Argelia Queralt, vocal del CGPJ: “Esconder que hay un bloque conservador y otro progresista es hacernos trampas al solitario”
Argelia Queralt (Múnich, Alemania, 1976) es una de las vocales del renovado Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Doctora en Derecho y profesora titular de la Universitat de Barcelona, ejercía como letrada del Tribunal Constitucional antes de recalar en el órgano de gobierno de los jueces propuesta por el PSOE. Queralt recibe a elDiario.es un día después de que el pleno lograra sacar adelante por unanimidad 32 nombramientos en la cúpula judicial tras “una negociación dura pero leal”. “Esconder que hay un bloque conservador y otro progresista es hacernos trampas al solitario. Pero dentro de los bloques hay muchísimas sensibilidades y llegar a acuerdos, incluso dentro de ellos, no siempre es fácil”, sostiene.
La vocal destaca que en esos nombramientos se haya respetado la representación paritaria “pese a las reticencias del grupo conservador”. No obstante, reconoce que hay camino por recorrer y defiende que “hay señoras con méritos y antigüedad suficientes como para poder acceder a todos los cargos”. Queralt califica de “sorprendentes” las “actitudes” demostradas por el juez Adolfo Carretero en su interrogatorio a Elisa Mouliaá e Íñigo Errejón y lamenta que los “estereotipos machistas” todavía se impongan incluso en casos de violencia de género.
El CGPJ sacó adelante por unanimidad 32 nombramientos. ¿Está satisfecha con esas designaciones?
Sí. Es muy positivo porque muestra que estamos funcionando, que queremos que haya un antes y un después respecto del anterior Consejo y que se han ido haciendo bien las cosas. La Comisión de Calificación está haciendo un trabajo enorme y muy eficiente. Evidentemente, todo el mundo ha dejado cosas por el camino y ha hecho cesiones. Esconder que hay dos bloques —uno más conservador y uno más progresista— es hacernos trampas al solitario. Pero también es cierto que dentro de todos los bloques hay muchísimas sensibilidades y llegar a acuerdos, incluso dentro de los grupos, no siempre es fácil. Es un esfuerzo por parte de los veinte vocales y de la presidenta haber sacado 32 nombramientos. Ha sido una negociación dura pero leal porque todo el mundo tenía como objetivo llegar a acuerdos. Lo del consenso es una palabra que empiezo a aborrecer, pero creo que el acuerdo es importante.
Ustedes tomaron posesión de sus cargos el pasado septiembre. Han tenido que pasar cuatro meses para hacer esas primeras designaciones cuando las vacantes sin cubrir son más de un centenar. ¿Por qué?
Había que hacer todos los procedimientos y que todos los candidatos pasaran por la Comisión de Calificación. Tampoco ha sido fácil porque todas las personas que se han presentado tenían unos niveles muy altos. Tenemos que estar muy contentos con el nivel de las personas que se han presentado, hay personas muy capacitadas y además algunas con unos proyectos de carrera muy sólidos.
La presidenta del CGPJ, Isabel Perelló, dijo que su nombramiento es un reconocimiento a la lucha de las mujeres, pero que “queda mucho camino por recorrer”. ¿Cree que se ha respetado suficientemente ese equilibrio de género en estos nombramientos?
Se ha respetado la representación paritaria pese a las reticencias del grupo conservador. Aquí había dos tesis: la de si la paridad se aplicaba desde el momento cero o si teníamos cinco años para aplicarla. Nuestra apuesta fue aplicarla desde ya. De hecho, propusimos a tres mujeres como presidentas del Consejo antes incluso de que se aprobara la ley de representación paritaria. Es cierto que en algunos nombramientos se ha roto ese equilibrio a favor de los hombres pero, en general, los dos grupos han respetado los porcentajes [la norma establece que las personas de cada sexo no superen el 60% ni sean menos del 40%].
Esto es una buena noticia porque apunta a una tendencia de funcionamiento para los próximos nombramientos. Isabel Perelló hace valer en sus discursos que ha sido la primera presidenta del Consejo y del Tribunal Supremo y que, por tanto, siente que representa a muchas mujeres. Creo que ella debe comprometerse firmemente con la aplicación de esos criterios de representación equilibrada. Los datos ponen de manifiesto que hay tantas mujeres como hombres para poder acceder a estos puestos de decisión, aunque es cierto que se han presentado en general menos mujeres que hombres. Hay que seguir aplicando sin ningún tipo de duda la ley de representación paritaria para dar un mensaje a las mujeres y decirles: tenéis que presentaros porque tenéis oportunidades.
¿Por qué cree que no se presentan las mujeres en la misma medida que los hombres?
