laSexta estrena este domingo 19 de enero, a las 21:25 horas, la sexta temporada de Lo de Évole, que arrancará con un primer programa que contará con Juan y Medio como invitado. Por este motivo, Atresmedia decidió llevar a Sevilla una rueda de prensa de presentación de lo nuevo del formato a la que acudió verTele, y en la que Jordi Évole sorprendió a todos al aprovechar el acto para llamar in situ a Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de Andalucía, a quien pidió que le dijera a Isabel Díaz Ayuso que le cogiese el teléfono.
“No entiendo muy bien el punto este de cierre que tiene hacia nosotros Ayuso. Supongo que la cadena no le acaba tampoco de gustar demasiado”, amplía el periodista en esta entrevista con los medios llevada a cabo en la ciudad hispalense. “Ella es la que me tiene que explicar qué es eso del liberalismo y esa manera de entender la libertad, y de haberse apropiado de palabras que hasta ahora no parecían que fuesen de los partidos de derechas”, señala.
La política volverá a tener presencia en Lo de Évole, con una entrevista que Jordi Évole hará a un representante con el que tratará de limar asperezas del pasado: “Seguramente vamos a tener a Rufián, que es un invitado con el que yo he tenido muchas diferencias públicas (...) Tuve alguna agria polémica con Gabriel Rufián y creo que es una entrevista que va a partir de unos recuerdos no muy bonitos”, señala el presentador, que espera que la conversación sirva para que, dadas “la polarización” y las “tensiones” que inundan el panorama actual, por su parte ayuden “también desde los medios a relajarlas”. A Rufián se le unirán esta temporada otros invitados, como el mencionado Juan y Medio, Lolita Flores, Pepe Mujica, Dani Martín, Eduard Fernández y Mala Rodríguez.
Con todos ellos, Évole mantendrá charlas en las que estará presente “un factor humano que hace diez años no hubiese brillado tanto” en sus programas. Es entonces cuando el televisivo desvela algo que nunca había contado sobre su salida de Salvados: “Yo hice Salvados, donde me lo pasé muy bien y donde aprendí muchísimo, pero la presión que yo tuve haciendo Salvados creo que de alguna manera también me pasó factura”, dice, poniendo un claro ejemplo de las consecuencias de aquella vorágine.
“No creo que esto que me pasa de la narcolepsia o la cataplexia sea gratuito. Seguramente viene por subidones de estrés, que en Salvados eran muy habituales”, apunta, refiriéndose al trastorno que padece y por el que pierde la fuerza muscular de su cuerpo [provocándole caídas] cada vez que se ríe. “Fue desde luego el formato que marcará mi vida profesional, pero también fue un formato que me quitó muchas cosas del ámbito personal. Y ahora que lo veo con perspectiva, cuando en su momento me preguntaban por qué dejaba Salvados me costaba dar la respuesta”, reconoce antes de celebrar que el formato se “haya mantenido y me haya sobrevivido a mí perfectamente con Gonzo”.
Otra temporada que no has podido hablar con Isabel Díaz Ayuso...
No, va a haber otra temporada sin la señora Díaz Ayuso. Bueno... se está resistiendo. Yo creo que también todo el mundo tiene derecho a decir que no a ir a los programas y por supuesto ella también. Me sabe mal, porque somos un programa yo creo que muy transversal y en el que, por ejemplo, hemos tenido a todos los presidentes vivos de la democracia, sea del signo que sea. Por el programa han pasado Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy, Sánchez... Y no entiendo muy bien el punto este de cierre que tiene hacia nosotros Ayuso. Supongo que la cadena no le acaba tampoco de gustar demasiado [risas]. Solo quiere ir a Susana Griso. Cosas normales de la vida...
¿Crees que te dirá un día que sí?
Yo sí, yo siempre tengo la esperanza. Yo soy bastante cabezón y soy bastante de perseguir a la presa. Pero si se da, pues fantástico, porque creo que será una entrevista muy interesante. Entre otras cosas, porque tenemos visiones del mundo muy diferentes y a mí eso me parece que enriquece. Tampoco tengo yo que darle mi visión del mundo. Es ella la que me tiene que explicar qué es eso del liberalismo y esa manera de entender la libertad, y de haberse apropiado de palabras que hasta ahora no parecían que fuesen palabras de los partidos de derechas. En cambio, ella ha conseguido un hito que es apropiarse de palabras como libertad. Tienes que ser una crack, eh.
