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La reforma inminente para el estadio del Rayo no convence al club: “Tenemos plan A, B y C. Vallecas no entra en ninguno”

El Estadio de Vallecas, en una imagen de archivo.

Lourdes Barragán

Madrid —

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Nadie sabe qué futuro le depara al Rayo Vallecano. Si la Comunidad de Madrid había aflojado la cuerda y cedido ante la idea de mantener el estadio en su barrio, el núcleo duro en la directiva del club no se ha dado por vencido. En el equipo hay quien ve insostenible quedarse en el que ha sido su campo desde 1976. No solo por la degradación progresiva del edificio ni por la inspección desfavorable que desencadenó, sino por una cuestión de espacio: lo ven insuficiente como para ajustarse al crecimiento del conjunto y su afición.

El Rayo se mantiene en Primera División, rozando el sueño europeo. Una idea que choca con la situación de sus instalaciones, en las que apenas caben unas 15.000 personas. Lejos queda de otros estadios como el Bernabéu (cerca de 80.000), el Benito Villamarín (60.000) o el Sánchez Pizjuán (40.000). Pero el principal problema son las filtraciones de agua, las grietas en su estructura o el desprendimiento de materiales que amenazan en cada partido.

Son habituales los resbalones sobre grandes charcos que se crean por la acumulación de agua o la corrosión de la cerrajería metálica, un material que va oxidándose en todas sus apariciones. La suma de tantos factores ha abierto un largo debate sobre si el equipo debe o no permanecer en este campo. Más allá del fútbol, el Rayo es un símbolo para Vallecas y su posible traslado –muy deseado por la directiva del club– ha agitado algunas voces entre la afición.

El punto de inflexión llegó en 2023. Una inspección técnica constató un amplio listado de daños que ponían en peligro toda la infraestructura. El informe emitido por aquella ITE –una especie de ITV obligatoria para los edificios–, cuyo contenido publicó El Confidencial, advirtió de “deficiencias de conservación” en el estadio, que es propiedad de la Comunidad de Madrid. Su uso está cedido al Rayo Vallecano, que paga unos 90.000 euros al año por la concesión. Pero el inmueble lleva desde 2012 sin una Inspección Técnica de Edificios favorable.

Hace justo un mes, el viceconsejero de Presidencia y Administración Local publicó en su cuenta de X una imagen en el interior del estadio, con la que anunciaba la proximidad de la reforma en la que invertirán unos dos millones de euros. “Las mejoras menores comenzarán antes de finalizar La Liga”, expresó José Antonio Sánchez en el post, señalando el 25 de mayo –dentro de dos meses, cuando acaba la máxima competición de fútbol en España– como fecha límite para iniciar las labores “más complejas” de la reparación.

La Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, que coordina la actuación, detalla a Somos Madrid que aún no tienen el plan de obra finalizado pero que próximamente –no hay fecha exacta– comenzarán a cambiar las puertas. Las previsiones iniciales pasan por atajar primero lo “más urgente” para que los trabajos no interfirieran demasiado con los partidos, que seguirán disputándose.

De ello informó el Ejecutivo regional en un comunicado a finales de 2024, donde indicaron que luego repararían los entrevigados fisurados, restaurarían grietas, sanearían los muros más perjudicados por el tiempo o arreglarían la cerrajería oxidada, eliminando las humedades. Pero dentro creen que incluso entonces aún quedaría mucho camino por recorrer. “Seguimos mirando hacia fuera y ya tenemos plan A, B y C para irnos. Quedarse en Vallecas no está en ninguno de ellos”, sentencian fuentes del club.

Fisuras en las fachadas o aseos sin acondicionar

También cuentan con sustituir los “falsos techos” y las “fisuras de la fachada en la zona de las federaciones”, pintando las escaleras o limando los aseos, o instalar paneles de chapa galvanizada en la cubierta de la avenida de la Albufera, que vertebra Puente de Vallecas. En las instalaciones conviven varias federaciones deportivas madrileñas, que tienen cedidos algunos espacios dedicados al boxeo, el tenis de mesa, el billar o el ajedrez. En 2026 se cumple medio siglo desde la inauguración del estadio, pero nada asegura que todo esté a punto para entonces.

Robin es uno de esos aficionados del Rayo que no vive en las inmediaciones del barrio, sino que reside en La Latina. Pero igualmente celebra que el equipo permanezca en su campo de toda la vida. “Para mí, que no soy de Vallecas, es impensable imaginarles en otro sitio”, señala, desdeñando la sugerencia del presidente del club, Raúl Martín Presa, sobre invertir en un nuevo estadio y desligarse del que les cede la Comunidad de Madrid.

“Es absolutamente absurdo, como todas las decisiones que vienen de este presidente. El estadio es el corazón del Rayo y de Puente de Vallecas, [desplazarlo] afectaría mucho al barrio”, sentencia, sembrando la duda de a qué fines podrían pasar a dedicarse sus actuales instalaciones. Adriana, otra fiel seguidora del conjunto –nació en Segovia pero desde hace años vive en Madrid– cree que el equipo vive un gran momento a nivel futbolístico: “Llevan una temporada increíble y están demostrando una calidad de juego enorme, aunque no siempre se refleje en los resultados. Tengo la sensación de que la afición está muy contenta con el equipo y su entrenador”, que actualmente es el pamplonés Íñigo Pérez.

“El Rayo será vallecano o no será”, fue la frase con la que sentenciaba uno de sus abonados, Fran, el por qué cree que la afición prefiere que el equipo se quede en el barrio. Lo expresó así a Somos Madrid hace más de un año, cuando el debate sobre su traslado estaba en pleno auge hasta que la Comunidad de Madrid anunció que se acometerían obras en el estadio. “Después de todo, somos el único club de Primera División que no pone a la venta entradas online. Hay que comprarlas en taquilla, haciendo cola y en unos horarios terribles: lunes y viernes a las 9.00 o a las 14.00”, lamentaba Marisol, otra socia que temía las consecuencias que tendría para los vallecanos el cierre del campo actual. El Gobierno regional intentará darle un futuro, pero la última palabra la tendrá el club.

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