Espacio de opinión de Canarias Ahora
Alocada y primavera
A veces, no te crees nada. La fe no mueve montañas, mueve conciencias desvanecidas. Y la de Ella es cambiante con la primavera. Las alergias, al polen y a ciertas gramíneas. El polvo esparcido e invisible de las habitaciones. Y el ambiente bélico, sobre todo eso, Ella no lo soporta.
Después de la intervención del presidente del gobierno de España, quedamos en una terraza entre Madrid y Castilla La Mancha: “no me creo el titular ese, el de que no habrá recortes en gastos sociales.” “No sé por qué no hay que creérselo. Este gobierno demuestra cada día esa militancia en lo social. Casi es lo único que demuestra” le digo con pereza. “Es que tú eres un crédulo coruñés repercutido en paseante madrileño, ahora por el este de la región” me dice con cierta insolencia. Lo cierto es que el primer ministro británico, socialista o laborista, ya ha anunciado recortes sociales en pos de las armadas vencibles y cibernéticas. Por eso, como prevención, se han organizado una serie de “los abajo firmantes” para prevenir acerca de esa posible desgracia de los recortes.
La oposición opositora, erre que erre y en sus trece: sí pero no con ustedes, o a pesar de ustedes, o váyase señor González. La matraca de siempre.
Ella pide otro vermú y se queja de una leve mancha que le ha salido en la cara. Es pasajera e insustancial pero no quiere dar explicaciones. Cometo el error de decirle que le queda bien, que le suaviza el gesto. Se va con el vermú sin probar. Estas cosas pasan en primavera, un cierto asirocamiento de las mentes y una ligereza de los espíritus. Me empacho de Semprún en una tarde, dos documentales, y una novela de crepúsculo, “Veinte años y un día”, todo ello revisitado como bálsamo conciliador y lúcido.
Qué será de Europa con estos nuevos vientos de guerra. Qué será de nuestros hijos y de los hijos de sus hijos. Nos prometieron que no volveríamos a soportar otra contienda: me avisa el operador telefónico que he sufrido un intento de ataque informático en mi equipo y en mi casa, ¿quién se interesará por mis miserias digitales? Alguien quiere piratearme unos versos. Allá ellos, nadie se creerá que son suyos, que no son míos. La tinta que utilizo para escribirlos es indeleble como el amanecer casi manchego de esta mañana.
A Castilla siempre le han sentado bien las guerras, es un decir. Nació guerreando y triunfó en las batallas. Esa es su gran diferencia con otros pueblos ibéricos. Aún así, el festival de música de los pueblos ibéricos, primero y último, creo, se organizó en Villalar de los Comuneros, con éxito de crítica y público. Qué lontananzas.
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