Creo que puede pesar la perspectiva de presentarte a un proceso en el que sabes que partes en desventaja por el hecho de ser mujer. Son procesos en los que hay tensión, que requieren papeleo, una audiencia, en los que compites con colegas hombres que pueden dar mensajes desincentivadores… Hay que acabar con esto y nuestro mensaje tiene que ser muy claro para que tanto ellos como ellas se sientan cómodos en la presentación de sus candidaturas.
En la Sala Primera del Supremo hay cinco hombres y una mujer. Y ustedes han designado a otro hombre: Manuel Almenar. Y eso a pesar de que optaban a esa plaza cuatro mujeres. ¿Cómo lo explica?
A veces en las negociaciones hay que hacer concesiones. Es cierto que el candidato nombrado tiene un currículum excelente y una trayectoria profesional intachable. Para no entrar en mayores detalles, creo que hay que poner el acento en que tenemos una deuda con todas esas mujeres que se han presentado y con la propia Sala porque el desequilibrio es manifiesto. Va a haber que hacer un esfuerzo por todas las partes para elegir a mujeres. Aquí no se trata de hacer una cuestión de cuotas o discriminación positiva —de lo que soy defensora— porque hay señoras con méritos y antigüedad suficientes como para poder acceder a todos los cargos.
¿Al final se han puesto de acuerdo en cómo aplicar la ley de representación paritaria? ¿O se ha logrado por la vía de los hechos?
Nosotros apostamos por aplicar la representación equilibrada desde el momento uno en todos los nombramientos. En cambio, el otro sector era partidario de ir haciendo. Sin embargo, al ver los nombramientos y las propuestas de cada grupo se produce paridad, se ha aplicado la representación equilibrada. Creo que hay que felicitarse sinceramente por ello.
Otra de las grandes tareas de este mandato es la propuesta de reforma del sistema de elección de los vocales. El informe tiene que estar el 6 de febrero. ¿Sigue sin haber acuerdo este punto?
A día de hoy hay dos posiciones: el bloque conservador considera que todos los vocales judiciales tienen que ser elegidos a través de una determinada forma electoral por los propios jueces, sin ningún tipo de intervención por parte del Parlamento; y el sector progresista defiende que hay que mantener la participación del Parlamento. Cuando el excomisario Didier Reynders vino al Consejo trasladó que lo importante era que fuéramos capaces de elaborar un documento aunque tuviera varias propuestas. El reto es que del pleno de la semana que viene salga el acuerdo de poder presentar un único documento que ponga en valor todo el trabajo realizado sin que nadie tenga que renunciar a sus propias posiciones. Aunque las dos partes mantengamos visiones distintas —incluso sobre el mandato que incluye la disposición adicional— creo que al Gobierno, este o el que venga, y al Parlamento lo que les interesa es tener un documento elaborado por el CGPJ.
Los vocales conservadores que creen que hay que elegir a los vocales judiciales de forma directa por los propios jueces tienen sus razones legítimas y bien argumentadas. A mí no me convencen porque creo que debe primar el principio democrático. No hay que olvidar que el CGPJ es el órgano de gobierno de un poder del Estado y, en consecuencia, tiene que tener participación por parte de las Cortes. Además, a mí me da miedo que la elección por los jueces nos haga pasar del criticado partidismo al corporativismo. El CGPJ no representa a los jueces, representa a la Justicia como servicio público. Debemos garantizar su independencia, pero no para protegerlos individualmente, sino para que puedan prestar bien un servicio público.
¿Cree que habría que hacer algún retoque al modelo actual?
Esto todavía no está cerrado. Pero creo que, en síntesis, sería clarificar que puedan participar jueces y juezas de todos los niveles, que estén representados los territorios, los no asociados, que haya paridad… Creo que la forma que al final se establezca para esa participación podría ser coincidente con la que los conservadores pudieran proponer como método de elección. Para nosotros sería fórmula de participación y para ellos fórmula electoral. En nuestro caso, esa participación daría lugar a varias candidaturas por cada plaza vacante para que el Congreso y el Senado tuvieran que hacer un trabajo de selección y mojarse a la hora de elegir.
¿Qué le pareció el interrogatorio del juez Adolfo Carretero a Elisa Mouliaá?
Como vocal no me puedo pronunciar porque se han abierto unas diligencias informativas. Como ciudadana, me llama mucho la atención. Mi plaza es la de profesora de Derecho Constitucional y una de mis líneas de investigación es la violencia de género. Para mí son sorprendentes las actitudes demostradas por el magistrado a la hora de proceder en el interrogatorio en las formas. No entro en el fondo del asunto, no doy la razón a nadie, porque el procedimiento tiene que transcurrir tanto la cuestión disciplinaria como el procedimiento penal. Pero creo que cuando se enjuician este tipo de presuntos actos delictivos en los que la vulnerabilidad de la presunta víctima debe presumirse hay que ser muy cuidadosos a la hora de tratar a la presunta víctima y al presunto agresor. Si no, la independencia y la imparcialidad se ponen en duda.
