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22 de marzo de 2025 19:58 h

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“Ni éramos de la nueva ola alemana, ni de la Electronic Body Music. Éramos punkis electrónicos. Eso es lo que éramos”. Así es cómo define el músico Robert Görl lo que él y el cantante cordobés Gabi Delgado hicieron bajo el nombre de D.A.F. (acrónimo germano de Amistad Alemana-Americana), uno de los proyectos más influyentes de la música occidental de los últimos 50 años, pionero en la fusión de espíritu punk y música electrónica. Un mazazo creativo que abrió un canal por el que se colaron muchos otros, sin que, además, haya aparecido aún un proyecto capaz de asimilar en sentido estricto el torrente musical, político y estético que desarrollaron dos jóvenes inadaptados criados en una de las ciudades más prósperas de la Alemania Occidental.

Casi medio siglo después de iniciar su andadura, Robert Görl (Munich, Alemania, 1955) anda estos días celebrando que se ha recuperado del accidente cerebro-vascular que lo mandó al hospital a finales del año pasado. Al mismo tiempo, anda mirando con cierta tristeza el calendario, ya que este 21 de marzo se han cumplido cinco años desde la muerte de su compañero en mil vidas y batallas: Gabi Delgado (Córdoba, 1958-2020). Como suele hacer desde entonces, publica un post en redes sociales con un mensaje de cariño hacia aquel joven cordobés emigrante al que conoció hace 47 años en el Ratinger Hof, el hervidero punk de Düsseldorf.

Un encuentro que cambió el curso de su vida, según reconoce en una entrevista con Cordópolis. “Supongo que todo hubiera sido muy diferente de no haber conocido a Gabi”, confiesa el batería y compositor alemán, que cuenta que, cuando conoció al músico y cantante cordobés, el que acabaría siendo su compañero musical durante los siguientes 40 años, hubo una especie de corriente eléctrica entre ambos. “Fue amor a primera vista”, anota.

Los anti-Kraftwerk

Düsseldorf era la ciudad de Neu! y de Kraftwerk, otros dos emblemas de la música alemana contemporánea. Pero D.A.F., sin proponérselo, iban a convertirse en su reverso. Si bien la huella de Kraftwerk en la historia de la música contemporánea es gigantesca, lo cierto es que sólo el paso del tiempo ha puesto en su sitio la importancia de lo que hicieron Gabi Delgado y Robert Görl.

Visto en perspectiva, D.A.F. está hoy más vigente que nunca. Vivimos en un momento en el que ha vuelto una especie de Guerra Fría, el fascismo ha reemergido casi como parodia, el sexo se ha convertido en material de consumo masivo y la música electrónica se ha vuelto de nuevo punk, oscura y ultra-acelerada. En este marco, el cóctel de aquel proyecto, que mezclaba erotismo, estética militar, política y máquinas electrónicas, parece facturado para degustarse estos días. Así, tras 50 años reivindicando a Kraftwerk como el modelo alemán de grupo electrónico, ha sido el propio devenir de la sociedad el que ha hecho igual o más determinante el discurso sonoro y musical de aquella pareja de punkis de Düsseldorf.

Una pareja que no tenía absolutamente nada que hiciera presagiar su triunfo comercial: por un lado estaba Görl, criado en un orfanato y que consiguió estudiar batería de jazz para, de golpe y plumazo, renunciar a ello para convertirse en pionero en la secuenciación de música electrónica. Por otro lado estaba Delgado, un emigrante cordobés que dejó la España de Franco siendo un niño para vivir el milagro alemán, sin tardar en descubrir que la xenofobia seguía latiendo en aquella sociedad; un tipo sin conocimientos musicales, pero con un carisma y una creatividad y seguridad en sí mismo a prueba de bombas.

A Gabi no le gustaban nada las guitarras. 'Las guitarras son cosas de viejos hippies', decía

Robert Görl Músico

Cuenta Görl que, cuando se conocieron, él acababa de llegar de Londres después de estudiar música (formación clásica y jazz en Alemania y Austria) y con la intención de formar un grupo en Düsseldorf. “Gabi me dijo que él también quería formar un grupo, y que era cantante, letrista y bailarín. Así que nos pusimos muy contentos y le presenté a Gabi a algunos músicos que conocía (a Michael Kemner, Wolfgang Spelmans y Kurt Dahlke). 'Ahora somos una banda', pensamos. E hicimos algunos ensayos juntos, pero a Gabi no le gustó mucho”, recuerda.

