El Minué: la cultura, una aspiración

29 de enero de 2025 10:39 h

0

Soy violinista, palmero, creador y fundador de la Escuela Insular de Música de La Palma y profesor de violín. He ejercido el magisterio docente en todos los niveles, desde las escuelas de música hasta el Conservatorio Superior de Música de Canarias. Mi actividad profesional actual, a la que me dedico desde hace mas de 30 años, es principalmente la orquestal: soy cosolista en la Orquesta Sinfónica de Tenerife, una orquesta con estándares de calidad contrastados, que intenta superarse en cada concierto, en cada ensayo, sabedores de que cada interpretación será una única y definitiva versión. 

Puedo decir con satisfacción, en estos momentos de mi carrera, que me he dedicado a lo que ha sido y es mi vocación: interpretar y vivir la música con intensidad, acercándome durante muchísimos años al repertorio sinfónico (Beethoven, Brahms Mozart, Strauss, Mahler…) Sigo encontrando en cada concierto algo esencial y único, que es mucho mayor que yo y que respeto en profundidad. Sé que detrás de todas esas músicas se encuentran singulares y extraordinarios creadores. Creadores que se asomaron a lugares en los que nunca nadie había estado antes, que se convirtieron en referentes de otros; personas que nos dejaron lugares por los que transitar y habitar.

Hace ya bastante más de medio siglo en La Palma, en un estudio junto a su piano y papel pautado, podemos encontrar a uno de esos artistas: Luis Cobiella. Siguiendo el camino de tantos creadores, miró hacia la belleza universal, estudió a los grandes maestros, y compuso piezas que hoy forman parte de nuestro patrimonio cultural más querido. 

Como tantas palmeras y palmeros, tuve la fortuna de conocerle. Cada encuentro con él, cada tertulia musical, cada una de sus disertaciones sobre el mundo sinfónico, la armonía y su visión universal de la música, me llevó a comprender la grandeza y dimensión de su capacidad creadora y de su sabiduría. 

Ahora todos hablamos de Luis Cobiella, especulando sobre lo que pensaría o lo que diría ante lo que está aconteciendo en estos días de debate en torno a la creación de una orquesta sinfónica en La Palma y la interpretación de su Minué de los Aires en Re en la Bajada de la Virgen. 

He interpretado la práctica totalidad de la obra de Luis Cobiella. De la lectura objetiva de su trabajo sinfónico, y en concreto del planteamiento compositivo de su Minué y de la orquestación que propone, no queda margen para la especulación sobre su naturaleza y complejidad.

Escuché el otro día lo siguiente: “El Minué de los Aires en Re es una música simple, fácil y de ritmo ternario”. Una afirmación poco afortunada que me gustaría aclarar. Luis Cobiella realiza su minué empleando un formato orquestal clásico tardío, con cuerda significativa, maderas a 2, más 2 trompetas, 3 trombones, 3 trompas y timbal + 3, coro de adultos a cuatro voces, corro de niños y cuatro solistas, todo ello como soporte a la maravillosa puesta en escena coreografiada de la danza, protagonizada por los jóvenes palmeros. Este formato orquestal surge a finales del período clásico de la música con Beethoven en su Sinfonía nº 9, también llamada Sinfonía Coral, siendo uno de los planteamientos estructurales más complejos de la historia de la música. Una estructura sinfónica donde se concentran más de 120 personas en el escenario se convierte en una pieza compleja, con muchísimas variables que armonizar para poder obtener un resultado óptimo. Que esta música, cualquier música, suene “fácil” implica que está bien escrita, no que esté ausente de complejidad. Interpretar el Minué ni es simple ni es fácil. Disfrutar del Minué, cuando está bien interpretado, sí que es fácil: solo hay que estar allí donde se represente.

En cuanto a la estructura métrica del minué, el “tres por cuatro”, el propio Luis dice en sus notas previas: “Cuando se refiere a la Bajada de La Virgen, minué no significa vieja danza francesa de movimiento moderado en compas de 3/4, sino más bien música para danzar que sirve de base dinámica a una acción coreografiada”. Su Minué transita por diversas estructuras métricas que van mucho más allá del “tres por cuatro”, otorgándole a la obra una variedad rica en dinámicas danzables y acordes a la coreografía del baile. 

El Minué de los Aires en Re es una obra maestra de la que deberíamos estar orgullosos y agradecidos, no solo por su belleza sino también porque consiguió que nuestra Isla, en esta noche mágica de Bajada, suene a Minué; un Minué que ya ni siquiera es de Luis Cobiella, sino de la gente que lo vive y lo canturrea. No todas las obras en la historia de la música lograron esa trascendencia. 

