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La semana 'horribilis' de Moreno o cómo “un Gobierno se desgasta solo con sus errores” tras seis años de gestión

El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, a su llegada al Parlamento.

Daniel Cela

Sevilla —
8 de febrero de 2025 20:52 h

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En el último debate de política general, Juan Manuel Moreno dejó en el diario de sesiones del Parlamento andaluz un vaticinio extraño para calmar las ansias que veía en la oposición por desgastar su inmaculada figura: “No tengan tanta prisa. Por lo general, los gobiernos se desgastan solos con sus errores y son los ciudadanos los que terminan cambiándolos”.

El presidente andaluz dibujó en el aire un paisaje lejano con el que sueñan a diario los socialistas, pero lo hacía erguido sobre una pila de encuestas que le atornillan al poder con una mayoría absoluta intratable, a una distancia considerable del PSOE. El PP acumula hoy más diputados y votos que todo el arco de la izquierda, y su máximo rival acaba de cambiar de líder a año y medio de las elecciones andaluzas.

De modo que, siguiendo el vaticinio de Moreno, el verdadero rival del Gobierno andaluz del PP es el Gobierno andaluz del PP que, tras seis años en el poder, empieza a ver grietas en el mascarón de proa, pequeñas vías de agua que la oposición quiere aprovechar para inundar el barco antes de los comicios en 2026.

La primera semana de actividad parlamentaria en Andalucía, tras el parón navideño, se han agolpado todos los problemas que acosan al presidente a las puertas de su despacho: altos cargos de su Gobierno y de su partido imputados en causas judiciales, proyectos ambiciosos bajo la lupa de la Intervención General y de las autoridades europeas; alcaldes de peso, como el de Algeciras, en el punto de mira por denuncias de acoso sexual...

“Se le está moviendo la tierra bajo los pies”

En la sesión de control del jueves, la oposición las ha traído todas juntas, colocándolas como piedras en fila ante Moreno: el juzgado de Sevilla y la Fiscalía Anticorrupción que investigan a su Gobierno por un posible caso de prevaricación en los contratos sanitarios a dedo con clínicas privadas han pedido más documentación a la Junta para avanzar en una causa en la que están imputados los tres últimos gerentes del Servicio Andaluz de Salud (SAS); otro juez de Carmona acaba de imputar al presidente del PP de Sevilla y a un directivo de la ejecutiva regional de Moreno –miembro de la RTVA– por varios delitos urbanísticos, incluido tráfico de influencias; la Oficina Antifraude ha declarado nulo un contrato a dedo que el propio presidente le prometió al cantante José Manuel Soto para levantar el proyecto Senderos del Rocío; la Comisión Europea ha abierto una investigación a la Junta por autorizar una balsa de residuos tóxicos próxima a una población de Huelva, poniendo en entredicho un proyecto minero “estratégico” para Andalucía; y la oposición en bloque se le ha lanzado al cuello acusándole de dejar campar la “corrupción” a sus anchas, mientras ordena una “caza de brujas” contra el cuerpo de interventores de la Junta, que fiscaliza su gestión, tras el cese fulminante de la interventora jefa que denunció un posible “fraude de ley” en los contratos a dedo del SAS.

“Se le está moviendo la tierra bajo los pies. A usted se le desmorona la mayoría absoluta”, le espetó la portavoz socialista, Ángeles Férriz, en el cara a cara con el presidente, tras la salida de Juan Espadas de la secretaría general del PSOE y del Parlamento.

Moreno se ha visto obligado a relativizar todas las sombras que le acechan, todas a la vez en una misma sesión parlamentaria, donde lo habitual es que los golpes más duros se los lleve el PSOE a cuenta de los procesos judiciales que acosan a Pedro Sánchez: la imputación de su mujer, de su hermano, del que fuera número dos en el partido y ministro José Luis Ábalos, del fiscal general del Estado...