El carácter anárquico de aquel inmigrante cordobés no hacía las cosas fáciles. Tampoco su desprecio por cualquier tradición. Le gustaba referirse a la escena musical de su tiempo con el término “imperialismo pop angloamericano”, y deseaba distanciarse de ello tanto musicalmente, como teórica y conceptualmente. El resultado fue un sonido que el crítico británico Simon Reynolds describió como “un asalto electro-punk caótico y áspero”.

Fuera guitarras

Görl coincide. “A Gabi no le gustaban nada las guitarras. 'Las guitarras son cosas de viejos hippies', decía. Así que nos enteramos de que la empresa Korg había sacado un sintetizador y un secuenciador, y que costaba poco dinero. Eso era lo nuestro”, explica el que, a partir de aquella adquisición, se convirtió en uno de los pioneros de la secuenciación electrónica.

Para cuando descartaron la formación inicial, más próxima a una banda, y se convirtieron en dúo, ya tenían aquel nombre tan extraño y, a la postre, tan exitoso. “Era crítico, político e inusual. Nos pareció que sonaba extremadamente provocativo y eso es lo que nos gustó. Ese nombre fue una victoria”, comentó Gorl en las páginas de Electri_City - The Dusseldorf School of Electronic Music (Omnibus Press, 2016). Era también una forma de hacer política.

“Nuestra intención era hacer cosas completamente nuevas. Así que creamos música punk muy dura, pero de forma electrónica, combinada con letras muy duras y que rompían tabúes. El único tabú para nosotros era no ser como ningún otro grupo”, recuerda el músico alemán. Lo que lograron fue sembrar un huerto del que emergieron muchos otros grupos, pero también nuevos géneros musicales -especialmente el EBM, del que bebé la electrónica europea contemporánea-. Su huella se acrecentó sobre todo a partir de su etapa más brillante, que curiosamente se gestó en Londres, con varios discos producidos por uno de los padres del krautrock, el maestro Conny Plank, y publicados por Mute e incluso la multinacional Virgin, que editó su célebre trilogía Gold Und Lieb (1981), Alles ist gut (1981) y Für Immer (1982).

Robert Görl relata que aquella proeza tuvo también algo de carambola. “Dimos un concierto en el Marquee Club de Londres. Después del concierto, un hombre se me acercó y me dio un número en un papel. Era el número del productor alemán Conny Plank. Me dijo: 'Llámale, por favor. Le interesa tu música'. Así que nos pusimos en contacto con él y fue un buen paso para nosotros. Conny Plank tenía todos los contactos con las discográficas y las editoriales. En nuestro caso con Virgin Records y Wintrup Music”.

Las rupturas

No parece darle Görl demasiada importancia a la locura que parece, 50 años después, que una multinacional fuera la que pusiera en la calle un single llamado Der Mussolini, y en el que se animaba a bailar como Adolf Hitler y como Mussolini. Fue idea de Gabi Delgado. Probablemente, el hecho de ser español le eximió de la responsabilidad y la vergüenza que los alemanes sentían sobre su pasado reciente. Su actitud punk y su papel de dinamitador de las convenciones hizo el resto. Ese tema los convirtió en superventas y, como contó alguna vez el cantante cordobés, les sacó de la indigencia para meterlos directamente en una nube de cocaína, viajes en primera clase, hoteles 5 estrellas y ropa Armani.

Fue el prólogo de la primera de sus varias rupturas, según Görl, que cuenta que, en aquel momento, en 1983, estaban agotados. Ambos aprovecharon la pausa para lanzar material en solitario -en su caso, Night full of tension, junto a Annie Lennox, mientras Delgado publicó Mistress, ambos discos muy adelantadísimos a su tiempo-. El batería, además, se fue a estudiar interpretación a Nueva York con Stella Adler, mientras que Delgado descubría el house y el techno y las raves y comenzaba a pinchar con el nombre Spanish Fly. Se volvieron a reunir dos años después para hacer First Step to heaven, y se volvieron a separar.

