Humillados, olvidados y asesinados en los campos nazis, 80 años después: “La visita del rey a Mauthausen llega tarde”

Eleuterio Díaz-Tendero Merchán era de Consuegra, en Toledo. Nació en 1882. Se licenció en Medicina, terminó ingresando en el ejército y llegaría a ser coronel. Fue uno de los fundadores del llamado Servicio de Información Militar (1937), una agencia de inteligencia y seguridad que formó a las milicias que defendían la Segunda República Española.
Su historia es una de las que aparecen en el libro Castellanomanchegos en los campos nazis. Derrotados, humillados y olvidados (Editorial Almud, 2025), escrito por José Antonio da Cunha Bermejo (Las Ventas con Peña Aguilera, Toledo. 1954)
“Pudo cambiar la historia de España”, cuenta este profesor de Secundaria ya jubilado y miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. El 16 de julio de 1936, dos días antes del golpe de Estado contra la democracia auspiciada por la II República, el entonces capitán Díaz-Tendero alertó al presidente del Consejo de Ministros y ministro de Guerra Santiago Casares Quiroga de la inminente sublevación. No era solo una advertencia, también se proponía cómo frenarlo. Se entrevistó con Indalecio Prieto. Ambos se conocían de la guerra en África, pero no se tomaron medidas y los golpistas lograron su objetivo.
Este militar toledano estuvo en Bilbao durante la guerra civil y en 1939 se exilió a Francia. Allí fue detenido y encarcelado hasta que la Gestapo, en 1944, le envió al campo de concentración de Dachau donde murió un año después.
Como él, se sabe que casi 900 castellanomanchegos fueron deportados a campos de concentración controlados por los nazis. “No es una cifra exacta. No es definitiva ni lo será nunca porque a muchos se les perdió la pista para siempre”, reconoce el autor. Más de la mitad tenían entre 20 y 30 años. El 61% de ellos nunca regresó.
Como Máximo Manzanero, un vecino de la toledana población de Quintanar de la Orden. Se ha documentado que fue el primer castellanomanchego en perecer en un campo de concentración nazi. Era el 12 de diciembre de 1940.
El último fue otro toledano, de Bargas. Domingo Sierra murió en el campo de Neuengamme, el 30 de abril de 1945. Tenía 32 años y faltaban apenas tres días para que aquel lugar fuese liberado.
Casi todos los castellanomanchegos deportados estuvieron en Mauthausen y en su red de subcampos, como el de Gusen. Buena parte de los datos que aparecen en la publicación han bebido de las fuentes manejadas por Benito Bermejo y Sandra Checa en su libro memorial ‘Españoles deportados a los campos nazis (1940-1945)’ y también de las publicaciones del periodista y escritor Carlos Hernández.
Esto que hago para mí es una expiación. Durante 38 años como docente, no sabía nada sobre los deportados en los campos de concentración. Estudié Magisterio, hice la licenciatura en Historia… Nunca lo vi en ningún manual
Dice el autor que las 887 víctimas que aparecen en el libro ya no están, pero que es importante conocer y divulgar lo que ocurrió para “honrar su memoria”. Cree que contarlo era “una obligación” porque “su olvido durante décadas, décadas y décadas ha sido ominoso”. A José Antonio da Cunha le removió escuchar una y otra vez los testimonios recogidos por algunos periodistas. “Siempre decían lo mismo, no queremos que esto se repita. La historia debe conocerse”.
El profesor imparte ahora charlas en aquellos institutos interesados en la memoria histórica. “Creo que los jóvenes deben saberlo y se muestran interesados. Mi experiencia es fabulosa. No parpadean”. Sin embargo, no oculta su decepción con un sistema educativo del que ha formado parte y que sigue obviando esta parte de la historia de España. “Esto que hago para mí es una expiación. Durante 38 años como docente no sabía nada sobre los deportados en los campos de concentración. Estudié Magisterio, hice la licenciatura en Historia… Nunca lo vi en ningún manual”.
José Antonio da Cunha dice estar preocupado con el ambiente geopolítico mundial. “Estamos en una situación en Europa parecida a lo que había en 1939 o 1940. Los jóvenes tienen que saberlo y que no se repita la misma historia”.
El título de su obra quiere ser elocuente: “Fueron derrotados, humillados y olvidados”, dice este profesor. “A la aplicación de la ley de memoria se le están poniendo muchas trabas. Hay muchas dificultades como ya sabemos”.
Cree que hay que dar pasos, más allá de las exhumaciones que considera “necesarias”. Pone como ejemplo la divulgación de lo que ocurrió, por ejemplo, a través de publicaciones como la suya. “¿Acaso no hay 6.000 euros para financiar un libro como este y que pueda estar en todas las bibliotecas e institutos públicos de Secundaria de Castilla-La Mancha?”. El libro ha tenido que pagarlo de su propio bolsillo.
Castilla-La Mancha, la cuarta región con más deportados
La publicación tiene cuatro partes y comienza situando a los refugiados españoles en el exilio en Francia. “Cuento cómo fueron acogidos, cómo sufrieron y terminaron combatiendo en la Segunda Guerra Mundial, fueron capturados y llevados a campos nazis”.

