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El desmantelamiento

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A las trombas de guerra claman los estúpidos de la inconsciencia. Lo dicen aquí y acullá. En el mientras tanto, un fugado a los emiratos con corona carpetovetónica, le pone una demanda al rey de las anchoas del Cantábrico. Y al mismo tiempo, la nieta del fugado aparece en biquini bañándose en una playa uruguaya. ¿Eso es noticia? Es  basura, una vez más. La basura que hurga, explota y se enriquece con la intimidad de las personas, sean estas las que sean. Me voy al Perú.

Y allí me encuentro a la mujer menos regalada de la historia, vestida de azul porque toca, con un gesto élfico y sublime a la hora de pagar el cortadito, “un euro y medio”, lo dice y lo deposita en la barra. “Mira que eres cursi, y a tu edad” me suelta. No sé lo que es peor, si la cursilería o la edad. Abrumado por ambas, resuelvo no recordarle que nos conocimos en una refinada, acertada y transcendente intervención suya sobre la película “La sustancia”. El movimiento de sus manos, el arqueo de las cejas y la voz semiespasmódica, me dejaron atónito. 

Mas ahí seguimos, en el final de una era, en un paradigma que se cambiará por otro, en un  retornar de viejas estructuras de Poder y poderitos como si fueran tiernas relaciones. No lo son, lo escribió Marx, Freud y Lacan: desconfía de los iluminados.

A Ella la hemos dejado más arriba, como siempre, hablando sola contra mi sombra, representando a Demi Moore como si fuera ella en la cacareada película. Pero el domingo se subrayó todo: una adaptación de una obra de teatro sobre Carmen Díez de Rivera sanó el ambiente en la segunda cadena. Qué sensatez, y qué interpretación la de Mónica López y el resto del desconocido elenco. La recuerdo todavía en la cafetería “Salou” –lo he contado muchas veces, y qué- cerca del Paseo de La Habana donde sufría un pequeño destierro en las primitivas instalaciones de TVE. Solo me dijo “no, gracias” cuando le ofrecí una invitación inconfesable de licores y cafeses. No, gracias y una mirada de las suyas que eran determinantes, y bellas. Como las de su padre. Yo dormitaba por aquellos lares, calle San Julio, en el piso de unos amigos de la efervescente movida madrileña -¡qué quimera! Dormitaba y disfrutaba de los instantes, casi las únicas ocasiones en las que se disfruta. Esto de la “enseñanza revisited” ha sido algo así, parecido, nada sublime, poco descorazonador e inalterable. Como todas las cosas que significan algo, siempre surgen a pesar de. A pesar del monstruo del despacho oval y sus adláteres. A pesar de que nos quieran dejar sin universidad libre, pública y gratuita, que no lo es. A pesar de los vientos de guerra y de las estupideces del hambre de los que no gozan del poder político. Llevo un verso en el gabán y un repertorio de endecasílabos en el bolsillo de la chaqueta: son de don Antonio, claro. ¡Viva Palencia!

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