
El CSA La Tabacalera pide al Ministerio de Cultura que respete el acuerdo de ceder 7.666 metros cuadrados en el edificio

Las obras de rehabilitación del enorme complejo de La Tabacalera, en la glorieta de Embajadores, encaran la recta final y los papeles empiezan a llenarse con referencias a su futuro inmediato. El mes de marzo comenzó, de hecho, con la aprobación en el Consejo de Ministros de la creación del Centro de Producción y Residencias Artísticas Tabacalera, a propuesta del ministerio de Cultura de Urtasun (Sumar).
Poco se ha hablado, sin embargo, de la vuelta al trabajo de los colectivos participantes en el Centro Social Autogestionado La Tabacalera, el gran proyecto de cesión comunitaria madrileño de los últimos lustros, que inició su andadura en 2010 con un acuerdo firmado entre diversos colectivos sociales y artísticos y la Dirección General de Bellas Artes, del Ministerio de Cultura.
La cesión está en vigor, por lo que no debería haber problemas para que CSA La Tabacalera vuelva a ser la misma de siempre en un espacio ahora remozado, que convivirá con los más de 20.000 metros cuadrados del nuevo Centro de Producción y Residencias Artísticas. Sin embargo, los miembros del colectivo han hecho público su malestar por el ninguneo que se está haciendo al proyecto social y cultural. Afirman en un comunicado que “no se ha nombrado la participación del centro social y su vuelta a los espacios que autogestionaba, ni en las notas de prensa que se han emitido a los medios, ni en las licitaciones y documentación de las obras previstas para la rehabilitación y gestión de los espacios”. No se trata, nos explican, de que echen de menos los mimos del ministerio sino de asegurar que se cumpla lo acordado.
Existe una orden ministerial, firmada por el entonces titular de la cartera de Cultura, Miquel Iceta, que reconoce a la Asociación CSA La Tabacalera de Lavapiés la renovación de la cesión de cuatro años desde el 2 de diciembre de 2023 (que era la fecha en la que caducaba la cesión en vigor en ese momento).

El pliego de la autorización de uso, al que ha tenido acceso este medio, especifica, con planos y cifras, la superficie objeto de la cesión, que no es otra que la que siempre gestionó la asamblea del CSA La Tabacalera en las plantas baja y sótano (7.666 metros cuadrados). El documento también afirma que la autorización quedaría suspendida durante el periodo de las obras de la envolvente del edificio (muros y tejado) y se reiniciaría una vez terminadas y recepcionadas.
Dichas obras parecen estar a punto de acabar (debían haber concluido a finales del año pasado y se espera que lleguen a término sobre el mes de mayo) aunque aún quedarán trabajos por hacer en el interior del edificio. Por ello, distintos agentes del entorno del CSA La Tabacalera lanzaron recientemente una campaña de firmas online para que se permita comenzar a utilizar una parte del complejo, la llamada Nave Trapecio, lo que afirman es compatible con el trabajo en el resto del edificio.
Poca gente conoce la complejidad que han revestido la gobernanza y las relaciones institucionales de actividad del CSA La Tabacalera. Por un lado, está la asamblea, que es la forma en cómo ha naturalizado su funcionamiento el colectivo de participantes del centro. Por otro, la Asociación CSA La Tabacalera, una entidad creada ad hoc en su momento para dotar a los colectivos participantes (hasta una treintena) de una personalidad jurídica. Es solamente instrumental y está supeditada a la asamblea, pero las cesiones legales del espacio se otorgan a esta asociación, por ejemplo.
Paralelamente, tiene lugar la relación con las instancias públicas que CSA La Tabacalera ha mantenido a lo largo de los años, que se han sustanciado en numerosos momentos de negociación. Las últimas, las que precedieron a las obras para la importante reforma del inmueble (que desembocaron en la mencionada renovación de la cesión) y las que actualmente mantienen con el ministerio de Ernest Urtasun a través de Ángeles Albert, cabeza de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes.
CSA La Tabacalera se reúne con Albert cada dos semanas, un lunes sí y otro no. La semana que no toca interlocución toca asamblea abierta, donde se tratan de forma pública los temas que se tratarán siete días después y, en general, el rumbo del colectivo. El trabajo conjunto también se ha sustanciado en la elaboración de un Proyecto a Futuro junto al Ministerio. En aras de esta colaboración piden al gobierno ahora transparencia y reconocimiento público.
Pero la cosa no queda aquí. Desde CSA La Tabacalera explican que desde el pasado mes de diciembre la Dirección General habla de la cesión de un espacio más reducido que el que históricamente ha gestionado el proyecto socio-cultural y aparece en la documentación. Se reduciría a la Nave Trapecio y la llamada Molino Rojo, que se solía utilizar para artes escénicas y está fuera del edificio principal. Desde CSA La Tabacalera afirman que “esperan convencer al ministerio de que reconsideren el cumplimiento de los acuerdos, e incluso avancen hacia apuestas más ambiciosas”.
Aún hay un movimiento más, que potencialmente añadiría un nuevo actor en la ecuación de la antigua fábrica de tabacos, que lucirá radiante después de los más de doce millones de euros, con origen en fondos europeos, empleados en su puesta a punto. El pleno municipal del distrito Centro aprobó el pasado jueves, 13 de marzo, una proposición del grupo popular para pedir que el Ayuntamiento solicite al Estado la cesión de parte del edificio para destinarlo a equipamientos municipales. Durante el debate plenario, sin embargo, no se especificó el uso concreto pretendido para el espacio, algo que tampoco había especificado el Delegado del Área de Gobierno de Urbanismo, Borja Carabante, cuando fue preguntado por los medios unas horas antes.
El complejo también es objeto de reclamación por otras instancias vecinales del barrio de Embajadores, como la histórica Asociación La Corrala, que lleva años reclamando que el lugar es una oportunidad para la dotación de servicios. Otras asociaciones vecinales del entorno inmediato de La Tabacalera, como la Asociación Vecinal Pasillo Verde Imperial, o los colectivos implicados en el Espacio Vecinal Arganzuela, son también agentes afectados por la nueva configuración del complejo y han mantenido una relación de colaboración activa con el CSA La Tabacalera.
Pronto, el gran edificio dieciochesco de la calle Embajadores estará listo para abrir sus puertas y volver a ser uno de los espacios culturales más singulares de la ciudad. Los vecinos podrán pisar su magnífico patio y los colectivos implicados volver a hacer de La Tabacalera la experiencia admirada internacionalmente fue hace poco tiempo. Para ello, claman, solo necesitan que quede claro que todo está en orden con la cesión en vigor.
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