¿Pero qué excusa os ponen?
No, no hay excusa. Claro, si tú llevas pidiendo una entrevista cuatro años y ves que Isabel Díaz Ayuso da a la semana unas 77 entrevistas...
Incluido en Tailandia con Frank Cuesta...
Incluido en Tailandia con Frank Cuesta, que... bueno [risas]. Que no haya tiempo para nosotros es una evidencia de que no hay voluntad. He dicho 77 entrevistas, es una exageración evidentemente, pero Isabel Díaz Ayuso cada semana dos o tres entrevistas concede. Además siempre pasando bastantes veces por los mismos sitios, por los mismos medios. Bueno, pues está claro que muchas ganas de estar con nosotros no tienen.
¿Y crees que es más por ti, o por la cadena? Porque hay otros programas de la competencia en los que también hay cierto veto y no saben bien por qué tampoco...
No los conozco esos programas, pero bueno, seguramente...
Con Risto en Cuatro...
Ah, ¿qué tampoco va Ayuso allí? Pues no sé, Risto y yo creo que lo único que tenemos en común es que somos catalanes, pero más allá de eso somos estilos bastante diferentes. Pero vamos, que me creo que tampoco quiere ir a otros programas. Yo insisto en la idea de que cada invitado puede ir a donde le dé la gana, por supuesto.
El daño que le ha hecho el caso Errejón a ese sector que está a la izquierda del PSOE se va a notar en las próximas elecciones
¿Pero no crees que los políticos deberían responder y considerar a los medios como altavoz para llegar a la gente?
Ojalá, ojalá fuese así, pero también creo que ellos tienen la coartada de decir: “No, no, si yo doy entrevistas, si yo aparezco en los medios. No es que yo esté escondido o escondida en casa”. Yo creo que sería muy bueno que personajes que no los ves muy asociados a la línea editorial de una cadena, de un periódico, o de una radio, precisamente fuesen a esos sitios como invitados. Porque creo que ahí van a salir conversaciones mucho más ricas que las que se dan cuando tú vas a un lugar donde todo es cómodo, donde las preguntas son jabón y donde no te ponen aprietos. Hubo un ejercicio que hizo Pedro Sánchez en la última campaña electoral y es que él, de golpe y porrazo, decide ir a los sitios donde no había ido nunca. Decide ir a Alsina, aunque a Alsina sí que había ido pero hacía tiempo que no iba, decide ir a Ana Rosa, decide ir a El Hormiguero, que había tenido sus más y sus menos con ellos... Es una pena que dos años después, bueno, todavía no han pasado dos años de las elecciones, pero un año y medio después yo no lo he vuelto a ver en esos programas incómodos. Yo no lo he vuelto a ver con Alsina, me encantaría verle con Herrera, me encantaría verle con Vicente Vallés... No sé, creo que los políticos en eso se confunden.
Y admiro mucho a los profesionales de la entrevista política. Yo he hecho muchas entrevistas políticas, pero siempre hay gente a la que admiras más. Yo admiro muchísimo a Carlos Alsina, que por ejemplo esta semana le ha hecho una entrevista a Feijóo que es de manual. Es una entrevista que tú la analizas y dices: “Joder, esta entrevista tiene todo lo que tiene que tener y además sin crispación, sin acritud, simplemente rebatiéndole los argumentos con datos, con evidencias que dejaron a Feijóo en un lugar bastante regulero. No sé... No sé si lo de que Feijóo vaya a Alsina es exactamente ese 'campo contrario' que os decía. Y no lo digo porque Alsina sea del Partido Popular o que Onda Cero tenga una línea editorial más conservadora, que creo que no es así, porque por suerte en este grupo, en Onda Cero te puedes encontrar a Alsina por las mañanas y a Julio Otero los fines de semana, que no tiene nada que ver la línea editorial de uno y de otro. Creo que nos pasa también en laSexta, donde hay programas de diferentes carácteres. Igualmente, lo que demuestra una entrevista como la que hemos visto esta semana con Alsina es que cuando un periodista se prepara la cosa, y Alsina es de los que se lo curra y se lo curra mucho, el resultado es excelente.
