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Dos nombres propios: Javier Macipe, Premio Goya 2025 y director de 'La Estrella Azul', y Arturo Sancho, promotor de la cooperativa 'La Ciclería' y presidente de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ) que reúne a 42 asociaciones de Zaragoza, de los barrios rurales y del área metropolitana.
Los dos con raíces en el Bajo Aragón turolense, el primero en Ariño y el segundo en Estercuel por parte de padre y en Molinos por parte de madre. Los dos fueron protagonistas de la pasada Cincomarzada en Zaragoza.
Javier Macipe, que recibió uno de los ocho Premios Ciudad de Zaragoza al Mérito Cultural, de nueva creación, dijo en su discurso que “si Zaragoza no hubiera acogido a la madre de Mauricio Aznar, que era inmigrante, nada de esto existiría”. Una positiva y emotiva evaluación de la acogida acompañada de un ejemplo de generosidad cuando afirmó, en otro momento de su discurso, “que el reconocimiento se lo tendría que dar yo a la ciudad de Zaragoza, más de la mitad es para Mauricio Aznar”.
Macipe, patillas goyescas y fina agilidad mental, elogió la fértil creatividad musical de la década de los 80 (Gabriel Sopeña, Más Birras, Almagato) y reivindicó el esfuerzo de construir una película desde Zaragoza, financiación, pandemia y contratiempos mediante, como estímulo y también como reclamo a las instituciones para que desde la capital aragonesa se haga cultura que se proyecte en el resto de España y en el mundo entero.
Más o menos a la misma hora que Javier Macipe recibía la distinción en el salón de plenos de manos de la alcaldesa, Arturo Sancho decía en el Parque del Tío Jorge ante integrantes de cien colectivos y entidades ciudadanas que “si Zaragoza es lo que es, es gracias al movimiento vecinal”. Arturo Sancho, presidente de la Asociación 'Madalena Calle y Libertad', está liderando desde hace menos de un año un impulso renovador en la FABZ que se había debilitado en los últimos años por el envejecimiento, la pandemia y los recortes presupuestarios.
Sin carné de partido, con principios ecologistas y militancia ciclista, el presidente de la FABZ ofrece una mirada transversal en la que lo prioritario es la humanización de Zaragoza.
Un modelo de ciudad abierto y a la medida de las personas que ofrezca oportunidades para encontrar vivienda a los jóvenes, que cuide la convivencia en los barrios con mayor concentración de inmigrantes y de personas vulnerables, que luche contra el racismo, que favorezca la participación ciudadana en las decisiones más sensibles, que apueste por la segunda línea del tranvía Este-Oeste y por un eje de turismo y cultura cómodo para el peatón entre la plaza de Aragón y el palacio de la Aljafería, con un gran parque en la zona del Portillo.
Arturo Sancho, que elogia el proyecto de recuperación de las riberas del Huerva del actual equipo de gobierno municipal y el trabajo por hacer una ciudad más amable de la exalcaldesa de Huesca, Ana Alós, cuestionó la coincidencia de esos premios culturales de nueva creación con la celebración de la Cincomarzada: “No encontramos ninguna razón lógica ya que se trata de unos reconocimientos sin arraigo y que no hacen otra cosa que contraponer una cultura con otra”.
Si en el salón de plenos fueron premiados Javier Macipe, Jorge Gay, Ignacio Martínez de Pisón, Miguel Ángel Tapia, José Antonio Duce, Hermógenes Pardos, Miguel Ángel Berna y Ruth Iniesta, en el parque del Tío Jorge lo fueron el presidente de la Asociación de Vecinos de Montecanal, Salvador Congós, y cuatro mujeres de la Asociación de Vecinos del Barrio de Jesús: África Terriza, a título póstumo, Carmen Rivera, Mari Luz Lucía y Tina Morales.
La Cincomarzada es desde 1842 una fiesta para que la disfruten los zaragozanos a su aire. Una fiesta al aire libre con música y comida, ahora rap y brasa, que se desparramaba por toda la ciudad, especialmente por la Margen Izquierda del Ebro (arboleda de Macanaz, Picarrales, camino del Vado, soto de la Almozara, la Granja, los Cabezos, el puente del Gállego y Casablanca).
La prohibió la dictadura en 1937 y la recuperó en 1981 el primer ayuntamiento democrático. Desde entonces el protagonismo, asociado a las libertades y a las reivindicaciones ciudadanas, siempre ha sido de las asociaciones vecinales, de las peñas y de las entidades sociales, y la cita anual en el parque del Tío Jorge salvo excepciones sobrevenidas. Desde su origen, en la primera mitad del siglo XIX, esa es la naturaleza de la celebración.
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