El descubrimiento de cinco cuevas con restos humanos termoalterados sugiere una práctica ritual con fuego de los guanches
![Vista del tramo de Milán, cerca de la desembocadura del Barranco Agua de Dios. Se aprecian varias cuevas. Foto cedida por Cultania](https://static.eldiario.es/clip/98c8480f-f3b5-4730-a460-c8372d134d5d_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Un equipo de arqueólogos vinculados a la empresa Cultania ha descubierto cinco yacimientos sepulcrales con restos humanos termoalterados. No se sabe el origen de la cremación de los restos, pero la principal hipótesis es un ritual con fuego tras la muerte. Las necrópolis están localizadas en el Barranco de Agua de Dios, que discurre por los municipios tinerfeños de Tegueste y La Laguna. Estos posibles rituales de cremación también se han documentado en otras comarcas de Tenerife y también en otras tres islas del Archipiélago. Después de más de una década de prospecciones y excavaciones en ese barranco, los especialistas han inventariado 104 yacimientos en cuevas, 48 de ellos son sepulcrales. La investigación ha sido difundida en el último número de Anuario de Estudios Atlánticos y está firmada por Francisco Pérez Caamaño, Agnés Louart y Javier Soler.
Los autores de Las comunidades guanches del Barranco Agua de Dios y sus rituales funerarios. Un barranco para la vida y la muerte en Tenerife sostienen que este territorio, a lo largo de cinco kilómetros en el cauce del zanjón, “es la zona arqueológica más densamente ocupada de la Isla”. De los 104 yacimientos cuantificados –algunos inventariados por otros arqueólogos-, todos en cuevas, 64 están en Tegueste y 40 en La Laguna; 52 son cuevas de habitación, 48 sepulcrales, dos abrigos, un asentamiento al aire libre y un lugar de frecuencia esporádica. BIC desde 2006, este conjunto aspira a ser declarado parque arqueológico; sería el primero de Tenerife, una isla que, a diferencia de Gran Canaria, La Palma, El Hierro y Fuerteventura, no tiene habilitado ningún recinto arqueológico para mostrar su patrimonio indígena.
La quema de restos humanos en la sociedad prehispánica de Canarias es un fenómeno que empezó a mencionarse en el último cuarto del pasado siglo XX. A día de hoy, suscita interrogantes. ¿Por qué se incineraban los cuerpos? ¿Se quemaban en su totalidad o sólo algunas partes? ¿Se realizaba el rito inmediatamente después de la muerte o más tarde? ¿Era un ritual o se incineraban los huesos para habilitar más espacio en las necrópolis?
“No sabemos por qué se quemaban, pero creemos que esta práctica, al menos en Agua de Dios, es cultural”. Por los restos que han encontrado, informa a Canarias Ahora-elDiario.es el arqueólogo Francisco Pérez Caamaño, “sólo se quemaban fragmentos; hemos observados alguna vértebra, un húmero…” Huesos seleccionados en definitiva. “Esto nos indica que era un ritual porque si fuera una limpieza de depósitos funerarios”, ya en época aborigen o histórica, “estarían todos quemados”. “Creemos”, explica este profesor de un Instituto lagunero, “que el rito se realizaba bastante después de la muerte, una vez consumada la descomposición del cadáver; quemaban determinadas partes del difunto y luego las trasladaban a otra cueva, tal vez por deseo del ancestro o por tradición familiar”.
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La primera identificación de restos termoalterados en Agua de Dios fue en 2011, en la cueva XL. Ahí localizaron muchos huesos afectados por el fuego. Aunque publicaron el hallazgo, “no le dimos demasiada trascendencia”, señalan los autores de Las comunidades guanches del Barranco Agua de Dios y sus rituales funerarios. Un barranco para la vida y la muerte en Tenerife, “dada la escasa representatividad dentro del conjunto de yacimientos del barranco”. Pero doce años después, tras descubrir cuatro grutas más, “vimos que este fenómeno no era casual, concluimos que formaba parte de un ritual”.
