Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

¡Salud! es lo que deseamos a la gente que queremos porque, sin ella, todo lo demás es mucho más difícil. Cada sábado, nos acercamos a este asunto universal a través de un boletín que presta especial atención a la sanidad pública, da un cariño a las buenas noticias (que falta nos hacen) y deja en tu bandeja de entrada información de servicio público para malestar menos y vivir mejor.

Notas de una periodista en marzo de 2020 (sometidas a confirmación, como las noticias)

Dos jóvenes se abrazan en la calle.
15 de marzo de 2025 09:02 h

1

El 14 de marzo de 2020 era sábado y estaba en mi piso de 30 metros cuadrados del centro de Madrid con casi 39 de fiebre. Recuerdo que puse la televisión con un estado de agitación que ya no sabía si era por la temperatura o porque nos estábamos metiendo en un territorio ignoto. Digo ignoto por no decir marciano. España estaba en estado de alarma y estaba prohibido, desde el día siguiente, salir a la calle.  

Tuve suerte. El coronavirus pasó en tres días en los que hice cosas tan absurdas como intentar ir a buscar mascarillas al centro de salud. Juro que es lo que me recomendaron por teléfono desde la Consejería de Sanidad. Esos trabajadores que lo cogían sabían tan poco del virus como yo: en esos días, varias personas de mi entorno con los mismos síntomas recibieron diagnósticos distintos. “Si no tienes disnea, si no te ahogas, no es coronavirus”, le dijeron a mi pareja. A mí me colocaron en una lista donde iban los “sospechosos” de tener la infección. 

Me reincorporé a trabajar de la baja el 18 de marzo. De esos días no recuerdo mucho, si te soy sincera. Había una avalancha, esto no se me olvida, de noticias que escribir, de historias que contar y de preguntas que responder. En muchas de nuestras agendas no aparecía ni un solo número cuando buscábamos “epidemiólogo”. 

He recurrido a la memoria ajena para validar la propia, sometiéndome a mí misma a la buena praxis periodística de la confirmación. Durante esta semana he preguntado a mis compañeros y compañeras de la sección de Sociedad qué recuerdan. 

Raúl Rejón me cuenta que pensó “qué dolor de cuerpo” el 13 de marzo al levantarse. Por la tarde, ya medio febril y desde casa, preparó un artículo para el día siguiente que se titulaba así: “Los médicos de UCI avisan de que hasta 9.000 personas a la vez pueden necesitar cuidados intensivos por el coronavirus”. Solo había en España 4.000 camas. “Mañana abres”, le dijo nuestra jefa, Natalia Chientaroli. Pedro Sánchez ya había anunciado el estado de alarma, aunque hasta el día siguiente no se concretaron todas las medidas en otra comparecencia. 

Natalia vio el anuncio del confinamiento desde la cama, también como una “enferma de la primerísima ola”. Sí, en la sección tuvimos sobrerrepresentación de infecciones los primeros días. El reposo le duró poco porque estaba al frente de la sección que se convirtió en el “centro neurálgico del periódico”. “Era una obsesión que ocupaba todas nuestras horas con una gran responsabilidad profesional –la de publicar sobre algo delicado e incierto sintiendo que cada palabra tenía el poder de salvar vidas o desatar el pánico– y personal –la de sostener a mis hijos en un hogar en el que hubiera algo de seguridad y alegría cuando afuera se parecía tanto al infierno–”. En su casa los periodistas eran dos ¡y de diferentes medios! “Nos ocultábamos exclusivas con el mismo amor (y al mismo tiempo) que poníamos la comida en el horno”. 

Marta Borraz se acuerda de los epidemiólogos que “respondían a casi cualquier hora del día”. Fueron nuestros grandes aliados en un tiempo nuevo en el que pasaban, sin embargo, cosas viejas: “Muchos de los que tenían esa disponibilidad eran hombres”. Se vio publicando, con el resto de la sección enferma, la apertura del día: nos encierran en casa. “Más allá del trabajo, la vida se convirtió en una especie de burbuja que detuvo un poco el tiempo y aproveché para hacer esas cosas para las que la vida frenética no deja tanto espacio: leer, hacer deporte (online) o empezar un curso de ilustración que nunca terminé”, recuerda. “Si fue posible fue desde el privilegio de vivir con alguien en una casa espaciosa y sin andar preocupada por la salud de ninguna persona querida”.

“Estaba tan convencido de que nos iban a encerrar que unos días antes me corté el pelo y llené el depósito de gasolina”, cuenta Antonio Martínez Ron, que en los primeros días de confinamiento condujo hasta casa de su padre, trasplantado de riñón, para llevarle las medicinas. “Solo se veían ambulancias y coches fúnebres, era lo más parecido al fin del mundo”. 

De aquella cobertura tan difícil –y estimulante aunque solo fuera desde el punto de vista periodístico– también fueron parte Belén Remacha, que entonces era responsable de Sanidad y Salud en el periódico; Ana Requena; Daniel Sánchez Caballero; Mónica Zas; Laura Galaup; Elena Cabrera o Marina Estévez, además de todos los compañeros y compañeras de la redacción que desde sus áreas cubrieron lo que estaba pasando en la política o en la economía. 

Con la excusa del aniversario algunas nos hemos acordado de esa disociación tan extraña aunque nos cueste mirar atrás. ¿Queremos olvidarlo y es sano que así sea? De eso va este artículo. El lustro desde el estallido de la pandemia también nos ha traído la reaparición pública de Fernando Simón. Lo que ha llovido. 

Mientras estabas a otras cosas...

  • Va camino del Congreso la primera ley nacional para proteger a los menores del alcohol en un país donde todo se celebra brindando (con vino o cerveza, claro), saliendo de cañas o tomando copas. Las medidas.

Los diagnósticos de autismo se multiplican

Concretamente, por cuatro en la última década. Como no hay una estadística específica, el indicador más fiable hasta que exista son las matriculaciones en el sistema educativo por el que pasan todos los niños. En 12 años se ha pasado de 19.023 alumnos y alumnas en todo el país en el curso 2011-2012 con lo que entonces se definía como “trastornos generalizados del desarrollo” a los 78.063 estudiantes que había en el curso 2022-2023, el último con datos en el Ministerio de Educación.

Nos hemos preguntado por qué. Quienes saben de esto aseguran que se ha mejorado en la detección y eso ha hecho aflorar muchos casos con un menor impacto (el trastorno cubre un amplio espectro con síntomas de diferente intensidad) que antes no se consideraban autismo. Sobre todo entre grupos menos analizados como los adultos (sí, no es una cuestión solo de niños) y específicamente, dentro de ellos, las mujeres. 

Aprovecho para dejarte aquí otro reportaje que publicamos hace unos meses sobre los diagnósticos tardíos

Acabo por hoy. Espero que tengas un bonito fin de semana.

Sofía

Sobre este blog

¡Salud! es lo que deseamos a la gente que queremos porque, sin ella, todo lo demás es mucho más difícil. Cada sábado, nos acercamos a este asunto universal a través de un boletín que presta especial atención a la sanidad pública, da un cariño a las buenas noticias (que falta nos hacen) y deja en tu bandeja de entrada información de servicio público para malestar menos y vivir mejor.

Etiquetas
stats