En el entorno de Moreno preocupa siempre que la oposición monopoliza con sus temas la agenda política andaluza –algo bastante inusual en esta legislatura hipotensa de mayoría absoluta–, pero preocupa más que los juzgados tengan la mirada puesta sobre la Junta. Los populares están convencidos de que la causa judicial de los contratos a dedo destapará, como mucho, “errores administrativos”, pero no un delito penal. Sin embargo, si la instrucción se dilata mucho, el PSOE seguirá armando una estrategia política paralela a los autos judiciales, como antaño hizo el PP como acusación popular en el caso ERE.

El elemento María Jesús Montero

La atmósfera del Parlamento andaluz ha cambiado porque ha irrumpido un elemento nuevo, que trastoca la química de una legislatura en su último tramo. María Jesús Montero, vicepresidenta del Gobierno, ministra de Hacienda y nueva líder del PSOE andaluz, ha acaparado la atención inmediata y nerviosa de toda la bancada popular. Es una candidata in pectore extraparlamentaria, pero con un potente foco mediático tras ella que le permite librar batallas con Moreno en la distancia.

También permite llevarse a la agenda de Madrid líos andaluces que no trascienden por encima de Despeñaperros. En la capital del reino no se habla de asuntos andaluces, no tiene esta comunidad con sus 8,5 millones de habitantes suficiente peso político como para desbancar los quejíos del independentismo catalán, los despachos a puerta cerrada con el PNV o las ocurrencias en prime time de la presidenta de Madrid.

Pero el primer empeño de Montero está siendo el desmontaje del mito de la moderación que protege a Juan Manuel Moreno, que la socialista quiere resignificar como “educación”, haciendo ver que su rival es y sigue siendo el PP. Tan PP como el de Díaz Ayuso o como el de Mazón. El pulso con la ministra de Hacienda va a ser intenso y diario. No hay un día que los populares no saquen a paseo los 1.500 millones de financiación que reclaman al Gobierno central por el desajuste que provoca el actual modelo de reparto, o los gritos de “traición” por pactar “privilegios” para Cataluña que consideran que se le niegan a Andalucía.

Aunque el Parlamento andaluz, con votos de la izquierda y el propio PP, haya reclamado las competencias sobre los trenes de Cercanías –como ERC negoció el traspaso de Rodalies con el PSOE– sin que el Ejecutivo de Moreno haya hecho efectiva esa reclamación.

El nuevo arranque del periodo de sesiones

Con todo el dinero que está en juego y en el aire –a expensas de ver si hay Presupuestos Generales, si se reactiva la actualización de las entregas a cuenta a las comunidades (de momento el PP votó contra el decreto ómnibus que contenía 1.800 millones de financiación para Andalucía) o si se pacta una quita de deuda para todas las regiones–, el arranque de este periodo de sesiones certifica dos cosas: una, que estamos en una campaña electoral no convocada, pero visible, quién sabe si con el horizonte en las generales o en las andaluzas, o en ambas a la vez, como espera el PSOE.

Y dos: que la corrupción ha regresado al Parlamento andaluz como protagonista del debate político, porque los socialistas se han desempolvado la mancha de los ERE –tras anular las condenas el Tribunal Constitucional– y ya no tienen complejos ni frenos para señalar con el dedo a sus rivales por asuntos que hasta ayer eran un anatema. Moreno tiene a un presidente del PP de Sevilla imputado, a la gerente del SAS imputada –con el presupuesto más abultado de la Junta en sus manos– y a un miembro de su ejecutiva y del consejo de la RTVA imputado por un delito de tráfico de influencias, aparentemente por beneficiar a una empresa familiar con la concesión de un proyecto urbanístico privado (un tanatorio en Mairena del Alcor), mientras el alcalde del PP dejaba en parálisis otro tanatorio público.

Son desgarrones en el traje del presidente andaluz que hasta hace poco no tenía ni una arruga. Pero los próximos meses no serán más que tirones y tirones hasta el día en que convoque elecciones.

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