Tras rastrear palmo a palmo las cuevas de esta gran zona arqueológica del noreste de Tenerife y certificar que el rito de la combustión no es un fenómeno aislado, los investigadores concluyen la necesidad de ampliar las investigaciones para aportar luz a los interrogantes que todavía no tienen respuesta. Por ello, proponen “un proyecto para el estudio y análisis de los restos bioantropológicos termoalterados descubiertos hasta la fecha”, con el objetivo de que expertos en incineración determinen, entre otros aspectos, la temperatura a la que fueron quemados o si el fuego fue intencionado o fortuito, lo que cuestionaría, en este último caso, la tesis del ritual.
De las cinco cuevas, una “está claramente sin alterar; los huesos se tuvieron que quemar fuera porque ahí no se pudieron incinerar al tratarse de una gruta muy pequeña”. Los arqueólogos tuvieron que escalar diez metros. La dificultad del acceso ha impedido que fuera saqueada por expoliadores.
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Los autores de esta investigación sobre el conjunto arqueológico de Agua de Dios han identificado dos características comunes al casi medio centenar de cuevas de enterramiento: “Son de carácter colectivo y están relacionados con el ámbito doméstico”. También han constatado “la predominancia de restos termoalterados en los depósitos secundarios”, es decir, que fueron trasladados los huesos de lugar una vez quemados. La cremación no está generalizada, ya que se han detectado fragmentos quemados en cinco de las 48 cavidades funerarias. En esos cinco espacios aparecen calcinados una parte de los restos óseos, una combustión con varios niveles de intensidad porque algunos huesos solo están ligeramente chamuscados.
Práctica muy antigua
De lo que no tienen duda los autores de la investigación es que “se trata de una práctica muy antigua”. La prueba de esta afirmación se encontró en la estratigrafía de una cueva del Barranco de la Arena, en La Orotava (Tenerife). Según el informe (publicado en 1982) de la excavación, dirigida por el arqueólogo y antropólogo Lorenzo Perera, “los restos óseos termoalterados se encontraban en el nivel inferior de la estratigrafía. El nivel superior contenía los restos revueltos de 43 individuos de diferentes edades” y ninguno presentaba signos de combustión. Esta circunstancia induce a pensar que el ritual de cremación fue abandonado, al menos en esa comarca del norte de la Isla.
El primer yacimiento descubierto en Tenerife con indicios de rituales con fuego es el citado de La Orotava, pero hay más. En Icod de los Vinos, Carmen del Arco Aguilar, arqueóloga y catedrática de la ULL, documentó “rituales funerarios primarios y secundarios entre los guanches” en La Grieta de Cafoño. En Buenavista del Norte, municipio en el que se han datado los vestigios indígenas más antiguos de la Isla –ver Buenavista, la cuna guanche de Tenerife- , también se ha detectado la quema de restos humanos.
Este fenómeno se ha documentado en otras islas. La Palma atesora, junto a Tenerife, el mayor número de yacimientos con material arqueológico termoalterado y también en Gran Canaria, pero en la isla de El Hierro existe un yacimiento en el que se incineraron huesos tanto para una práctica cultural como para habilitar más espacio en la cueva para nuevos enterramientos. Se trata de la necrópolis de La Lajura.
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La inspectora de patrimonio histórico de El Hierro, Maite Ruiz, participó en la excavación de La Lajura. “Documentamos”, informa a este periódico, “el empleo de fuego para un acto ritual. El fuego generalizado [para limpiar el enterramiento] se produjo cuando los restos estaban en distintas fases de descomposición”. Eso se aprecia, añade la arqueóloga, “en cómo reacciona el hueso ante el fuego, fracturando lo más antiguos o secos y doblándose los más recientes o frescos”. Ruiz destaca el interés de los bimbapes para que “sus antepasados descansaran en ese sitio. Por eso, después del fuego se siguió usando como necrópolis”.
