Espacio de opinión de Canarias Ahora
¡Más madera!
Utilizando el lenguaje marxista, es momento de gritar “¡es la guerra! ¡traed madera! ¡más madera!”, tal y como decía Groucho en la película Los Hermanos Marx en el Oeste. Eso es lo que debe estar sucediendo en las Bolsas de Valores, en los Consejos de Administración de muchas empresas y en algunos Gobiernos de lo largo y ancho del mundo ante la escalada arancelaria iniciada desde los Estados Unidos de América. Este enfrentamiento ha cambiado de manera irreversible las dinámicas del comercio global a modo de recordatorio de que las economías del mundo están más interconectadas que nunca, y los conflictos comerciales no solo afectan a las partes directamente involucradas, sino que tienen un impacto en cadena que se extiende mucho más allá de las fronteras de los grandes actores globales. Las políticas proteccionistas, aunque en principio orientadas a defender los intereses nacionales de las grandes potencias, generan un impacto mucho mayor a nivel global, afectando a economías más pequeñas y con una fuerte dependencia del comercio internacional. Hay que decir que, a corto plazo, genera muchas promesas de ganancias, pero a medio y largo, el arrepentimiento termina por aparecer. Y ¿por qué? por que ante una agresión (económica) se le responde con una represalia en términos similares.
Haciendo un poco de historia, el conflicto ha comenzado principalmente con Estados Unidos aplicando aranceles sobre productos clave de diferentes partes del mundo en un intento por reducir el déficit comercial de norteamericano con el exterior, lo que está llevando a una serie de respuestas en forma de incremento de costes, alterando las cadenas de suministro globales, afectando a países y regiones que dependen de la producción y el intercambio de productos, lo que hace ir en contra de todos los manuales de cualquier aprendiz en materia económica, tras hacer superado aquella fase en donde la ventaja comparativa de las regiones originaría un mayor crecimiento compartido entre todas las partes. Según la teoría del Comercio Internacional, formulada en el siglo XIX por el economista David Ricardo (1772-1823), los países deben especializarse en la producción de bienes en los que tienen una ventaja relativa (no necesariamente absoluta) sobre otras regiones, es decir, aquellos bienes que pueden producir de manera más eficiente en comparación con otros. Ricardo argumentó que, aunque una región sea menos eficiente en la producción de todos los bienes en comparación con otra, aún puede beneficiarse del comercio si se especializa en los productos en los que su desventaja es menor. A través del intercambio, ambas pueden obtener más bienes de los que podrían producir de manera independiente, mejorando así el bienestar de ambos.
En la actualidad, más allá de faltar a la teoría, en la práctica se nota y más en la inversión en renta variable a través de las Bolsas de Valores. Tanto la americana como las principales europeas se han puesto en números rojos de forma intensa hasta provocar un posible anuncio de recesión en la economía norteamericana, si nada lo remedia, con el consiguiente efecto contagio sobre el resto.
Aterrizando el dato a Canarias, al depender en gran medida de las importaciones de productos que provienen de los mercados internacionales, las barreras comerciales impuestas terminarán por afectar, llegando a impactar en nuestros bolsillos al alterar la dinámica de los mercados, lo que afecta a los precios internos y la competitividad de las empresas locales. Por esa razón aquí sí que hay que diversificar, pero en materia de relaciones comerciales para adaptarse a las nuevas dinámicas del comercio internacional, buscando nuevos mercados fuera de la influencia directa de la guerra arancelaria recordando que, como se ha dicho en innumerables ocasiones, al final, la ley del talión del ojo por ojo hace que todo el mundo quede tuerto.
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