De Javier a Leyre y de Leyre a Javier: las joyas medievales del Pantano de Yesa

La primera vez que transitamos por estas tierras que lindan con Navarra y Aragón veníamos de hacer algunas etapas pirenaicas del Camino de Santiago. Y viajábamos con la mente puesta en dos lugares especiales que aún hoy se cuentan entre los preferidos en cuanto a la enorme riqueza patrimonial de este país nuestro: Leyre y San Juan de la Peña. Dicen que estos lugares tienen una fuerza telúrica especial. De eso no sabemos, pero cualquiera que sienta un poco de interés por las leyendas y mitos que giran en torno a la ruta jacobea saben que estos dos monasterios antiquísimos son el escenario de algunas de las leyendas más bonitas del Camino: San Juan de la Peña y su vinculación con el Santo Grial; Leyre y la leyenda del Abad Virila y su viaje en el tiempo acompañado por el canto de un pájaro. Estas tierras de antigua frontera son también un lugar de castillos, atalayas y pueblos fortificados. A un paso está Pamplona; a otro, para el otro lado, Jaca, Loarre y las famosísimas Cinco Villas, una de las maravillas de Aragón. Nosotros nos vamos a concentrar en el tramo que va desde Javier y Leyre con alguna espadilla corta a Undués de Lerda y Sangüesa. Son apenas 25 kilómetros de carretera. Pero qué 25 kilómetros.
Empezamos la visita junto a los muros del Castillo de Javier (NA-5011). Estamos ante una de las fortalezas medievales mejor conservadas de toda Europa y también en un lugar con altísimo significado simbólico: aquí nació San Francisco Javier, uno de los más importantes misioneros europeos del siglo XVI. Los orígenes del castillo se remontan al siglo X, cuando se construyó una torre defensiva en los límites del reino navarro para vigilar a los aragoneses. Recibió el nombre de Esabierre o ‘Casa Nueva’. Con los siglos la atalaya se convirtió en un castillo con todas las letras al que se fueron adosando torres, muros, una ermita y salones de porte palaciego.

La figura de San Francisco Javier ha resignificado el espacio. Al castillo original se le adosó una basílica a finales del siglo XIX que derribó la zona residencial de la antigua fortaleza: una lástima. Pero aún así tanto la basílica como el centro misional forman un conjunto bonito de ver. Ojo al detalle del cementerio.- No dejes de ir a ver el pequeño cementerio que hay al lado del castillo. Lo llaman el ‘Cementerio Gótico’ por la gran cantidad de lápidas medievales que aún se conservan. Aquí puedes ver una de las mejores colecciones de estelas discoidales de toda la Península. Estas lápidas circulares son una de las señas de identidad de los cementerios vascos y navarros.

Un salto hasta Undués de Lerda.- Cruzamos la frontera. Entre el Castillo de Javier y la población aragonesa de Undués de Lerda hay sólo siete kilómetros. Nos topamos con uno de esos pueblos de piedra en los que aún no se ha hecho ninguna barbaridad urbanística. El centro de Undués lo ocupa la mole de San Martín te Tours (Plaza Mayor, sn), una de esas iglesias a medio camino entre templo religioso y fortaleza militar. El edificio es del siglo XVI y guarda un par de tesoros artísticos en su interior (el retablo mayor es más que notable). El pueblo presume de uno de los pocos establos medievales bien conservados de la Península y a pocos kilómetros del casco puedes ver unas salinas de tiempos de Roma. La carretera hasta Sos, la puerta de entrada a la Cinco Villas.- Entre Javier y Sos del Rey Católico hay apenas 19 kilómetros. La cercanía de las míticas Cinco Villa es otro de los atractivos para acercarse a esta comarca en la que, por ejemplo, y aún del lado navarro de la raya, se encuentra la villa de Sangüesa. De camino a Sos hay dos lugares lindos para ver: los grabados rupestres del Corral de Lafita y el Monasterio De Nuestra Señora De Valentuñana, ya a las puertas de Sos).

Y fin de fiesta en Leyre.- Punto culminante. El Monasterio de Leyre (NA-2113) ocupa junto al de Iratxe un lugar de centralidad en la historia del Reino de Navarra. Estamos casi a las puertas de Pamplona y el lugar fue uno de los más importantes panteones reales de las dinastías navarras. Aquí están enterrados los primeros reyes del Reino de Navarra y Nájera, uno de los primeros estados peninsulares en ‘recomponerse’ después del trauma de la conquista musulmana. Aquí se respira historia por todos lados, pero también arte. Muchísimo arte. El monasterio se fundó en el siglo IX y desde los primeros tiempos se ganó fama en Europa por poseer una de las mejores bibliotecas de la Cristiandad. Pero lo que podemos ver ahora es una de las mejores muestras de románico de España (siglos XII y XIII).

Ya nada más llegar te topas con una de las portadas románicas más hermosas del país. La ‘Porta Speciosa’ es obra del Maestro Esteban y todos coinciden en que sólo es superada por el famosísimo Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela como ejemplos del Románico Pleno español. Es sólo un anticipo de lo que nos vamos a encontrar tras los pesados portones de madera. Entrar a Leyre es como activar una máquina del tiempo. Y no es una frase hecha. Pasear por su interior es dar una verdadera clase magistral sobre los dos grandes estilos medievales europeos: románico y gótico (del siglo XI al XV). Pero aún hay más. La cripta de Leyre es uno de los espacios arquitectónicos más especiales de Europa. Aquí puedes ver cómo se construía en aquel lejano siglo IX: estamos ante los restos perfectamente conservados del monasterio primitivo. Gregoriano en Leyre.- Una experiencia que merece la pena. Asistir a una de las misas de Leyre es poder ver cómo se celebraban los oficios en la Edad Media. El canto gregoriano es uno de los ejes de las liturgias. El horario de misas los días laborables es a las 9:00, 19:00 y 21:05; los domingos y festivos religiosos, a las 11:30, 19:00 y 21:05.
Fotos bajo LIcencia CC: Ángel M. Felicísimo; José Antonio Gil Martínez; Ricardo Galli; Gunnar Wrobel; Kent Wang; canduela
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