Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El hundimiento del Castillo Olite en aguas de Cartagena: la mayor tragedia naval de la Guerra Civil Española

'El hundimiento del castillo de Olite' de Luis Miguel Pérez Adán.

José Ibarra Bastida

0

El 7 de marzo de 1939, en los días finales de la Guerra Civil Española, se produjo el hundimiento en el puerto de Cartagena del buque franquista Castillo Olite, un barco mercante que formaba parte de una expedición de más de 30 barcos que iban a tomar la base naval de la II República en un asalto que iba a ser definitivo. El vapor iba cargado de tropas y se dirigía a una ciudad en la que se creía que la República ya se había rendido. No era del todo así, porque un cañonazo disparado desde la batería de costa situada en La Parajola -que aún permanecía fiel al gobierno republicano- cruzó la bahía desde el oeste al este y hundió el buque en las proximidades de la Isla de Escombreras, con el resultado de 1.476 muertos, 342 heridos y 294 prisioneros.

En el año 2004 el historiador local Luis Miguel Pérez Adán se puso manos a la obra y publicó un libro en el que relataba ese suceso, que lleva por título El hundimiento del Castillo Olite: la mayor tragedia naval de la Guerra Civil Española. Lo sorprendente es que, siendo esto así, ningún otro historiador -cartagenero o no- hubiera tenido hasta ese momento la voluntad de investigar y publicar sobre este hecho bélico tan trascendental. Por suerte, Luis Miguel le echó valor y la extinta y recordada editorial Áglaya, dirigida por el malogrado y también añorado Ángel Márquez Delgado, decidió publicar un libro que hoy, 20 años después, está agotado, y los escasos ejemplares de esa primera edición que hay a la venta de segunda mano en internet tienen un precio astronómico.

Un testimonio crucial

Nos suele pasar a los historiadores que, cuando publicamos un libro sobre un hecho histórico, después de publicado empieza a aflorar información nueva que no conocíamos antes y que viene a enriquecer el relato que hemos contado. De repente vienen las fotos que no encontramos en su momento; documentos que salen de aquí y de allá y que surgen después de haber publicado nuestros trabajos, y hasta testimonios orales valiosísimos que antes no habían aparecido. A Luis Miguel le sucedió algo milagroso: el hombre que ordenó aquel cañonazo en 1939 aún vivía en 2004, y cuando se enteró de que habían publicado un libro sobre el hundimiento del Castillo Olite, este superviviente salió de la bruma del olvido y se le presentó a Luis Miguel para contarle de primera mano el suceso 68 años después de acontecido. Ese anciano capitán de la II República española que conoció el exilio, Cristóbal Guirao García, a los 93 años de edad volvió a visitar el lugar de los hechos junto con el autor y allí, en la batería de La Parajola y frente al mar, rememoró in situ lo sucedido en la bahía de Cartagena aquel fatídico día de siete décadas atrás con todo lujo de detalles: hechos, datos, fechas, nombres, de todo. Esa entrevista grabada en video se incorpora también al nuevo texto enriquecido con este testimonio fundamental.

Por añadidura, han aflorado desde 2004 multitud de nuevos testimonios, imágenes y documentos relacionados con el hundimiento del Castillo Olite que se han incorporado a esta segunda edición de 2024 enriqueciéndola y aumentándola. Para el autor lo más valioso, sin duda, es el documento que apareció en el año 2015 en el Archivo Municipal de Cartagena: el listado completo de todos los tripulantes del barco con sus nombres y apellidos, unidad a la que pertenecían y lo más crucial: su estado como supervivientes, heridos o fallecidos. La mayor parte de ellos integraban tropas de infantería de los batallones II y III de Zamora; soldados españoles que estuvieron guerreando con Franco durante tres años y encontraron la muerte cuando solo faltaban tres semanas para que acabara la guerra.