Esa excavación la dirigió Javier Velasco. La hipótesis principal es que “fueron quemados para habilitar más espacios para otros enterramientos”. Velasco, con una amplia experiencia en yacimientos funerarios del Archipiélago, reconoce que “salvo en La Cucaracha [necrópolis en La Palma], prácticamente no hay ningún estudio de restos cremados en Canarias”. Respecto al uso ritual del fuego que cita Ruiz, Velasco aclara que “son unos restos de combustión en la base del yacimiento, con depósitos de restos de animales e industria lítica. Se interpretaron como resultado de una actividad ritual dirigida a habilitar el lugar como sepultura”.
La Cucaracha, en la Villa de Mazo, fue el primer yacimiento de Canarias en el que se encontraron restos humanos quemados. De hecho, en 2023 se cumplió el 60 aniversario del descubrimiento de este singular enclave, efemérides que se conmemoró con una exposición. Felipe Jorge Pais Pais, director del Museo Arqueológico Benahoarita, no tiene ninguna duda del “uso ritual de la cremación en la sociedad benahoarita”, señaló a este periódico el arqueólogo palmero, quien añade que “esa práctica ritual se realizó desde los primeros siglos de la ocupación de la Isla”. En La Palma se ha localizado media docena de cuevas con restos humanos termoalterados.
Como hemos indicado en este reportaje, se conocen yacimientos con restos de combustión humana en cinco islas, pero como sostiene Velasco, inspector de patrimonio arqueológico del Cabildo de Gran Canaria, “son difíciles de explicar sin haberse intervenido”.
El artículo publicado Anuario de Estudios Atlánticos describe la totalidad del conjunto troglodita del Barranco Agua de Dios. Sus autores señalan que no hay un patrón único en las 48 cuevas sepulcrales inventariadas, ya que hay “cuevas bajas, estrechas, oscuras y de una sola oquedad”, pero también hubo enterramientos en grutas “luminosas, espaciosas y con espacios internos subdivididos”. Han observado, además, que los accesos a las cavidades están orientados a los cuatro puntos cardinales.
La mayoría de los depósitos “están amontonados, revueltos” y expoliados en algunos casos. Caamaño, Agnés Louart y Javier Soler localizaron “restos de cerámica y piezas líticas sueltas de obsidiana o basalto”. Algunas cavidades conservan restos de muretes de cerramiento y en una de ellas se localizó un ajuar, “un esferoide de basalto pulido”.
¿Qué dataciones tienen estos restos humanos recuperados desde las primeras excavaciones que realizara Luis Diego Cuscoy a mediados del siglo XX? Es otra de las asignaturas pendientes porque se han realizado muy pocas. En cualquier caso, los análisis de carbono 14 han registrado una antigüedad que oscila entre finales del siglo VI al IX de la era común. Todos los restos humanos de aborígenes canarios datados hasta le fecha son posteriores al nacimiento de Cristo, un dato que refuerza la tesis mayoritaria de la comunidad científica de que el poblamiento del Archipiélago, entendido como asentamiento y posterior creación de una sociedad, se inició en torno al siglo II de la era. Hubo contactos antes de esa fecha, como demuestran los vestigios romanos excavados en el Islote de Lobos y en Lanzarote, con una antigüedad máxima de mediados del siglo I antes de la era común; se sabe este dato por el estudio de la cerámica encontrada en ambos yacimientos.
Respecto a la organización doméstica de la población que habitó Agua de Dios, “los guanches se estructuraron a partir de entidades tribales que ocuparon y explotaron el barranco; se organizaban a partir de unidades domésticas y grupo locales, para ir creciendo paulatinamente”. El estudio recoge, como reflejan las fuentes etnohistóricas, “el alto grado de jerarquización social y de estratificación profundamente segmentada”, al menos en los dos últimos siglos previos al final de la Conquista, en el año 1496 en Tenerife.
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