C-hueca

–Es virtuosa la regencia cuando con humildad se escucha y se obra con mesura– sentencia el tribuno desde el atril.

–Pues si esa es la vara con la que hemos de medir su cordura, los daremos por locos o por necios– contesta desde la grada un ciudadano.

En la antigua Roma, en los tiempos en que las disputas políticas se debatían en el Senado, los senadores se veían obligados a exhibir una oratoria capaz de convencer a la cámara.

Esta capacidad sólo se alcanzaba tras una larga y rigurosa formación que recibían de sus preceptores, que mostraban su sabiduría y rectitud a sus discípulos. Pero no siempre triunfaron los justos, pues fue en las proximidades del poder donde se tejieron las alianzas que se lo arrebataron. Habiendo recibido la mejor de las herencias de la Grecia antigua, nos legaron la peor de las figuras: la del personaje cuya incompetencia se ve desbordada por su ambición pero tiene el favor del emperador.

Y así hasta nuestros días, en los que políticos desde sus atalayas se ufanan en vendernos los parabienes de un modelo de gobierno que perpetra el robo de los recursos públicos y convierte nuestro patrimonio en negocio privado y nuestro bienestar en deuda pública. Nuestra alcaldesa Natalia Chueca se ha convertido en un cascarón huérfano de virtudes y colmado de adornos, de entre los cuales su sonrisa derrocha presencia. En cada acto o dispensa, a sus lados y detrás, no vaya algún paladín a arruinarle la imagen, los aduladores alaban su buen gusto mascullando sus aspiraciones entre fingidas sonrisas. Entre tanto, en la vanguardia de los asaltos a la cada vez más mermada propiedad pública, sus lanceros arrojan mentiras y eufemismos impúdicamente, sabedores del apoyo que tienen de “la voz” que guía los designios de nuestra ciudad.

Víctor Serrano, que es concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento de Zaragoza, haciendo alarde del desprecio que siente hacia los vecinos del barrio de Torrero, ha mostrado a las claras la voluntad del Gobierno municipal por sacar adelante la ampliación del parque de atracciones desconsiderando las alegaciones presentadas. Sus palabras han sido convenientemente contextualizadas por “la voz” para mostrar una verdad “incuestionable” que señala la conveniencia de vender suelo y atraer inversiones. Es la panacea del viejo catecismo neoliberal al que se agarran ferózmente mientras todo se derrumba a nuestro alrededor. Lo que no dicen es que su humanidad les impele a protegernos acaso de nosotros mismos, salvo que la llamada a rebato a la policía nacional y local fuera una demostración de fuerza o de miedo. En todo caso otra muestra de su actitud mezquina y provocativa. Sus obligaciones como gestor se presentan como lo que le gustaría hacer: dictar y no ser contrariado.

En una democracia hay que guardar las formas; lo puedes aprender en la cuna o en las luchas. Pero parece que la herencia no viene dada, sino que hay que alcanzarla. Algo que para algunos se antoja distante como la luna, que sólo es alcanzable en sueños; o cercano como el infierno, cuando su imagen ha quedado grabada en su cerebro inmaduro.

De la lucha sí sabemos las que nos arremangamos cada día en casa y fuera de ella, así que pueden dar por comenzada la batalla. Veremos cómo acaba.