Los protagonistas

Hubo muchas personas implicadas en aquellos sucesos, pero hay dos grandes protagonistas en esta historia. El primero es el capitán de la batería, Antonio Martínez Pallarés, un comunista que veía perdida la guerra y que a primeros de marzo estaba a punto de rendir la batería a favor del ejército de Franco cuando en última instancia otro capitán, el republicano Cristóbal Guirao García le ordena, con la pistola en la sien, que realice el fatal disparo. Un momento crítico y catártico en donde estos dos hombres deciden, uno involuntariamente y el otro totalmente convencido, disparar el cañonazo que matará a casi 1.500 tripulantes del Castillo Olite. Tras la guerra, estos dos hombres corrieron desigual suerte: el capitán Cristóbal Guirao pudo huir desde el puerto de Águilas hasta Argelia tan solo unos días después, vivió en el exilio durante los 40 años de dictadura, regresó a España en democracia y murió de viejo en 2007; pero el capitán Antonio Martínez Pallarés permaneció en la España franquista esperando no ser culpado por este hecho de guerra aduciendo su involuntariedad. Este argumento no les valió a los magistrados franquistas del juicio sumarísimo al que fue sometido y a resultas del cual fue condenado a muerte y fusilado dos años después, pues ni el juez ni el fiscal de ese Consejo de Guerra creyeron en su inocencia. Fue el único de los 97 militares que servían en la batería de la Parajola que pagó con su vida por estos hechos.

El recuerdo en Cartagena de este suceso

Estuvieron apareciendo cuerpos flotando en la dársena de Cartagena durante mucho tiempo: treinta o cuarenta cadáveres cada mes todos los meses siguientes, incluso hasta septiembre de 1939. Enterrados los difuntos, curados los heridos y liberados los prisioneros tras la guerra, el franquismo comenzó con una serie de homenajes a los fallecidos en forma de desfiles militares en fechas señaladas y la erección de un monumento, en principio una cruz de piedra erigida en 1939 en la costa de Escombreras acompañada de una concentración multitudinaria. Cada 7 de marzo se repitió esta ceremonia hasta los años 50, cuando aquello ya cayó en el olvido, aunque en 1956 se levantó otro monumento en forma de cruz de hierro, porque el monumento anterior desapareció por la construcción en su anterior emplazamiento de la nueva central térmica. La cruz de hierro que homenajeaba a los fallecidos del Castillo Olite era visible desde muy lejos, y constituía una imagen típica del puerto de Cartagena hasta el año 2001, cuando fue desmontada por la ampliación de la dársena de Escombreras que se desarrolló tras la reconversión industrial de los años 90

La segunda edición

El libro que se puede volver a adquirir en 2024 es en esta ocasión una autoedición no respaldada por una editorial, y que solo se puede adquirir en formato físico por internet. Esta segunda entrega del libro veinte años después de la primera incorpora, además de las novedades anteriormente descritas, algunas modificaciones más: la portada es distinta; la edición es en tapa dura; mientras la primera edición solo ofrecía fotos en blanco y negro, ahora hay imágenes en color, y hay un buen trabajo adicional de mapas y reproducción de documentos originales, así como incorporación de hemerografía e infografía nueva que, desde luego, enriquecen el producto.

Y en cuanto al contenido, el autor reparte responsabilidades de los sucesos. Porque también el alto mando franquista fue responsable de las casi 1.500 muertes que provocó el hundimiento del Castillo Olite, pues enviaron a un barco a una muerte segura al intentar tomar una ciudad en una operación suicida sin seguridad alguna, ya que el buque zarpó con una radio averiada que no le pudo avisar del peligro que le esperaba. Un error bélico de fatales consecuencias. Los homenajes póstumos y la pantomima de reconocimientos no compensaron la pérdida cruel y absurda de vidas humanas. En su introducción Luis Miguel Pérez Adán lo resume con estas palabras: Los vencedores no podían asumir un fracaso tan costoso en vidas de hombres que habían combatido toda la guerra y en casi todos los frentes. ¿Quién los conducía? ¿Y la nave, ese féretro acuático, qué destino le reservaba su timonel? ¿Fue el cómplice de su trágico destino, desoyendo consejos y guiando a cientos hacia la carnicería? ¿Quién orquestó esta operación temeraria?

A Luis le ha correspondido escribir esta historia tan apasionante de un naufragio que pudo haberse evitado. Y yo me pregunto: ¿no hay aquí un guión de película de guerra? ¿Se atrevería alguien a hacerla?

Etiquetas
stats