Esa ruptura sí fue más seria. “Había muchas cosas de ego entre nosotros, probablemente debido a nuestro tiempo en solitario”, reflexiona Görl, quien poco después, en 1989, tuvo un tremendo accidente de coche del que salió vivo de milagro, y del que pasó directamente a un monasterio budista. Tuvieron que pasar 20 años hasta su siguiente reconciliación. Según narra el músico alemán, en 2003, Gabi Delgado y él volvieron a contactar y decidieron reunirse de nuevo. El resultado fue 15 Neue DAF Lieder, que llegó a toda una nueva generación de jóvenes -con lectura para Red Bull Music Academy incluida- que había llegado a ellos, tras ser definidos por John Peel como los “padrinos del techno”.

La muerte de Gabi

El impulso duró hasta 2020, cuando Gabi Delgado murió en Portugal en los días posteriores a la declaración de emergencia mundial por la pandemia de la Covid. Dos días después, Görl publicó en Facebook una foto de ambos con el siguiente mensaje: “Querido Gabi, que tengas un buen viaje. Donde quieras ir, haz lo que quieras. Te lo deseo de todo corazón. Y te prometo que mantendré nuestra bandera DAF en lo más alto. Todo lo mejor de Robert”. Desde entonces, todos los años publica un recuerdo sobre su amigo. El último, este mismo sábado.

Antes de fallecer, Görl y Delgado habían estado hablando de volver a entrar en el estudio. Pero no hubo tiempo. “Teníamos el plan de hacerlo. Toqué algunas de mis nuevas secuencias a Gabi para que se interesara. Le gustaron, pero Gabi no me dio nuevas letras para que las revisara. Él solía escribir sus letras sobre todo cuando hacíamos las grabaciones. Murió unas seis semanas antes que la fecha marcada para volver al estudio. Fue un verdadero shock”, reconoce Görl, que un año después publicó Nur Noch Einer (Sólo uno más), un álbum de despedida para Gabi coproducido por Sylvie Marks, y al que incorporó viejas grabaciones de los años 80 con secuencias aún inéditas.

El músico alemán también lamenta que Delgado muriera sin que ambos tuvieran nunca la oportunidad de tocar en Córdoba, la ciudad en la que nació su amigo. “Para mí sería un sueño, sería algo precioso”, reconoce Görl, que cuenta que Gabi le hablaba mucho de Córdoba: “Me decía que, en verano, es el lugar más caluroso del mundo. Que no hay nadie en la calle durante el día. A los 50 años, Gabi volvió a Córdoba, y yo le visité allí dos veces. Me gustó mucho”.

En cualquier caso, Görl reconoce que Delgado murió sencillamente cuando le tocó y en pleno ejercicio de su libertad. “Cuando ocurrió todo aquello del coronavirus y él dejó este mundo para siempre, no pude evitar pensar que a la última persona que me imaginaba con una mascarilla era a Gabi Delgado”, reflexiona tranquilamente, igual que cuando se le plantea qué piensa sobre el auge de la extrema derecha incluso en Alemania: “Es algo que no puede detener mi vida libre y espiritual. Creo firmemente en no dañar a ningún ser vivo y amo mi naturaleza de Buda”, responde.

Al final, Görl sí se deja llevar por una cierta nostalgia. “Gabi y yo tuvimos muchos buenos momentos y también muchos malos. Escribimos muchas canciones. Algunas de nuestras canciones se hicieron famosas. Incluso vivimos juntos algunos años en Londres. Fuimos a muchas fiestas juntos. Siempre estábamos tramando algo, siempre teníamos planes. Como te he dicho, lo nuestro fue amor a primera vista, aunque más tarde se convirtió en una relación de amor y odio”, rememora.

Aquel huérfano alemán y aquel emigrante español eran, de algún modo, como agua y aceite. Sin embargo, pudieron quemar todos los puentes que quisieron y, de aquella llamarada, en vez de muerte y desolación, surgió un mundo nuevo. “Fue bastante turbulento en muchas etapas. Nuestros diferentes temperamentos en realidad gustaban a nuestros fans. Y es curioso, porque, aunque muchos de nuestros seguidores pensaban que éramos una pareja gay, nunca tuvimos relaciones sexuales”, remata Görl, que despide la entrevista con una primicia: habrá nueva música de D.A.F. con Sylvie Marks en el sello Grönland Records.

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