fin de curso y todo eso. Y no lo digo por lo que pueda pensar mi hijo, sino porque me lo estoy perdiendo yo. Es un acto egoísta. A mí me gustaría estar presente. De hecho, a mi hijo, que porque por supuesto me lo reprochó, le dije “mira, después de todo esto que me he perdido estoy pensando que a lo mejor me dedico más a escribir en vez de dirigir, porque se me da mejor y porque así podría estar más presente”. Y él me dijo: “no te preocupes, tú sigue dirigiendo. Yo juego fatal a fútbol y sigo jugando. O sea que tú sigue dirigiendo también”. Ese es mi hijo.

No he hecho una película de los 80 que sea nostálgica, no te dice que antes todo era mejor, que es algo súper reaccionario

Borja Cobeaga Cineasta

La película no es tampoco un reproche a la generación de nuestros padres, sino que más bien se plantea que algunos hicieron lo que les habían enseñado, otros lo que pudieron.

Sí. Es que yo creo que ahí viene la cosa. Pensando en mi padre, creo que no lo hizo bien, pero hizo lo que le habían enseñado. Es verdad que al final eso no deja de ser una especie de disculpa o de comprensión. Pero no he hecho una película de los 80 que sea nostálgica, no te dice que antes todo era mejor, porque eso es algo superreaccionario y ante lo que estaría muy en contra de plantear. Pero sí que es verdad que en la película hay una comprensión hacia ellos porque hicieron lo que pudieron. Creo que gran parte de esa comprensión fue aceptar que mi padre hizo lo que pudo a pesar de hacerlo regular. 

Es una comedia que llega en un momento donde se hacen remakes de comedias familiares. Usted escribió Ocho apellidos vascos, cuyo éxito afecta a la forma en la que se hace comedia en España. ¿Ha sufrido las consecuencias de su propio éxito con Ocho apellidos vascos?

Desde luego. Fíjate, en el año 2010 o por ahí se estaba haciendo Primos, Promoción fantasma, empezaban en esto Adolfo Valor y Cristóbal Garrido, Javier Ruiz-Caldera, un montón de gente. Se empezó a hablar de la nueva comedia española, ¿esa nueva comedia española dónde está ahora?, ¿qué ha pasado? El éxito de Ocho apellidos lleva a una especie de películas de tópicos regionales y, por otro lado, a los remakes. En las últimas navidades había cuatro comedias españolas en cartel. Las cuatro eran remakes de alguna película francesa, mexicana, lo que sea. Ocho apellidos vascos sembró un modelo a seguir y provocó que diera susto hacer algo que tuviera más riesgo. Ese miedo al riesgo, el hacer una película que haya tenido éxito en otro país, se ha cargado la comedia en España. 

¿Qué explicación tiene?, ¿es industrial?

Es industrial. Es el miedo al fracaso. Piensan que si una película triunfa en Francia y yo hago la versión española, eso va a tener cierto seguro de éxito. Pero es mentira, porque Ocho apellidos vascos no era un remake. Eso no pasa con otros géneros, no hay remakes de thrillers. Es verdad que los que teníamos unas ínfulas más autorales y hemos querido hacer otro tipo de comedia nos hemos ido a la tele y nos ha costado. Los aitas yo empecé a escribirla en 2020 o algo así, con lo cual te cuesta cinco años estrenarla.

Siempre lo preguntamos, pero ¿ha pensado cómo hubiera sido hacer Vaya Semanita con Twitter?

Lo he pensado, sobre todo cuando hicimos Fe de etarras, que en realidad Diego San José y yo siempre pensábamos que era una especie de Vaya Semanita, la película. Estuvo la polémica con la lona de Netflix, y hubo una asociación de guardias civiles que protestó, y hasta el ministro de Interior pidió que se retirara. Había dos diferencias entre Vaya semanita y la película, la primera es que ETA ya no existía, la otra que había Twitter. Estoy viviendo lo que está pasando con Su Majestad, que es una serie supuestamente rompedora, porque habla de la monarquía, del Poder Judicial, de jueces que condenan a raperos, y de momento lleva unas semanas en emisión y no ha pasado nada. Con lo cual, creo que la sociedad es bastante más madura de lo que pensamos.

También depende de si alguien lo pone en el foco o lo usa políticamente. 

Hombre, si entra dentro de la agenda política y todo eso… Pero creo que Diego y yo siempre hemos estado orgullosos de ser ambiguos. Pero la ambigüedad es diferente a la equidistancia. Es muy diferente. Cuando hacíamos Vaya semanita no hablábamos de un político concreto, sino de cómo afectaba la política en la vida cotidiana. No había un posicionamiento, sino que en realidad hacíamos chistes sobre gente que compra el ABC o el Gara. Iba de eso. Iba de la vida cotidiana. Eso te ayuda a despolitizar, a que no uses el frentismo. Eso es un material de comedia descomunal.

¿Con la monarquía no cree que también es que después de Juan Carlos ya se ha abierto la veda?

Sí. Y es verdad que tanto con Froilán como con Victoria Federica, que son referentes claros de la serie, se ha hablado de todo, sobre todo en el género periodístico documental, pese a que la ficción no lo había tocado todavía. Pero es verdad que si haces ficción tienes que ser más amplio, no es como un sketch, y creo que llegó un momento en que Froilán estaba haciendo tantas barbaridades que dijimos, “bueno, vamos a dejarle aparte y vamos a hacer lo que creamos como serie”.

Además de la polémica de la lona tuvo otra con Vox, cuando en unos Goya le pregunté si no haría una película de Blas de Lezo como ellos querían. 

Eso pasó porque en un momento en que Vox estaba lanzándose contra el cine español a saco. Decían que el cine español no interesaba y que lo que había que hacer era una película de Blas de Lezo, que me pareció algo completamente ridículo. Ese nivel de arrogancia, pensar que hay películas que no interesan realmente y que las que interesarían serían sobre héroes nacionales. Eso es lo que pasó.

¿No le dio morbo hacer una comedia bajonera sobre Blas de Lezo?

Sería mejor hacerla sobre el proceso. Santiago Abascal intentando llamar a Mel Gibson para que hiciera esa serie. Es que los que más protestaban en ese contexto era esta gente súper nacionalista. Gente que no hay nadie más patriota que ellos… menos con el cine. No entendía muy bien por qué esa defensa de lo español a ultranza menos con el cine. Y yo creo que básicamente es porque no les das la razón, porque esta gente lo que quiere, como muchos queremos, es que les den la razón.

Vídeo de la entrevista completa

Vídeo: Nando Ochando y Lourdes Jiménez

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