Esta temporada estará compuesta por 10 programas y conocemos ya a seis de los invitados. ¿Veremos entre los cuatro que faltan a algún representante de la política actual?
Seguramente uno más. Seguramente vamos a tener a Rufián, que es un invitado con el que yo he tenido muchas diferencias públicas, sobre todo en el momento del procés en Catalunya. Digamos que tanto Rufián como yo cumplíamos unas características que eran muy interesantes para el mundo independentista, que era ser hijos de inmigrantes, y él lo enfocó hacia que un hijo de inmigrante podía ser sin ningún problema independentista, y yo eso lo respeto totalmente, pero yo era hijo de inmigrantes que no era independentista. Como decía Ramón Arangüena en aquello de “qué hay de su agria polémica con Iñaki Gabilondo”, pues yo tuve alguna agria polémica con Gabriel Rufián y creo que es una entrevista que va a partir de unos recuerdos no muy bonitos, porque seguramente yo recurriré a buscar artículos que yo he escrito, o que él ha escrito, o los que hemos hablado el uno del otro y no con demasiada simpatía. Pero creo que precisamente puede ser un buen ejemplo de cómo en un momento como este, donde la polarización está constantemente en la boca de todo el mundo, estas tensiones ayudemos también desde los medios a relajarlas.
O sea que desde Lo de Évole te gusta seguir dando espacio a la política. Hubo un tiempo, hace unos pocos años, en el que la política era prácticamente un reality que lo acaparaba todo en televisión y tú mismo analizabas cómo la gente empezaba a estar harta. ¿Qué implicación social crees que hay ahora respecto a la política? ¿Hay desafección? ¿Cómo lo valoras?
Este es un país curioso porque siempre tenemos la sensación de que hay muchísima desafección por la política, pero luego llegan las elecciones generales y los índices de participación son altísimos. Si lo comparas con los índices de participación habituales que puede haber en Francia, excepto en las últimas elecciones que hubo un subidón de participación para impedir el triunfo de Marine Le Pen, pero en España es constante que ves que las elecciones se mantienen siempre en unas cuotas que superan el 70% de participación, que hay muchos países en Europa donde eso no está sucediendo. Es decir, yo creo que hay un punto de hartazgo de la política, sobre todo en cómo los políticos han decidido participar en esa vida política, que a veces parten más del show que no de la eficacia o del mensaje más constructivo. Están más pendientes de la sesión de control y de ver cómo van a quedar en los 20 segundos del telediario que no de lo que realmente se está diciendo allí. En las sesiones de control pasa una cosa extraordinaria y es que llevan una pregunta, la hacen, el presidente responde con una respuesta que lleva escrita, pero es que la repregunta también la lleva escrita el político y la 're-respuesta' también la lleva escrita Pedro Sánchez. Madre mía, ¿dónde está la espontaneidad? ¿Dónde está el punto aquel que tú veías a parlamentarios brillar en el estrado porque tenían la capacidad de lograr un discurso improvisado y nuevo sobre lo que se le acaba de preguntar al político? Y ahora, en cambio, eso no lo vemos. O sea que, en definitiva, creo que a pesar de que hay desafección y que hay mucho hartazgo, creo que la ciudadanía responde.
A veces Lo de Évole también aborda temas de la actualidad. ¿Le gustaría entrevistar a Íñigo Errejón?
A Errejón sí.
¿Le sorprendió el caso?
Bueno, creo que a todos nos sorprendió. Creo que el daño que le ha hecho el caso Errejón a ese sector que está a la izquierda del PSOE es un daño que se va a notar en las próximas elecciones. Nos sorprendió muchísimo.
'Salvados' fue desde luego el formato que marcará mi vida profesional, pero también que me quitó muchas cosas del ámbito personal
Por lo que dijiste en la rueda de prensa, no echas mucho de menos Salvados. ¿Prefieres estar más alejado de la crispación política y estar en este formato más personal? ¿Lo estás disfrutando más?
