'Todos lo sabían': un documental rompe el silencio y reúne a una treintena de víctimas de violencia sexual en la infancia

A José Luis, su hermano Javier le contó en una carta, después de suicidarse, los abusos sexuales que sufrió en el internado donde ambos estudiaron de niños, el centro escolar Padres Reparadores de Puente la Reina en Navarra. Han pasado años desde la primera vez que leyó aquella carta, pero el arrepentimiento por no haber contado que él mismo también sufrió esas agresiones sigue ahí. “Jamás supe hasta que mi hermano se quitó la vida que lo que a mí me estaba pasando también le estaba ocurriendo a él. En ese momento fui consciente de que si yo hubiese dado la voz de alarma, mi madre nos hubiese sacado de ese colegio y quizás él no hubiese sufrido todo lo que sufrió”, relata José Luis en el documental 'Todos lo sabían', realizado por la cineasta Iratxe Pérez Barandalla. Junto a él, otras 26 personas cuentan los episodios que sufrieron en colegios y entidades de la Iglesia, en entornos deportivos y en sus familias, en Euskadi, Navarra, Cataluña, Valladolid, Valencia, Salamanca o León, y parte de ellas, han estado este jueves en Bilbao en el estreno de la película.
José Luis y su hermano Javier fueron enviados al internado por la falta de recursos que tenía la familia. “Nosotros somos una familia de siete hermanos. Mi padre estuvo enfermo toda la vida, llegó de León muy castigado por las minas y estuvo enfermo hasta que murió con 44 años y nos quedamos sin él siendo muy chiquititos, mi hermana más pequeña tenía 11 meses. Pasamos muchas dificultades, recuerdo que pasamos hambre y fruto de esa necesidad tuvieron que enviarnos al internado a dos de nosotros. Pero dentro de esa pobreza que había en casa, éramos muy felices, vivíamos cualquier acontecimiento a lo grande. Soy consciente de que mi madre no pudo imaginar ni en sueños lo que después ocurrió”, afirma.
Uno de los episodios, recién llegado al internado, es ir por los pasillos con las manos en los bolsillos y que un sacerdote le cruzase la cara de tal manera que se cayó al suelo. “No entendí absolutamente nada. Después, me enteré por los compañeros que cuando íbamos con esa postura con las manos en los bolsillos pensaban que nos íbamos tocando los genitales, veían el pecado allí donde no estaba. Éramos niños muy inocentes, muy limpios”, reconoce.
Su agresor se encontraba a cargo de la enfermería del centro y aprovechaba cada vez que un niño enfermaba para abusar de él. Según relatan sus víctimas, a diferencia del resto de religiosos, él era amable y menos estricto, por lo que los niños se acercaban más a él. “La experiencia que tuve fue en el segundo día. Entré muy malo, tenía fiebre, y fue cuando tuve esos abusos. Yo realmente no sabía qué eran los abusos, ni qué es lo que me estaba haciendo aquel sacerdote que era el que hacía de médico aunque no tenía ni título ni nada. Me acuerdo que por el claustro escuché un teléfono y fui corriendo de un despacho a otro y lo encontré. Entonces, pude llamar a mi madre. Cogió el teléfono y recuerdo muy bien que le dije 'mamá, escúchame, si no vienes a buscarme me iré de aquí, me marcharé'. Tenía claro que yo no podía seguir ahí. Esa tarde vino a por mí, pero vino con otro hermano, para dejarlo en mi puesto”, lamenta.

La película recoge la historia de José Luis y del resto de personas que sufrieron las agresiones y que no hablaron hasta pasado mucho tiempo. Muchos de ellos han tratado de recopilar testimonios de otros compañeros y estos, han preferido seguir en silencio y no recordar el pasado. Los protagonistas detallan lo que las agresiones han supuesto para su vida actual, en la mayoría de casos convirtiéndoles en personas sin autoestima ni confianza y con la duda eterna de cómo serían hoy si no hubieran sufrido abusos. En la mayoría de casos los delitos han prescrito porque ocurrieron hace décadas o sus agresores han fallecido, pero lo que ellos necesitan es un reconocimiento y la reparación de su dolor. Este documental es un paso para ello.
Después de que José Luis decide hacer público su relato llega una oleada de cerca de un centenar de denuncias, que afectan a más de una veintena de colegios solamente en Navarra, rompiendo así con más de cincuenta años de silencio. Organizados en asociaciones, se encuentran con el Defensor del Pueblo en busca de verdad y reparación para sus casos, la mayoría prescritos. La investigación realizada los últimos cinco años por periodistas de El País, es entregada al Papa en Roma, acelerando la solicitud de un informe independiente por parte de la Conferencia Episcopal.
Asociaciones de víctimas españolas, acuden junto a víctimas de otros países al Consejo de Europa en Estrasburgo y el Parlamento Europeo en Bruselas, donde se aprueba un informe con recomendaciones con base en el derecho a la investigación, reconocimiento e indemnización de las víctimas de abusos en la infancia en instituciones. José Luis, junto a otras víctimas navarras, es reconocido por una Ley Foral de reconocimiento a las víctimas de abusos en la Iglesia, pionera en justicia restaurativa. Todo ello lo recoge Pérez Barandalla en su documental. “Este documental tiene una labor de memoria colectiva. El cine es una labor social y puede crear espacios de reflexión, de debate y de reconocimiento. Esto es lo que hemos pretendido”, ha detallado la directora de la película tras visualizarla con parte de los protagonistas en un encuentro tan conmovedor como necesario.

Además de la directora, en el acto han estado presentes víctimas de agresiones sexuales en la infancia por parte de la Iglesia, como Alfonso, quien denuncia abuso sexual por parte de un dominico en Vitoria; en el deporte, como Pepe Godoy, que denunció a su exentrenador de fútbol por abusar de él cuando era niño o la familia Cuatrecasas que denuncia las agresiones que sufrió su hijo Juan cuando empezaba Secundaria en el colegio exclusivamente masculino del Opus Dei Gaztelueta, ubicado en Leioa y concertado con fondos públicos.
Su padre, Juan Cuatrecasas, es presidente junto a su mujer Ana Cuevas de la Asociación Infancia Robada (ANIR) a raíz de lo que le ocurrió a su hijo. Ambos han formado parte del documental narrando su historia y mostrando su lucha en las diferentes instituciones tanto estatales como internacionales. “Este tipo de expresiones culturales sirven para dar visibilidad a una lacra que durante muchos años ha estado invisibilizada y que en muchos casos sigue estándolo, no solo en la Iglesia, sino también en el ámbito intrafamiliar o en el deportivo. Con este tipo de documentales se contribuye a que la gente sea consciente de que más allá del delito en sí, una agresión sexual, la violencia sexual o el maltrato en la infancia acarrea unas secuelas gravísimas. No podemos olvidar, en el caso de la Iglesia, que no son pecados, son delitos y mientras sigan poniendo excusas como que esto pasa en todos los ámbitos, como dijo el presidente de Conferencia Episcopal Española (CEE) Luis Argüello, no nos va a servir. La Iglesia tiene que empezar su trabajo y hasta que no lo haga, hay poco que hacer. Por suerte, los poderes públicos sí que están haciéndolo, aunque hay aún mucho camino por recorrer”, ha concluido Cuatrecasas.
1