¿Cree que es la evidencia de que existen ciertos comportamientos machistas en la judicatura?
Desgraciadamente, sí. Mi paso por el Tribunal Constitucional —más allá de mis investigaciones previas— me ha puesto de manifiesto que los estereotipos machistas se imponen incluso en casos de violencia de género, que es un tema muy sensible. Por ejemplo, aunque son los menos, todavía se pone en cuestión el relato de la mujer y en ocasiones pervive un estereotipo machista discriminatorio respecto a la mujer que, como madre, tiene que favorecer una buena relación con el padre supuesto maltratador.
La autoridad disciplinaria del CGPJ ha abierto diligencias informativas contra dos magistrados —Manuel Ruiz de Lara y Eloy Velasco— por sus comentarios sobre políticos. ¿Cree que esas conductas deberían sancionarse?
No voy a entrar en el fondo porque son dos asuntos que están en el ámbito disciplinario. Pero sí que creo que es necesario establecer unas normas claras. La jurisprudencia que se aplica a este tipo de casos recoge que el juez debe mantenerse independiente e imparcial en el seno de un proceso, pero que fuera tiene total libertad de expresión. Los jueces no son personas que pertenecen a una corporación profesional, sino que ejercen un poder del Estado. Yo creo que, como mínimo, hay que aplicar un criterio de máxima prudencia que puede limitar en algunos casos la libertad de expresión. En mi opinión, de cara a mantener una buena percepción por parte de la ciudadanía de la independencia y la imparcialidad judicial la prudencia debe primar en este tipo de actuaciones. Cuando llaman a un juez o una jueza a dar una conferencia no lo hacen porque sepa mucho de ornitología sino porque es parte de un poder del Estado. Por tanto, hay que ser un poco cauto cuando se habla y asumir las responsabilidades institucionales. Y, si no se está de acuerdo, asumir las potenciales consecuencias.
La presidenta Perelló defendió el “vigente” y “democrático” sistema de acceso a la carrera judicial y fiscal dos días después de que el Gobierno propusiera una reforma integral de las oposiciones. ¿Comparte esas palabras?
No me he leído el anteproyecto porque tiene que pasar por aquí todavía. Pero en este caso sí discrepo un poco de la presidenta. Aunque el porcentaje de jueces y juezas que están en la escuela judicial con parientes del mundo jurídico no es significativo sí creo que, salvo excepciones, las personas de clases más humildes o populares e incluso de clase media normal son las menos. El sistema de oposición supone estar, como poco, cuatro años encerrado en tu casa sin poder hacer nada más. Hay familias que no pueden tener a un hijo o una hija de veintitantos años en casa manteniéndolo sin que haga ninguna aportación económica. Creo que hay que proceder a un sistema de democratización de entrada a través de becas decentes y también ir más a las facultades de Derecho a buscar gente que quizá ni se plantea opositar por la percepción que tiene de la carrera judicial. Creo que nos estamos perdiendo a gente muy válida, con un espíritu de servicio público muy alto porque ni siquiera se lo plantean. Hay que romper esa barrera con los instrumentos que sea.
¿Tiene sentido una oposición que obliga a estar una media de cinco años dedicado 100% al estudio?
No creo que eso sea bueno para nadie. Para los que se preparan es un auténtico calvario, queda gente por el camino e incluso pueden darse algunos fallos en la preparación. Pero no hay que confundir cambio de sistema con menos exigencia. Se puede hacer a través de más práctica, pasando más tiempo en juzgados… En cualquier profesión jurídica hay que tener una base teórica muy elevada, pero esa base no se adquiere sólo a través del estudio para una oposición. Cerrarse a posibles cambios por determinados miedos a ver otras alternativas es un error.
Usted fue elegida a iniciativa del PSOE. Hay otros vocales designados a propuesta del PP o de Sumar. ¿La polarización política se traslada al órgano?
Evidentemente en los debates se notan las diferentes sensibilidades. Y cada grupo responde a unas prioridades en el sentido de política pública, no partidista. Pero no hay un designio político en cada uno de los grupos. Además, sería imposible porque hay muchas sensibilidades dentro de cada grupo. Las decisiones se toman con mayor o menor tensión, dependiendo de la diferencia que haya en cómo abordar determinadas cuestiones. Pero ni el señor [Félix] Bolaños nos tiene al teléfono todo el día dándonos instrucciones, ni el señor [Alberto Núñez] Feijóo está llamando al otro grupo cada día para darles instrucciones. Y ya le digo que, si lo intentaran, fracasarían.
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