El historiador subraya que los españoles sufrieron “una doble humillación”, no solo del Gobierno francés, sino por parte de los ingleses: “Cuando consiguieron llegar a Inglaterra fueron encerrados en cárceles porque eran comunistas”.
Y no fueron los únicos, lamenta. “Cuando Alemania invadió Francia muchos intentaron pasar al país suizo, lo lograron y fueron devueltos a Francia. Fue ilegal que lo hiciera un país neutral”, dice.
La obra ha sido concebida, cuenta su autor, “casi como un libro de texto asequible a los más jóvenes”. Se habla de las condiciones de vida de los deportados o de lo complicado que era sobrevivir. “Hubo mucha solidaridad entre ellos y hubieran muerto muchos más de no ser así”. Quienes lograron superarlo, tuvieron que lidiar después con el comienzo de una nueva vida, como refugiados políticos.

Castilla-La Mancha fue la cuarta región española con más deportados después de Cataluña, Andalucía y Aragón. “La razón es que la mayoría del territorio fue zona republicana hasta el final de la guerra”, describe el autor. Casi todos, un 80%, procedían de zonas rurales, de pequeños y medianos pueblos.
José Antonio da Cunha Bermejo dedica una parte del libro a analizar si el culpable directo de las deportaciones de los civiles y de los militares que se habían refugiado en la vecina Francia fue o no el propio Franco. Tras el armisticio con Alemania, el Estado Mayor Francés negoció la liberación de los suyos, pero se desentendió de los prisioneros españoles. “Las autoridades alemanas hicieron varios requerimientos a los cónsules y al Ministerio de Asuntos Exteriores español sobre lo que debían hacer con ellos. Nunca recibieron respuesta”.
Cita de nuevo a Benito Bermejo para señalar que en junio de 1941 un mandatario nazi de Austria, donde estaba Mauthausen, comentó que había “seis mil revolucionarios españoles que se alzaron contra el fascista Franco” y que este los “rechazó” diciendo que “nunca repatriaría a quienes habían combatido por una España soviética”.
En realidad, cuenta el profesor, no se desentendió de todos. “Ramón Serrano Súñer, el cuñado de Franco, sacó a cuatro personas de Mauthausen porque eran familiares de una empleada suya y a otros porque eran de su pueblo”. En Nastola (Finlandia) hubo un grupo de prisioneros españoles que habían combatido con los soviéticos y que optaron por declararse leales a la “nueva España”. Agustín de Foxá, entonces embajador en aquel país, gestionó su repatriación, recuerda el historiador.
“Fueron totalmente olvidados y que el franquismo lo hiciera puede resultar lógico. Lo que desde luego no lo es es que se les olvidase durante la Transición y la democracia: ni los gobiernos de UCD, ni del PSOE ni del PP... nunca se hizo nada. Hasta el año 2005 ningún presidente del Gobierno había visitado Mauthausen. Fue Rodríguez Zapatero. Diez años después estuvo García Margallo, ministro de Exteriores. Allí dijo que instaría al Congreso de los Diputados a realizar un homenaje nacional. Todavía estamos esperando”.
No es lógico que se les olvidase durante la Transición y la democracia: ni los gobiernos de UCD, ni del PSOE ni del PP... nunca se hizo nada. Hasta el año 2005 ningún presidente del Gobierno había visitado Mauthausen. Fue Rodríguez Zapatero y diez años después estuvo García Margallo, ministro de Exteriores. Allí dijo que instaría al Congreso de los Diputados a realizar un homenaje nacional. Todavía estamos esperando
Dentro de un mes, el 5 de mayo de 2025, se cumplirán 80 años de la liberación del campo de concentración de Mauthausen. El rey Felipe VI visitó el campo de exterminio de Auschwitz el pasado enero y se espera que el próximo mes visite Mauthausen. “Llega tarde. Todos están muertos”, comenta lacónico José Antonio da Cunha.

El libro incluye varias biografías y dos anexos, pueblo a pueblo de Castilla-La Mancha, junto a los datos de quienes sufrieron la deportación. Uno de los capítulos está dedicado a conocer cómo eran quienes la sufrieron.
“Desconocía, y me llamó mucho la atención, el hecho de que hubiera tantos hermanos deportados juntos al cotejar las listas. En particular en Mauthausen, Gusen o Neuengamme”. Fue el caso de los tres hermanos Aceituno Magallón que murieron en Gusen con un mes y medio de diferencia. Francisco, Guillermo y Senén eran de Talavera de la Reina.
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