Lo estoy disfrutando mucho más, pero eso también creo que tiene que ver con la edad. O sea, yo hice Salvados, donde me lo pasé muy bien y donde aprendí muchísimo, pero la presión que yo tuve haciendo Salvados creo que de alguna manera también me pasó factura. No creo que, por ejemplo, esto que me pasa de la narcolepsia o la cataplexia sea gratuito. Seguramente viene por subidones de estrés, que en Salvados eran muy habituales. Era un programa que te hacía estar al límite durante muchos meses al año. Hacíamos 20 Salvados en la última época. Llegamos a hacer 35. Fue desde luego el formato que marcará mi vida profesional, pero también fue un formato que me quitó muchas cosas del ámbito personal. Y ahora que lo veo con perspectiva, cuando en su momento me preguntaban por qué dejaba Salvados me costaba dar la respuesta. Incluso decía: “Es verdad. ¿Para qué dejo Salvados? Si esto va de puta madre... ¿Por qué me voy a ir a otro sitio? ¿A qué?”.
Con la perspectiva del tiempo me alegro infinito. Por un lado, porque Salvados se ha mantenido y me ha sobrevivido a mí perfectamente con Gonzo. Y eso para mí es un orgullo enorme. Que un programa te sobreviva, un programa creado por ti y al que le diste toda la personalidad, que se mantenga la marca con otro presentador, me parece que es un éxito tremendo por parte de Producciones del Barrio, también de La Sexta y de Atresmedia. Y aquí seguramente me he encontrado más conmigo mismo. A mí hay un momento personal y profesional de mi vida que me cambia mucho, que es la entrevista a Pau Donés. A partir de ese momento, no sé, me vi que tenía que hacer esa especie de periodismo de entrevista más humana, que no deja de ser periodismo, pero es otro tipo de periodismo. Claro, quien espere de mí que siga metiendo caña, que entreviste a Ayuso a cara perro... Pero es que tampoco haría una entrevista cara de perro ahora con Ayuso, ni con Moreno Bonilla, ni con Pedro Sánchez, ni con Gabriel Rufián. Haría una entrevista donde habría un factor humano que hace diez años no hubiese brillado tanto.
Tu entrevista con Pepe Mujica probablemente sea de las últimas de su vida. ¿Cómo viviste ese momento?
La suerte que yo he tenido de poder conocer y de alguna manera intimar a un personajazo como es Pepe Mujica... Pepe Mujica es presidente de un país de tres millones de habitantes. Tres millones de habitantes. Andalucía tiene casi nueve millones de habitantes. Es decir, Andalucía tiene más del doble de población que la que tiene Uruguay. Es un país así de chiquito, rodeado de Argentina, Brasil, todo el Cono Sur, Chile... Y ha creado a un personaje, a una figura, que claro que trasciende lo que es Uruguay. De golpe y porrazo yo digo que se ha convertido en una especie de papa laico. Mujica sería una especie de señor al que tú vas a visitar casi para escuchar un poco la palabra del Señor. Hay mucha filosofía detrás de todo lo que dice Mujica. Hay mucha reflexión. Es una persona que ha estado mucho tiempo sola, encerrada. Él te cuenta, no en esta entrevista sino en otra anterior, que él hablaba con las hormigas y con lo que se encontraba en la celda. Este señor ha vivido algo que muy poca gente ha vivido y es ese aislamiento absoluto de la sociedad. Una separación de tu mujer, separación de tu gente querida, de tus amigos, para estar encerrado en un lugar oscuro y frío. Y aguantar y aguantar, no sé si fueron 12 años de cautiverio. Hostia, yo me imagino 12 años encerrado en un sitio y me vuelvo loco. O me pego un tiro. Este señor en cambio decidió leer y cultivarse. Por eso ahora, ante cualquier tema, ante cualquier situación, te acaba dando unas respuestas que te dejan del revés.
En tu faceta como productor, ¿qué valoración haces de los primeros programas de Al cielo con ella? ¿Crees, como dice la propia Henar Álvarez, que el programa debería tener espacio en televisión y no solo en la plataforma?
Yo estoy muy feliz con que seamos los productores del primer programa que hace Henar en televisión. Que haya apostado la cadena pública por él a mí me parece una muy buena noticia. Creo que Henar representa algo que no existía y que es un programa exclusivamente para mujeres, o enfocado a las mujeres sin que los hombres no tengamos que verlo. Yo veo el programa de Henar y me lo paso muy bien. Ojalá que haya ese salto a alguna cadena nacional más allá de RTVE Play. Pero yo no tendría prisa. Yo le diría a Henar que poquito a poco. Yo creo que los programas es bueno que se rueden, que tengan su evolución. Mira lo que ha pasado ahora con Marc Giró. Marc Giró empezó en RTVE Play, luego se fue a La 2 y ahora ha pasado a La 1. Pero lleva, entre pitos y flautas, tres temporadas.