No deberíamos deslustrar o poner en riesgo este generoso regalo sinfónico. Poner en marcha una orquesta es un proyecto complejo. No sólo por la parte estrictamente musical, sino también por la gestión y coordinación de los recursos humanos, materiales, económicos o temporales que lo constituye. Las organizaciones con experiencia, las que ya no son un proyecto de puesta en marcha, minimizan los riesgos porque cuentan con músicos de contrastado y homogéneo nivel técnico, porque tienen experiencia compartida en el tiempo abordando repertorios exigentes que aumentan las garantías de calidad del proyecto. La mezcla en un mismo conjunto orquestal de músicos sinfónicos profesionales, profesores con mínima experiencia en orquestas, estudiantes de varios niveles técnicos e instrumentistas amateur dificulta de forma significativa la preparación y el resultado. 

Formar una orquesta a cinco meses de las fiestas, partiendo desde cero, sin experiencia conjunta entre sus músicos, con una mezcla y niveles técnicos variados, no parece lo más recomendable para abordar el reto. Máxime si a esto sumamos la dificultad añadida que implica tocar con una retransmisión televisiva en directo y los pormenores técnicos de la sonorización de un conjunto sinfónico. ¿Por qué, después de casi 10 años desde la última Bajada y escuchando —como ahora se dice— que existía un proyecto y la intención de tener una orquesta sinfónica de La Palma, se deja todo para 5 meses antes de la Fiesta Lustral? ¿No sería más razonable que esa orquesta palmera comenzara su andadura como conjunto sinfónico sin la presión y la precipitación de esta edición de las fiestas? ¿Una orquesta que pudiera consolidarse y adquirir experiencia como conjunto sinfónico y de ese modo poder participar no solo en la Bajada de la Virgen sino con una programación para todos los palmeros continuada en el tiempo?

Luis propone para su Minué una cuerda numerosa, aún a sabiendas de que la isla no podría asumir la naturaleza orquestal de su obra. Y aspiraba además, como cualquier creador, a escuchar su música de la mejor forma posible. Quién sabe si en el futuro se llegará a tener un proyecto sinfónico en la isla, pero la ineludible realidad es, que a día de hoy, abordar la cuerda con músicos originarios de La Palma es imposible, no llegaríamos ni al 10% de la totalidad necesaria. Antes de los años 40, las músicas de los actos culturales de las fiestas lustrales eran poco relevantes. Esto cambió radicalmente a raíz de la creación del Minué de Luis Cobiella y posteriormente con sus carros. Desde los años 80 y hasta la última Bajada celebrada, la orquesta fue importada cada una de las veces. Se intentaba mejorar en cada caso la interpretación del lustro precedente.

Durante más de medio siglo, y de forma absolutamente generosa, Luis fue regalándonos cada una de sus creaciones. Creo que a nosotros nos corresponde intentar garantizar que su música se interprete con las máximas garantías. Con una orquesta que pueda llevar su música a la máxima expresión de excelencia. Una orquesta contrastada, con una andadura reconocible. Una orquesta en la que los músicos se conozcan entre ellos y generen complicidades técnicas y musicales —tan necesarias en el mundo sinfónico— que favorezcan la mejor interpretación. La alternativa es una orquesta que aún no existe, que hoy no puede ofrecer garantías. 

La ilusión que puede suscitar el poder contar con una orquesta sinfónica en La Palma es un asunto que debe plantearse con realismo y analizando los pros y contras de la propuesta. Pero no creo que debamos mezclar en una misma discusión diferentes planos de argumentación: por un lado, un plano motivado por la ilusión y el anhelo comprensible de contar con una orquesta sinfónica insular; y por otro, un planteamiento técnico, más pragmático, donde la orquesta es solo una herramienta necesaria. Desplazar el foco de los actos centrales de la Bajada a la presencia orquestal, que además siempre fue importada, es dejar en un segundo plano lo esencial y realmente valioso para nosotros: que los jóvenes dancen con la ilusión de siempre nuestro Minué, que el Carro se haga con los chicos y chicas palmeros de la escuela de teatro, que los muchachos y muchachas de los Enanos revivan la magia del enano; y que las creadoras y los creadores palmeros sigan regalando de forma ilusionada y desinteresada sus creaciones a las Fiestas. Luis Cobiella, que fue capaz de imaginar y realizar un gran espectáculo para la Bajada, nos eleva con esa posibilidad y nos engrandece como pueblo. No perdamos de vista que la Cultura con mayúscula debe ser siempre una aspiración.

 

*Gonzalo Cabrera Guerra, es co-solista de violín de la Orquesta Sinfónica de Tenerife

Etiquetas
stats