Un programa rodado, que es un poco también lo que le hemos visto a Broncano. Broncano llega a TVE con un programa que llevaba ocho temporadas en Movistar. O sea, ha llegado con el culo peladísimo para hacer ese programa. Yo querría que Henar llegase, cuando tocase, el momento de dar el salto a la cadena, con el programa rodado y que tenga las riendas. Los programas es muy fácil que te acaben llevando ellos, los programas a veces empiezan a correr y tú ya no das abasto y vas con las riendas diciendo: “No puedo”. A mí eso me pasó a veces con Salvados. Es bueno tener el programa controlado y que vaya a tu ritmo. Soy muy del fuego lento, del poquito a poco.
Sé que no vamos a volver nunca más a los índices de audiencia del cara a cara entre Pablo Iglesias y Albert Rivera
¿Cuánto pesan los índices de audiencia en esta temporada en los proyectos que manejas actualmente? ¿Añoras aquellos cuatro millones que, por ejemplo, generaba Pablo Iglesias con una charla en una escalinata en Ecuador?
Yo con la audiencia estoy pendiente. Yo los lunes por la mañana si me levanto antes de las ocho, que todavía no han salido, vivo esa última hora con la inquietud de saber qué habrá pasado. Porque las audiencias son un examen, semanal en nuestro caso. Y tú ya puedes haber estudiado mucho para el examen, pero como ese día te pongan un Real Madrid - Barça en Movistar Plus+ date por jodido. [Risas] Eso es así. La televisión es así. Y a veces también te encuentras con sorpresas de que una película de 'La Primera' funciona de la hostia, o el culebrón de Antena 3 que daban. Estamos compitiendo en un territorio que es una selva. No hay ya franja fácil, no hay. Cada programa está allí peleando por la décima. Los programadores están calculando las pausas de publicidad para ver cuándo se va el otro a publi para quedarme yo y luego rascarle unos cuantos espectadores. No soy de los que dicen: “Yo paso de la audiencia”. Yo no paso de la audiencia. Además quiero tener audiencia. Yo quiero hacer programas que se vean y que se vean mucho.
Sé que no vamos a volver nunca más a los índices del cara a cara entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, por ejemplo. O cuando hicimos La Noche del 23F, donde fueron noches de una media de 5 millones de espectadores. Es decir, pasaban por el programa solo en una noche 10 millones de espectadores. Era una puta locura. Pero era un momento de la televisión que no es el actual. En el momento actual de la televisión hay mucha más fragmentación, hay muchos más canales, hay muchas otras plataformas en las que la gente se conecta. Ven cosas en Youtube, en las plataformas, en canales pequeños, en la TDT, tienes el Movistar Plus y tienes ahí no sé cuántos canales, te regalan una tele y en esa tele también hay canales que no conocías...
Entonces, ningún programa va a volver a esos índices de audiencia. Van a volver a esos índices de audiencia los eventos. Cuando tú consigues que la televisión genere un evento. Claro, un evento generarlo con un Barça - Madrid es fácil, un evento generarlo con una entrevista no es tan fácil. Sigo pensando que tenemos la suerte de que todavía sigue habiendo mucha gente que, con nosotros, la cita del domingo a las 9 y media es como una misa, una misa dominical que toca verla. Y también nos estamos encontrando con mucha gente que deben tener 20 y pico o 30 años y me encanta cuando me encuentro gente joven que me dice: “Ya tío, yo me tenía que tragar Salvados. Vaya coñazo, tenía que verlo con mis padres a las 9 y media los domingos y además me obligaban a verlo. Y yo con el tiempo me he acostumbrado a ese tipo de programa, a ese tipo de lenguaje y ahora me hace muchísima ilusión ser yo el que le diga a mi padre o a mi madre: 'Hoy viene al programa de Évole Morad. No sabes quién es, ¿verdad? Ya te lo cuento yo'”. Es muy bonito el haber traspasado generaciones y haber convertido el espacio en algo muy transgeneracional.